Si el domingo por la tarde hubiéramos hecho una encuesta en la previa del Atlético de Madrid Vs Celta de Vigo por los aledaños del Estadio Vicente Calderón, la mayoría de los aficionados rojiblancos hubiera contestado con un rotundo no. Tras  la expulsión copera ante el FC Barcelona y los gestos del belga después de ser sustituido contra el Alavés, los hinchas colchoneros estaban algo descontentos con el ex del Mónaco, cuyo rendimiento además había venido a menos últimamente.

No hay que irse mucho más lejos en el tiempo, y es que si la misma pregunta hubiera sido realizada durante los 90 minutos del choque ante los vigueses, la contestación habría tenido un porcentaje totalmente distinto de afirmaciones o negaciones según el minuto en el que hubiese sido formulada. Si era antes del minuto 85, o después, el resultado de la encuesta hubiera dado un vuelco. ¿Por qué? Muy simple, porque metió el gol más bonito desde que viste la elástica rojiblanca, y además supuso el empate que ayudó al Atleti a conseguir una  remontada exprés. Sin embargo, lo que se tendría que preguntar la afición atlética es si esto es justo o no lo es.  

La juventud normalmente va ligada a la rebeldía, a las ganas por comerse el mundo y a una fuerza que nunca más vuelve a tener el ser humano a lo largo de sus años de vida. Yannick Carrasco es un chaval de tan solo 23 años que ejemplifica las características anteriormente mencionadas. Equivocarse es una acción natural de las personas y el belga como tal lo hizo en Vitoria. ¿Y qué? ¿Qué importancia tiene esto? De puertas para afuera no sabemos nada más. De puertas para adentro se ha dicho que pidió perdón a sus compañeros. Eso era lo único que debía de hacer. La afición rojiblanca tenía dos opciones, la de irritarse por una tontería o la de no darle más vuelta de hoja, pensando que si se enfada es porque quería seguir jugando para ayudar al equipo a ganar ese partido y ya se encargaría el Cholo de hacerle ver que esos gestos no le llevan a ningún sitio. ¿Qué es lo que ocurrió? Un poco de todo y ello no habla bien de cierto sector de la grada del Calderón. Y no lo hace porque la afición del Atleti siempre se ha caracterizado por estar con los suyos ante la necesidad y Carrasco ahora necesitaba el afecto de la grada, dado que no estaba anotando tantos goles como al inicio de la temporada.

El belga precisaba del empuje del Calderón cuando al comienzo del partido del domingo intentaba regates o centros y las cosas no le terminaban de salir. Yannick requería del aliento de la grada, pero sobre todo merecía el apoyo. Sí, sí, lo merecía, lo merecía porque lo probaba una y otra vez, incesante en el empeño, sin rendirse ni acongojarse porque no le salgan las cosas y eso siempre ha gustado en la ribera del Manzanares. Es por esto por lo que a los que no le pitaron no les gustó los silbidos de parte del Estadio, pues entienden que si el jugador se deja la vida en el intento y éste es fallido, eso no es lo más importante, ya que lo que de verdad valora y valoró toda la vida el seguidor del Atleti es que luchen como hermanos defendiendo sus colores. Pase lo que pase. Salga o no salga el regate. Juegue mejor o peor. Porque no es lo mismo exigir que criticar. Exigirles siempre. Criticarles cuando se paseen, cuando no corran o cuando cesen en el intento. Ya lo dice la canción número uno del Vicente Calderón en la actualidad: “Los años han pasado, y el Frente sigue igual, honrando tus colores por toda la ciudad. No importa lo que pase, no nos separarán, Atleti yo te amo, contigo hasta el final”.  Y pitar a un jugador del Atleti es pitar al Atleti y consecuentemente no estar con él hasta el final, como dice la canción.

Se ha hablado de la diversidad de respuesta en consecuencia al momento del domingo en el que lanzáramos la pregunta, pero es que si se hiciera ahora mismo el porcentaje de la respuesta volvería a variar. Y así siempre. Es la montaña rusa rojiblanca. No suele tener término medio y probablemente ello le de un toque todavía más atractivo a ser colchonero. Las opiniones son tan infinitas como respetables, pero lo que debe de ser único es el apoyo al jugador que defienda esta camiseta. Y esto debe de realizarse en la buenas pero sobre todo en las malas. Así y sólo así se volverá a considerar a la afición del Atleti como a una de las mejores  del mundo. Mientras tanto, cada vez más, hay cierto sector en la ribera del Manzanares  que recuerda a lo que tanto se ha criticado de otras aficiones y se ha presumido de no ser. Por favor, antes de pitar cuenten hasta diez que seguro que en ese transcurso de unos segundos ven al jugador de rayas rojiblancas defendiendo sus colores.