Un lema rezaba el Calderón por aquel entonces: Destino Bucarest. Era un 19 de abril de 2012. Falcao, Arda, Adrián, Miranda, Courtois, Diego y Domínguez encabezaban la machada de conseguir por segundo año consecutivo la Europa League. En frente, un conocido: el Valencia. Dos años antes ocurría lo de la camiseta rota de Zigic, y los de Emery estaban ansiosos por conseguir el título europeo. Se juntó el hambre con las ganas de comer del equipo ché. Simeone por aquel entonces acababa de aterrizar en Madrid apenas hacía unos meses. Era 'el partido' de la semifinal y el Calderón lo sabía. Un estadio a reventar con la mejor entrada de toda la temporada para señalar el camino hacia Bucarest, donde se jugaría la final de la antigua UEFA. Un equipo renovado que se asentaba en un Radamel que comenzaba a mostrar sus garras, sus aires de delantero que marcaba cuando quería y cuya cabeza y ambas piernas eran sus armas, ¡y vaya armas! 

Comenzaba el partido y en mente sólo estaba presente el partido a partido que tanto calaría en el equipo. A los seis minutos el Atlético tenía su primera ocasión y avisaba así que iban a ir claramente al ataque. Los colchoneros, volcados, iban poco a poco creando peligro, y una gran jugada de Arda por banda iba a poner el primer tanto en el marcador. En el minuto 18, el turco le robaba la cartera al central valencianista pegado a linea de fondo y lograba centrar con dificultad. El ariete colombiano logró poner el estadio patas arriba cuando cabeceó dentro del área el rechace de la defensa rival. El Atleti ponía el 1 a 0 en el marcador, pero quería más y más. Un Valencia apenas sin personalidad y ocasiones lograba en el descuento de la primera parte el empate, lo que dejó helados a los atléticos, que veían que con poco habían conseguido el empate. Al comienzo de la segunda parte, Miranda de cabeza hacía el 2 a 1 y Adrián, minutos más tarde, lograba tras una galopada espectacular el 3 a 1.

Pero lo bueno llegó en el minuto 78. Falcao coge la pelota en tres cuartos de campo, un poco escorado a la derecha y con espacio delante de él. Mathieu y Jonas, más rápidos que él y sin balón, le consiguen alcanzar, por lo que el colombiano recorta hacia dentro, hacia su pierna mala. Recorre casi la mitad del área en paralelo a la portería y cuando ya está a la altura del punto de penalti, pero fuera del área, suelta la zurda y manda la pelota al mismísimo travesaño, pero por la parte inferior, lo que hace que la pelota entre con una violencia pocas veces visto en el Vicente Calderón. Falcao ponía la locura en el Calderón, que a pesar de que les volviesen a marcar en el descuento el 4 a 2, nadie le iba a quitar el sueño a los indios de conseguir un título europeo. El resto es historia, y nadie pensaba en ese momento lo que quedaba por vivir en el Estadio Vicente Calderón. 

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