Todavía no se entiende como tal, o no se es consciente. El fútbol está a punto de ser testigo de una de las eliminatorias más ricas futbolísticamente de la historia del fútbol moderno. No son el Barcelona ni el Real Madrid. No están ni Messi ni Cristiano. No habrá ni un balón de oro ni una bota de oro en el césped. Lo fascinante y emocionante de esta prometedora eliminatoria la genera el duelo de dos equipos tan moldeados. Simeone - Guardiola, Guardiola frente a Simeone. Duelo de los dos mejores entrenadores del mundo. Los Karpov y Kasparov del fútbol se verán las caras.

Dos maneras de entender el fútbol

Dos filosofías chocantes, dos estilos, dos maneras – de tantas – de entender del fútbol. Dos ganadores con distintos métodos. Sus diferencias serán una fiesta del fútbol para los amantes de este deporte en estas semifinales. Predicción de "tablas" ante tan grandeza de estos dos "ajedrecistas" del fútbol que medirán sus movimientos y su jugada para intentar vencer al otro. Infinidad de factores y diversidad de técnicas en búsqueda de la victoria.

Guardiola, el profeta de Johan Cruyff. El abanderado del holandés y el que ahora evoluciona esa filosofía del que fuera su entrenador. Un estilo que pudo pulir y dar forma en su casa, Barcelona, hasta llegar a la cima en forma de títulos e historia. El Barcelona de Guardiola, una era que comenzó con un triplete de un entrenador que sin romper el cascarón (debutó llegado de tercera división) llegó al banquillo culé, marcó un antes y un después, y tuvo reflejo y un eco con el que muchos entrenadores sueñan.

Un entrenador perfeccionista en la creación y elaboración del juego, uno de sus mandamientos. Los equipos de Guardiola tienen el balón como objetivo. Con balón se tiene más opciones de ganar que sin poseerlo. No se rifa, se juega desde abajo. La presión se rompe con superioridad y la mejor defensa es, como no podía ser de otra forma, conseguir el balón. No piensa en cómo no le harán daño, estudia cómo hacer él ese daño. Al rival no se le espera, se le busca. Guardiola es un virtuoso en el uso del espacio y la ayuda en el pase. Lo importante en su posesión no es el jugador que tiene el balón, si no las soluciones y posibilidades que tiene. Fino y elegante, los equipos del ex del Barcelona suelen ser vistosos y alegres.

Si Guardiola es Mozart, Simeone es Beethoven. El músico alemán era más oscuro y desvivido en sus creaciones. El equipo de Simeone no es aceptado por las voces del fútbol como un juego seductor, pero no se le puede bajar del pedestal del equipo del trabajo. Formó un equipo de la nada, del desastre, a un equipo campeón. Como Beethoven, Simeone hace oídos sordos a las críticas y a los menosprecios llegados desde la irritación que crea ver a un equipo tan bien curtido, que deja a un lado la pausa y los petalos de rosa, y envuelve los partidos en la intensidad, la concentración, el cuidado táctico y la practicidad.  Orden y bloque. El trabajo no se negocia para Simeone.

Simeone se centra en lo pragmático. Muestra en el césped el sentimiento y corazón que demostraba cuando se comía cada centímetro del césped cuando era jugador. Hasta en eso se argumentan los dos entrenadores, en sus etapas de jugadores, y hasta en eso se parecen al símil musical. De la pausa, toque y  control del 4 blaugrana, al físico, a la entrega o brega del 14 colchonero. De la plasticidad, alegría y colorido de Mozart, al sentimiento, brusquedad e intensidad de Beethoven.

