Cuestión de sensaciones, de espíritu, de ambiente. Tocó el Barça, los ánimos se vinieron abajo y salió Simeone: "Creo en mi equipo". Lo eliminó. Tocó el Bayern, de nuevo el más potente, y ya no hacía falta que el 'Cholo' lo reiterara. ¿Quién no cree en este equipo? Porque llegaba el Bayern, sí. El Bayern. Potencia del fútbol mundial. Se escribe rápido, pero suena a partido histórico, a rival grande, a un encuentro de leyenda. No defraudó el Atleti. Nunca lo hace, realmente. Luchó como nunca, y ganó como -casi- siempre. Lo hizo gracias a un gol antológico de Saúl. De esos de leyenda, de partidos grandes. Un primer paso hacia un deseo, el mayor de todos: Milan, en el horizonte.

Con la máscara de Maradona

Hablaba Simeone de guerras en la previa. De cómo manejar a sus hombres, de cómo contrarrestar las grandes figuras del enemigo. De la estrategia, de ajedrez. No dio sorpresas el 'Cholo', que con Carrasco lesionado alineó al once esperado, con la pareja Savic-Giménez como centrales. Guardiola, otro estratega en esto del fútbol, parecía tenerlo claro: jugar por todos lados. Por dentro, si es necesario, con Xabi, Vidal y Thiago. Pero sobre todo, abrir el campo e intentarlo por fuera para buscar huecos en la zaga rival. Ahí aparecieron Douglas Costa y Coman para relegar al banquillo a Müller e incluso a Ribery.

En ese tablero de ajedrez apareció una figura en el equipo que presumía de grupo, y no de estrellas. Cosas del fútbol, Saúl no había entrado bien en el partido. El Atleti situaba su presión en el centro del campo y buscaba verticalidad cuando encontraba el balón, pero a los diez minutos el canterano ya había perdido un par de pelotas. Como si le quedara grande el partido. "¡Qué cosas!", deberán pensar si vieron lo acontecido después.

Porque Saúl se disfrazó de Diego Armando. Como lo leen. Recibió en zona de tres cuartos, se fue en potencia de Thiago, hizo un doble recorte a Bernat y Xabi Alonso, se adentró en el área, caracoleó y amagó ante Alaba y, con la zurda, acarició el balón al lado contrario de Neuer. Tocó el palo, besó la red. "¡De qué planeta viniste!", que diría Víctor Hugo Morales. Qué poco se parecen Ñíguez y Maradona y qué bien hubiera firmado el astro argentino el gol del '17'. Antología aparte, desató la locura en el Calderón. El Fondo Sur se caía, en Lateral se llevaban las manos a la cabeza, los asientos de la tribuna de prensa vibraban. Y en el fondo norte, un grupo alborotado de alemanes se frotaba los ojos. Acababan de presenciar un tanto de otro planeta.

El Bayern no tardó en reaccionar, cómo no. Un equipo de su poderío no se podía amedrentar en un estadio como el Calderón, y los de Guardiola se fueron al ataque. Giménez sacó apenas dos minutos después un balón bajo palos y los alemanes se encomendaron a su verticalidad lateral. Simeone retrasó sus fichas 20 metros en el campo y al Atleti se le empezó a ver agobiado. Aunque lo que aparenta en términos defensivos no se suele corresponder con la realidad. Como pez en el agua; Griezmann tuvo a la media hora el 0-2 en un contragolpe que sacó Neuer en la base del palo. El Bayern, que tanto presume de posesión, también creó peligro con espacios en otro contragolpe que Coman no supo definir. La primera mitad acabó con el conjunto bávaro con las ideas apagadas y con Saúl creciendo con cada paso que daba. Fuerza, poderío, coraje, velocidad. Era la noche del canterano.

La mejor defensa; el mejor ataque

El guión ya lo había vivido el Atleti dos semanas atrás. Así que su plan era el mismo. Si ante el Barça consiguió aguantar con la portería a cero y crear peligro al contragolpe, ¿por qué no hacer lo mismo ante el Bayern? A los pupilos de Simeone les tocaba coger su mejor rol: defender cada balón como si fuera el último. A los de Guardiola, ídem: atacar la portería contraria y buscar un gol que facilitara el encuentro de vuelta. Dicho y hecho: el Bayern salió con todo al ataque. Douglas Costa siguió dejando destellos de la gran estrella en que se ha convertido y Coman, de lo que está a punto de convertirse. Filipe impidió un crecimiento aún mayor del francés. El Bayern acorraló al Atleti nada más salir del vestuario y empezó a generar una ocasión tras otra. Más que el Barça, dicho sea de paso.

Curiosamente, su mejor oportunidad llegó en una acción aislada: Alaba se sacó un potente disparo desde más de 30 metros que se topó con la cruceta y golpeó el césped cerca de la línea de gol. Primer susto. Tocaba sufrir. Y el Atleti es experto en esto. Javi Martínez cabeceó a las manos de Oblak la segunda y Simeone se dio cuenta de que algo no funcionaba. Cambió a 4-5-1 escorando a Griezmann, pero el asedio siguió. Así que volvió al plan inicial y metió de nuevo al francés en punta. Lewandowski cruzaba en exceso, Coman no encontraba portería y los que llevaban la rojiblanca achicaban balones como si estuvieran en el descuento. Pero quedaba media hora por delante.

Cada minuto como si fuera el último. Cada segundo. Savic aparecía a los cruces, Giménez en el aire, Oblak volaba para evitar un golazo de Vidal y Torres moría en cada contragolpe. Peones, obreros trabajando por cada balón dividido, por cada jugada, dejándose la vida en el campo. El Niño tuvo la mejor del Atleti en la segunda mitad, en un contragolpe en el que recibió de Griezmann en el área. La grada pedía un disparo algo lejano, él puso pausa transformada en infartos. Recortó con la derecha y se sacó un precioso tiro con el exterior que se topó con el palo. La vida acababa a orillas del Manzanares y en la grada no sabían si querían que finalizara todo aquello o prolongar ese dulce sufrimiento de por vida.

"Jugando, ganando, peleas como el mejor", que dice el himno rojiblanco. No se puede asegurar que tenga las mejores estrellas, pero Simeone volvió a demostrar que ha conseguido transformar a sus hombres en el mejor equipo. De eso no hay dudas. "Derrochando coraje y corazón", reza otra frase del archiconocido tema. El Atleti marcó, controló, sufrió como nunca; como siempre. Aguantó las últimas embestidas, rozó el éxtasis al contragolpe pero, ante todo, dejó una evidencia patente a su grada: 'lo hemos dado todo'. Milan está un pasito más cerca. Pero solo uno. Porque nadie conoce el futuro, pero este Atleti desprende liderazgo, competitividad, orgullo. "Porque siempre la afición se estremece con pasión cuando quedas entre todos..."