No conviene a orillas del Manzanares hablar de Lisboa. Ni de Milán. Son dos ciudades malditas, a las que olvidar cuanto antes. Ni si quiera hace falta visitarlas de vacaciones. Mejor dejarlas pasar, y ya está. Aunque la memoria es selecta y, como todos sabemos, el dolor sigue impreso en el corazón. Simeone ya lo ha dicho varias veces: perder la final de San Siro fue como perder a un ser querido, y como tal, hay que pasar un duelo. Este 28 de septiembre se cumplían cuatro meses exactos de aquel fatídico día. Pero el duelo, quieran o no, se mantiene. Aún no ha pasado.

Aún no ha pasado porque el dolor fue terrible, de los que llegan al fondo del corazón. De los que te quitan las ganas de volver a disputar una competición, de los que llegan a quitarte la ilusión por el fútbol. Es como esa chica que sabes que nunca vas a conseguir, pero de la que sigues enamorada a la espera de que te rompa por última vez el corazón. El Atleti ha decidido no rendirse, intentarlo otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Ya van cuatro temporadas, y ahora todos lo sitúan entre los cuatro favoritos a ganar el torneo más prestigioso del mundo a nivel de clubes.

El caso es que este miércoles jugó contra otro de los cuatro candidatos. Y no solo le ganó, sino que además le pasó por encima. Controló el partido, se adelantó en el marcador, tuvo opciones incluso para ampliarlo. Hace cinco meses, consiguió un resultado idéntico también ante el Bayern, pero en aquella ocasión los alemanes asediaron al Atlético durante la última media hora. Esta vez no; los de Simeone se mantuvieron en pie. El cuadro germano tuvo dos buenas ocasiones para empatar el partido, pero poco más. Si hubo sensación de superioridad, esa fue del Atlético, que estuvo cómodo durante todo el encuentro y manejando los tiempos, la táctica y la pasión de su hinchada a la perfección.

Porque su hinchada, una vez más, volvió a jugar como uno más. "No importa lo que pase, no nos separarán", cantaban desde las gradas. Han sufrido dos batacazos importantes en la competición, pero siguen enamorados de ella. 'Dale alegría a mi corazón', rezaba el cartel del tifo inicial. 'La Liga de Campeones es mi obsesión', continúa el cántico atlético. La victoria ante el Bayern supuso una dosis extra de motivación, volver a demostrar que el Atlético, por mucho que se lo niegue el destino, sigue ahí. Y está más vivo que nunca. "Es el mejor partido que hemos hecho desde que estoy aquí", dijo Simeone. La frase es sencilla, pero esconde tras de sí un mensaje. No sabemos si el duelo se habrá acabado o no, pero tras pasar por encima del Bayern, la grada del Calderón ha vuelto a recobrar una ilusión apagada en Milán. Es su obsesión. Y no van a parar hasta conseguirlo.

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Sobre el autor
Juan Ignacio Lechuga
Licenciado en Comunicación Audiovisual. Máster en Periodismo Deportivo. Coordinador de @Atleti_VAVEL. Contacto: [email protected]