El destino es caprichoso. Tras 42 años de la final de Bruselas, el destino volvió a enfrentar, por segunda vez en su historia, a Bayern de Múnich y Atlético de Madrid en una eliminatoria de UEFA Champions League (o Copa de Europa, para los más melancólicos). No iba a tener el mismo calibre, pero poco le iba a faltar. Final de la antigua Copa de Europa con un Atlético comandado por Don Luis Aragonés y compañía y un Atleti llevado hasta lo más alto del Olimpo europeo por Simeone y su ejercito al más estilo '300'. Pero vamos a ir por orden, que no nos podemos dejar nada...

Todo se remonta a un 15 de Mayo de 1974. Aquel equipo estaba comandado por Don Luis Aragonés, acompañado de jugadores históricos en la memoria colectiva colchonera como Reina, Melo, Heredia, Capón, Eusebio, Ufarte, Adelardo, Irureta, Salcedo y Gárate. Un once, para los más mayores, con gusto por el fútbol, aquel fútbol que hacía brillar a los más jovenes de la época y a los no tan jóvenes. Pero ya en el partido, una final atípica, en la que ambos equipos buscaban la portería rival pero sin fortuna, el partido se vio evocado a la prórroga. Todo parecía predestinado para que el encuentro acabase con empate a cero en el marcador y esperar al segundo partido, días después, pero Luis no lo quería así. En el 114' cogió el balón en la esquina izquierda de la portería y no lo dudó. Con su disparo característico la golpeó por encima de la barrera, y antes de que el esférico llegase a sobrepasar la línea de gol, 'Zapatones' ya se encontraba celebrando el gol, aquel gol que acercaba a los del Manzanares a aquel ansiado título, que por desgracia no llegó. El partido estaba evocado al final, un final en el que conjunto colchonero se iba a proclamar campeón, pero en el último suspiro y con más corazón que cabeza, Schwarzenbeck disparó desde 25 metros para batir a Reina, en un gol que nadie se terminaba de creer. La impotencia de los jugadores rojiblancos, desolados, no cabía en el terreno de juego de Bruselas, había que ir al partido de desempate.

Dos días más tarde, en el mismo estadio de Bruselas se disputó el encuentro de desempate, que acabaría con tragedia para los colchoneros. Cuatro a cero fue el resultado que endosó el conjunto bávaro al dirigido por Juan Carlos Lorenzo. Un doblete de Uli Hoeness y otro de Gerd Muller, dejó K.O. a un Atleti que llegó cansado físicamente y derrotado anímicamente, tras esa final perdida a 40 segundos del final del tiempo reglamentario. Pero la venganza se sirve fría, o eso dicen en muchos lugares, y así fue. Nos tenemos que remontar a este año, al 2016, un año en el que de nuevo muchas han sido las penas y glorias vividas en la parroquia colchonera.

El conjunto de Simeone llegaba al pasado 27 de abril con una espinita clavada, bueno, mejor dicho dos. La primera, y más reciente, con la final de Lisboa 2014 todavía en el recuerdo, pero llegó una todavía más importante, la de nuestros mayores. Había que hacer honores a un Atlético campeón, aunque no acabó alzándose con la copa, y así se cumplió. Los pupilos de Simeone sudaron sangre en una eliminatoria a dos partidos, que muy pocos han conseguido vencer cuando tocaba visitar el Manzanares. El primer encuentro, jugado en el Calderón acabó con una victoria por la mínima, pero por un golazo que copó portadas del mundo entero. El nuevo '8', Saúl Ñíguez, dejó literalmente tirados en el terreno de juego a varios rivales, plantándose en el área de Neuer para, con un latigazo seco al palo largo del alemán, hacer el único tanto del partido. Toda la parroquia colchonera se puso en pie para celebrar uno de los mejores goles de los últimos años. El encuentro, en el que el conjunto de Pep Guardiola luchó hasta el final, se decantó para los colchoneros con una mínima pero importante ventaja (1-0).

Ya en tierras alemanas y, como era de esperar, el conjunto de Múnich asedió la portería de Oblak, dejando K.O. al Atleti, que apenas contó con ocasiones para salir a la contra. Llegó el primer tanto de Xabi Alonso, tras una falta que rebotó en un defensor y con ello las dudas para los aficionados. Sobre todo cuando, tres minutos más tarde, Giménez cometió un claro penalti, que no fue a mayores. Jan Oblak, o el héroe de noches como la de Múnich o la de Eindhoven, paró el penalti evitando así lo que podía ser un suplicio y el adiós a la final. Como los rojiblancos saben hacer, se aguantó atrás para llegar al descanso. A la vuelta de éste y como Simeone suele hacer, buscó la portería rival con mucho énfasis, hasta que en el minuto 54, tras un gran pase de Torres, Griezmann batió a Neuer para empatar el partido. Se ponía muy bien para los colchoneros, aunque se sabía lo que se venía encima. Un cúmulo de ocasiones, en la que una de ellas acabó en gol de Lewandowski, tras un gran remate. Empate a dos que clasificaba a los rojiblancos por el valor doble de los goles. Pero no nos iban a dejar de hacer sufrir, ni siquiera Fernando 'El Niño' Torres, que en los últimos minutos erró un penalti que hubiese sido la tranquilidad, pero qué es el Atleti si no sufre. Con el pitido final, el Atleti volvía a una final de Champions, otra fatídica final que todo el mundo sabe como acabó, pero con el gusto de haber hecho lo que se había pedido, honrar a los mayores.

Cinco meses más tarde y con cuentas pendientes por saldar, sobre todo desde el conjunto bávaro, Atlético y Bayern se vuelven a ver las caras esta vez en el segundo encuentro de la fase de grupos de la Champions, pero no será un partido cualquiera. Será uno de los mejores encuentros de la jornada internacional, bonito para el aficionado al fútbol y con una intensidad mayor para el aficionado a cualquiera de los dos equipos. Pero como ya hemos dicho, las cuentas pendientes se saldan en el Calderón...

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Sobre el autor
Andrés Fernández España
Seguidor del Atlético de Madrid. Director de Atleticosport.es y escribiendo en VAVEL.