Malos tiempos para los de rayas rojiblancas. A orillas del  Manzanares, que tras un lustro de grandes resultados potenciaba una imparable trayectoria, se va ahora desanimado y desarmado. Una temporada, esta 2016/2017 que ha traído consigo una sorpresa de inestabilidad y malos resultados. Pese a un inicio más que prometedor, un comienzo de viveza y optimismo, incluso de evolución, el Atleti se ve sumergido en una crisis de resultados, identidad y fortaleza. No llegan las victorias, no llegan los goles, se ha perdido la esencia y el poderío defensivo y  el Vicente Calderón es un mar de dudas.

Para ello, el Atleti se ha escudado en una gran amistad. Ahoga las penas en otra competición. Como si terapéutico fuera, la Champions League sirve de bálsamo para un equipo triste en Liga pero enamorado, más que nunca, de la competición europea.  El torneo casero está complicado, lejos. Una decena de puntos y golaverajes perdidos incitan a mirar con más deseo otro tipo de competiciones. La sonrisa se esboza cuando el partido cae entre semana para el equipo de Simeone. Los rojiblancos, líderes de su grupo, sin perder un solo punto y con el molde sin romper. Sin lugar a dudas, el Atlético se abraza a la Champions para olvidar la Liga.

Nunca un partido en Munich fue tan relajado. A pesar del rival y la depresión liguera, el Atlético de Madrid llega al último partido de fase de grupos sin temer al potente equipo bávaro y sin nada que perder. Los colchoneros tan solo necesitan terapia, reencontrarse y refrescarse en la competición que tan buenos resultados está dando y que tan aprecio desprende los últimos años.

Quizás sea la triste realidad de la competición doméstica, quizás sea el deseo del Cholo y los suyos de buscar otro objetivo, el único no conseguido. Quizás como revancha o quizás porque sí, pero lo cierto es que el Atleti tiene este martes una terapia europea. El Atleti está rindiendo en Champions, al Atleti se le da mejor un torneo de eliminatorias y el Atleti tiene una cuenta pendiente. Todo a la Champions.