Jan Oblak es uno de esos jugadores que ganan partidos. Pero el esloveno, de tan solo 24 años, lo hace bajo los tres palos, con paradas decisivas que son muy recordadas tanto por los aficionados colchoneros como por los aficionados del mundo del fútbol en general. Unos reflejos prodigiosos y una seguridad de la que pocos porteros pueden presumir. Se ha ganado por méritos propios ser considerado uno de los mejores cancerberos del mundo, compitiendo de tú a tú con grandes nombres como son los de Neuer, De Gea o Courtois.

Es por ello que algunos de los clubes más poderosos (como el PSG o el United) no paran de llamar a la puerta del Atlético de Madrid y del esloveno, siendo este una de las joyas más preciadas del mercado y cuya salida solo es posible mediante el pago de su cláusula: 100 millones de euros.

Primera temporada, difícil

Tras tres años con Courtois en la portería, su perdida parecía imposible de suplir. La dirección técnica barajaba varios nombres de caché, hasta se llegó a hablar de Keylor Navas. Pero al final se lanzaron a por uno de los porteros más prometedores de la liga portuguesa: Jan Oblak. El precio no fue nada barato para tratarse de un portero: 16 millones, algo que fue muy discutido al principio por gran parte de los aficionados.

Pero la primera temporada no fue nada fácil para el esloveno. Comenzó por detrás del otro portero que se había contratado durante este periodo de renovación (Miguel Ángel Moyá), ya que Oblak llegó con una lesión el psoas y el portero español empezó muy bien y demostrando tener la calidad suficiente para ser el cancerbero titular del equipo. Pero se dio una oportunidad a Oblak en el primer partido de Champions contra el Olympiakos. Y no cuajó precisamente su mejor partido, encajando 3 goles. Aquí perdió la confianza de Simeone y se confirmó como el segundo portero de la plantilla, dejándole para los partidos de Copa del Rey.

El antes y el después

La temporada de Oblak se resumía en unos cuantos partidos en Copa del Rey en el que pudimos ver lo mejor y lo peor del portero, con rivales como Real Madrid y Barcelona. Pero llegaron los octavos de Champions, en concreto el partido de vuelta. Al Atlético le tocaba remontar contra el Leverkusen y el portero elegido para ese partido fue Moyá (como ya era habitual). Pero a mediados de la primera parte iba a cambiar la historia del esloveno. Moyá pedía el cambió tras un problema muscular y daba el relevo a Jan Oblak. El momento decisivo para haber llegado a lo que es hoy en este club. Cuajó un excelente partido y el momento clave llegaría en la tanda de penaltis dónde se decidiría quien pasaba a cuartos. Y es ahí cuando Oblak demostró quien es, parando un penalti a Calhanoglu. El Atleti pasaba y Jan era el héroe de la noche.

Sin duda, esta inyección de confianza iba a venirle muy bien para los partidos siguientes. Y a partir de aquí, el esloveno agarró bien fuerte la portería y no la volvería a soltar.

Siguientes temporadas, al máximo nivel

Jan acabó como un tiro la temporada y se confirmó como el portero titular. Aunque algunos aficionados no estaban muy seguros si con Moyá al 100% este volvería a ser titular, Simeone se encargó de despejarlas rápidamente, alineando a Oblak en el primer partido de liga contra Las Palmas.

Oblak ha jugado un total de 113 partidos como rojiblanco, dejando la portería imbatida en 64 de ellos.

Y la temporada no fue muy diferente a como acabó la anterior. Él seguía a lo suyo, realizando paradas meritorias que en muchos casos sirvieron para ganar puntos y partidos. Tras estas numerosas buenas actuaciones, los directivos se movieron rápido para renovar a Oblak y extender su contrato hasta 2021, con la clausula más alta jamás vista en un jugador atlético: 100 millones de euros. Titular en Liga y Champions, llegamos a Mayo con el Atleti a un paso de la final de la máxima competición continental y acechando al primer clasificado en la Liga. Y aquí viviríamos el mejor y el peor momento del esloveno durante la temporada: el partido de Munich y el de Milán.

En el primero podemos decir con total seguridad que Jan fue el gran artífice del pase a la final de Champions, con grandes paradas durante todo el partido y un penalti detenido a Muller cuando peor lo estaban pasando los colchoneros. Sin embargo, en Milán vivió un momento para olvidar. Era la final de Champions contra el eterno rival (otra vez), y tras un partido muy aceptable del cancerbero se llegaba a la tanda de penaltis. El todo o nada. Aquí se pudo ver el que quizá sea su peor momento como portero profesional. Aún no sabemos si por cansancio, si por decisión técnica o por simple superstición, pero Oblak no consiguió parar ni adivinar ningún penalti (y tirándose muy tímidamente, casi estático). Y es algo que extrañó mucho a los aficionados, ya que Oblak había demostrado ser todo un seguro desde los 11 metros.

Esto no evitó que los grandes se fijaran en él para sus porterías. United y PSG andaban detrás suya, pero Jan siempre transmitió confianza al grupo de que iba a seguir defendiendo el escudo del Atleti. Venía otra temporada más (la 3era) en la que el portero ya era considerado de los mejores del mundo.

Jan seguía creciendo y realizando grandes partidos y tras otra temporada en el que su rendimiento fue muy alto, el Atlético se empezó a plantear subir sensiblemente su ficha y elevar la cláusula a los 150 millones para que así entre en el grupo de los Saúl y Koke. Actualmente las negociaciones se encuentran en curso. Sin duda, el gran reto de Oblak es ganar un título con el Atlético de Madrid (ya ganó la Supercopa de España en 2014, pero no participó ni un solo minuto) y aunque el dinero catarí del PSG acecha, los rojiblancos pueden presumir de contar otro año más con el cerrojo esloveno.