El Calderón es una olla a presión que lleva en el fuego más de una semana. Los tres goles recibidos en el feudo del eterno rival dolieron, y mucho. Pero desde el mismo pitido final de la ida de las semifinales de Champions, comenzó a caldearse el ambiente que se vivirá en el templo rojiblanco. En el último partido de la máxima competición europea que se respirará a orillas del Manzanares, los merengues se encontrarán con un estadio repleto hasta la bandera y con ganas de alentar a los suyos en la machada.

La afición rojiblanca nunca dejará al equipo de lado. Da igual si se equivoca el entrenador; no importa si son los jugadores los que se confunden, nadie es infalible. Los colchoneros apasionados los acompañarán hasta la muerte. “¡Adelante, Brigada Ligera!” “¡Cargad sobre los cañones!”, dijo. En el valle de la Muerte Cabalgaron los seiscientos. “¡Adelante, Brigada Ligera!” ¿Algún hombre desfallecido? No, aunque los soldados supieran que era un desatino. No estaban allí para replicar. No estaban allí para razonar. No estaban sino para vencer o morir. En el valle de la Muerte cabalgaron los seiscientos. Bajo las órdenes del general Simeone, el equipo rojiblanco saldrá a luchar para remontar el resultado adverso. Salga quien salga, no hay duda de que se dejarán la vida combatiendo contra el enemigo. Y de lo que tampoco hay sospecha es que las 54.000 almas que llenen el estadio se dejarán las gargantas animando. Porque existe una comunión perfecta. Todos luchan, todo el mundo anima, todos viven, o mueren, pero lo hacen juntos.

En el partido ante el Eibar del sábado se observó lo fuerte que es el vínculo entre el Atleti y su gente. El estadio, abarrotado, no permitió un instante de silencio. La afición estuvo infundiendo ánimos a un conjunto que sufrió, pero finalmente logró hacerse con la victoria. Al finalizar el encuentro, la afición, en lugar de salir corriendo para no encontrar atasco al coger el coche, se quedó inmóvil. Se puso en pie la gente y, vociferando, entonaron canciones de ánimo para sus muchachos. “Combato y me levanto”, decía el tifo. Todos apoyaban el lema, todos están con el equipo, que no se dará por vencido. El Atlético buscará convertirse en el ave Fénix y resurgir de sus cenizas. En un acto de complicidad, los jugadores, que ya habían bajado al vestuario, volvieron a salir al terreno de juego para agradecer a la gente el cariño recibido.

No hay nada imposible para los de Simeone. Difícil, tal vez, pero al argentino y a sus pupilos les entusiasman los retos. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, decía Antonio Machado. A base de andar, de correr de saltar obstáculos, de acabar con gigantes y de no dejar de creer nunca, han logrado vivir una de las mejores etapas en la historia del club. Hasta el final, todo es camino y no dejarán de intentarlo los colchoneros hasta el último final. En ese momento, independientemente del resultado, seguro que se escuchará el himno cantado al unísono por toda la gente. Los que estén en el Calderón, en sus casas o los que se encuentren en un bar, apoyarán al Atleti, se convertirán en el jugador número 12, porque como canta la afición rojiblanca: “Jamás, jamás, te dejará esta hinchada, que en las buenas y en las malas, nunca deja de animar”.

Y es verdad que la afición del Atlético nunca deja a los suyos. No les permiten darse por vencidos, quieren que derrochen coraje y corazón, como lo hacen ellos en la grada. Les respaldan en cada momento. Los jugadores, concentrados en el hotel, han salido a saludar y a agradecer el apoyo de la multitud de gente vestida de rojo y blanco que estaba cantando. Falta un día para el partido y la gente ya está en estado de ebullición. Durante el último partido del Atlético en el Vicente Calderón en Champions, se destapará la olla y la melodía invadirá el campamento indio.

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Sobre el autor
Alejandro Santibáñez
Periodista en Vavel. Deporte como forma de vida. Amante del fútbol americano, fútbol, pádel, baloncesto y tenis.