Los virtuosos no son tan diferentes

Las filosofías diferentes no les apartan de tener infinidad de parecidos. Aspectos compartidos de dos leyendas vivas de este deporte. Ambos técnicos, como Mozart y Beethoven, se consideran “niños” prodigios. Desde sus estrenos en el fútbol europeo no se han bajado del carro del éxito. En su primer año, uno cambio la cara y la historia reciente del Atleti, el otro refrescó y alcanzó el cielo del fútbol. Uno se estrenó con una Europa League, patentó un estilo y se coló bajo todo pronóstico en el bombo de los grandes del continente. Guardiola se estrenó con un “triplete”, fascinó al mundo con su fútbol y perfeccionó y predicó el estilo Cruyff. Ambos, Simeone y Pep, no alcanzan los 10 años como técnicos en el fútbol europeo y ya se puede decir que han marcado una época. El Barcelona de Guardiola, el Atleti de Simeone.

Como dos jóvenes recién entrados en su oficio, los dos entrenadores son técnicos efervescentes, siempre en erupción. Son cambiantes y probadores. Atrevidos. Buscan siempre cambiar, decidir qué es lo más beneficioso para el equipo y como buscar el ganar. Siempre ganar. Cambios de tácticas continuos a pesar de tener un modelo preferido. Movimiento de puestos y jugadores. Son los mejores precisamente por eso, porque no se estancan. No cambian contra alguien en especial, cambian contra todos, porque a cada partido le estudian su camino más factible para la victoria. Tienen planes para todo.

Son innovadores y lo demuestran con hechos, con decisiones que solo hacen los que acaban siendo destacados en esto. No hay que irse muy lejos para ver a Simeone variar su esquema más de una y dos veces. Es casi la tónica de cada partido, el cambio permanente. Simeone se reinventa cada temporada por las bajas, Guardiola ha cambiado su estilo radicalmente a una táctica de centralización en el ataque por adaptación a plantilla y competición, lejos de su juego de centro del campo que acostumbró en Barcelona.  Messi de nueve, Lamh de lateral, Mascherano de central, Abidal de central. 4-4-2, 4-5-1, 4-3-3,… cambios y más cambios. Dos técnicos vertiginosos.

 

Ambos tienen un carácter DENTRO del vestuario imprescindible. Recién llegado de Tercera, Guardiola se carga a Ronaldinho y Deco, vacas sagradas. No duda en prescindir de un gran Yaya Touré o de Ibrahimovic, si un tal Busquets o Bojan lo están haciendo mejor. Los charlatanes como Eto’o o el sueco mismo, fuera del vestuario. Simeone se sabe líder de este equipo y sabe que el fuerte de su éxito es hacer entender lo que el quiere demostrar. Se hizo respetar desde el primer momento, su ética y palabra caló, y el Atleti ahora lo celebra. Lo de Simeone se acerca a una religión y los milagros existen de su mano. Es experto en exprimir al jugador que tenga cerca y acercarlo a su máximo potencial. Lejos de su mano ese nivel no se aprecia. Hechos.

Tanto Guardiola como Simeone también comparten vidas paralelas lejos del césped. Ambos técnicos están elevados a Dioses en sus “casas”, pero están mal vistos fuera de ellas. Muy criticados en otros núcleos.  Al entrenador del Bayern no le vale con ganar lo que gana, que sin la Champions no saldrá por la puerta grande de Munich. Al argentino no le valdrá un año sin títulos, a pesar de que hace unos años y con plantilla parecida, un título era una utopía. Guardiola aburre, cansa, no defiende. El Atleti de Simeone no ataca, es violento, solo sabe jugar a encerrarse. Sus palabras son de “falsos humildes”, van de víctimas, son unos correctos.

Como Mozart y Beethoven, el reconocimiento, seguramente, vendrá con los años. La magnitud de su aportacón al fútbol y lo que han conseguido se valorará en el futuro. En edades antiguas llamaban loco al que pensaba distinto o se preguntaba la explicación de algo.  La música  de los antiguos compositores ganaba en valoración con el paso del tiempo, los cuadros de los grandes pintores se revalorizan en la duración. Simeone y Guardiola, son dos locos de su tiempo.  

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