Crudo e inexplicable

Es bien sabido que el Atlético no se encontraba, de antemano, en una posición privilegiada dentro del grupo C de la primera fase de la Champions. Pues bien, a pesar de llegar a Bakú habiendo conseguido un único punto de seis posibles, los de Simeone no estuvieron a la altura de un encuentro que les exigió mucha más concentración de la que demostraron. El Qarabağ les dio una desagradable sorpresa en el Estadio Olímpico de Bakú, con Ruddy Buquet como juez de la disputa entre ambas escuadras.

El equipo azerí, cuarto clasificado del grupo en el que también están el Chelsea y la Roma, ha metido un gol y recibido ocho en lo que lleva de competición. De buenas a primeras, parecía el rival más asequible de los tres a los que se vienen enfrentando los colchoneros, y de cierto modo, podría haberlo sido: es un conjunto al que le falta estabilidad en el centro del campo y, en términos de calidad de los jugadores, notoriamente inferior al Atlético. A pesar de todo, el Qarabağ se creció y logró cerrar el partido con su portería a cero ante un irreconocible Atlético.

Por otro lado, los madrileños llegaban con sed de más, con necesidad de victoria. Sólo les valía ganar y, sin embargo, estuvieron relajados durante todo el encuentro, sin generar demasiadas ocasiones peligrosas, sin terminar las jugadas y derrochando una desmesurada imprecisión. No se supo si Griezmann y Koke jugarían hasta el último momento: finalmente, el de Vallecas quedó fuera por lesión, mientras que Antoine sí que entró en el once titular –aunque su presencia no fue determinante en absoluto. Cabe destacar, además, que el XI titular contaba con tres jugadores que debían reivindicar su presencia a toda costa; estos son Gameiro, Vrsaljko y Gaitán. Ninguno de los tres logró destacar, y a excepción del croata, los otros dos fueron sustituidos.

Un encuentro sencillamente insípido

El partido comenzaba sin muchos sobresaltos, aunque sí que es cierto que al inicio, el Qarabağ entró más fuerte que el Atlético. Esta inesperada fuerza debió desconcentrar al conjunto colchonero, que anduvo distraído y no ejerció la presión debida. Corrieron  detrás del balón sin rumbo ni sentido, sin lanzar contras peligrosas y dejando que el Qarabağ se pasease “como Pedro por su casa” por el terreno de juego.

A partir del minuto 25, los rojiblancos parecieron despertar de su pesadumbre, y comenzaron a crear algo de juego. Siguió faltándoles la comunicación y el enlace entre sí, pero Gaitán tuvo una primera ocasión que se marchó por lo alto de la portería de Sehic. Poco más adelante, tuvo lugar un mano a mano entre el portero del Qarabağ y Carrasco: el guardameta ganó el duelo, pero parecía que el Atlético estaba por fin dentro del partido. La ocasión volvería a repetirse de una forma similar, esta vez para Griezmann, que tampoco tuvo la suerte de encajar el necesitado gol. El galo no volvió a aparecer más.

Justo cuando parecía -o así quería creerlo la hinchada- que los del Cholo habían entrado en razón y se pondrían a jugar en serio, la cosa empeoró. Flojos en defensa, desdibujados en ataque, y encima, otorgándole balones al rival. El Atleti no tenía necesidad de sufrir, pero pareció quererlo. 

La segunda parte agudizó el desastre, ya que los de Gurbanov llegaron incluso a generar angustia en el área visitante gracias a las intervenciones de Henrique y Ndlovou, quien fue expulsado por acumulación de tarjetas amarillas. Y ni contra diez. Entraron en escena Thomas, Correa y Torres, que parecieron querer rescatar al equipo, pero tampoco pudieron. La entrada de estos tres implicaba, claro está, la salida de otros: se marcharon del campo Gaitán, Gameiro y Carrasco -este último, con una parsimonia digna de enfado-, tras haber ejecutado un encuentro que antes parecía un amistoso que de Champions

Durante la última fracción del partido, el Atlético colgó algún que otro balón al área para tratar de meter el gol que los salvase del bochorno; el más significativo estuvo en la cabeza de Fernando Torres, mas se marchó alto. En definitiva, los únicos jugadores a los que podría atribuírseles algún mérito notable al término del encuentro son Filipe Luis, Giménez, Saúl y Oblak. 

Así, no

Poco más queda por señalar de este partido, que es sin duda alguna uno de los peores encuentros que ha disputado el Atlético de Madrid en lo que va de temporada. Algunos de los jugadores parecían insensibles a lo que se estaban jugando, lo que hace que se hayan visto alejados los octavos de final. Saben que cuentan con una fiel afición que los apoya en todo momento, pero deben reconocer que no han dado todo lo que de ellos se esperaba y cambiar el rumbo si quieren corresponder a los incondicionales que están a su lado. 

"El esfuerzo no se negocia"

Es más complicado de lo que ya lo era, pero todavía no resulta imposible clasificarse. El problema es que ya no sólo dependen de sí mismos, sino que quedan sujetos a lo que hagan el resto de equipos del grupo. Un arranque arduo que deja malas sensaciones tanto en la plantilla como entre los aficionados: hay que hacer que este Atleti se levante como sea, no tire la toalla y siga luchando como siempre acostumbra a hacer.

No todo está perdido, y hay que tenerlo muy presente, pero es tiempo de recalcular la estrategia y el camino a seguir. Es esencial que no se pierda el espíritu que caracteriza a este equipo, que se recupere la ambición y no se deje, nunca, de creer.