En el Villamarín pasan cosas. Positivas, negativas, para uno u otro equipo. Pero no es difícil acudir al estadio de Heliópolis y pasárselo bien desde un punto de vista neutral. Eso sí, los béticos empiezan a acumular desesperaciones, y eso que apenas se llevan disputadas cuatro jornadas de Liga. En el minuto 20, el público abucheaba a su equipo y los ultras, ubicados ahora en todo lo alto, se iban del estadio. En el 95', jaleaban en busca de una victoria que se vio lejos, cerca y finalmente quedó en ilusión.

El partido en sí fue una batalla. La entrada del Betis al campo fue directamente inexistente; su banda derecha era un coladero y antes de que se hubiese dado cuenta ya perdía 0-2. Era entonces cuando el público pensaba 'otro año igual'. El equipo reaccionó y Musonda salió antes del descanso, aunque para antes Álex Alegría, que jugó de delantero centro, ya había cabeceado a la red un centro de Rubén Castro. Los papeles cambiados.

La segunda mitad fue un cúmulo de sensaciones indescriptibles. Vezo fue expulsado al inicio y el Betis, otra vez, jugaba con superioridad. Álex Alegría, que seguía de '9', cazó un balón suelto en el área y el Villamarín se volcaba con su equipo. Quedaba media hora por delante y la victoria, ante uno menos, era posible. Pero una contra del Granada acabó con un penalti cuanto menos dudoso de Adán. Esa jugada podría resumir el partido: el propio Adán paró el penalti, a su derecha, volvió a sacar el primer rechace, aún más difícil y en el segundo, un defensa bético apareció bajo palos. El Betis no terminó de encontrar la portería y al final cosechó un punto de insatisfacción.

Betis 2-2 Granada