El Real Betis y el Granada salieron al césped del Benito Villamarín con dos estilos de juego bien diferenciados. El conjunto nazarí, fiel al estilo de Paco Jémez, intentó controlar el encuentro desde la posesión del esférico, saliendo con él controlado desde la línea defensiva, algo que en ocasiones les puede pasar factura, ya que hay veces que requieren un despeje en largo. Pero, fuera de esas acciones puntuales, el Granada va cogiendo el color que necesita para comenzar a cosechar buenos resultados, algo complicado con tantas incorporaciones cada verano.

Por su parte, el Real Betis quiso asfixiar a los de la Alhambra desde el pitido inicial. El conjunto de Gustavo Poyet, quien estuvo en la grada por su sanción, salió al terreno de juego con las líneas muy adelantadas, intentando robar el balón en campo rival para estar con los máximos efectivos posibles en el área contraria.

En un primer momento, la apuesta del Real Betis parecía la más acertada, ya que el conjunto bético comenzó a cosechar ocasiones, aunque sin demasiado peligro. Pero fue un espejismo, ya que el Granada logró imponer el control en el partido. El conjunto de Jémez empezó a desplegar sus líneas y el Betis comenzó a replegar y a cerrarse en defensa, un fallo castigado por Carcela, tras un error en la salida de balón del Betis.

La parroquía veriblanca se impacientaba, y fruto de ello, los jugadores béticos comenzaron a mostrarse con cierta inseguridad, fallando pases "fáciles" y perdiendo todos los duelos individuales ante los jugadores del Granada, que aprovecharon ese vendaval para anotar el segundo tanto. Ese gol de Bueno, paradójicamente, encendió al Betis, y a su entrenador, que preparó un cambio para dar otro aire al partido.

Con Musonda preparado en la banda para ingresar en el campo, Álex Alegría anotó el primer tanto del Betis, para satisfacción de la hinchada local. Un tanto que provocó un cambio en la mentalidad de la grada y de los jugadores, que veían tocados al Granada

Desde el primer gol del Betis hasta el descanso, el Granada no respiró ni un minuto y la grada local pudo comprobar de lo que es capaz su equipo cuando le tocan los sentimientos. Un dominio total y absoluto del Betis en todas las facetas del juego y en todas las partes del campo, que casi por milagro para el equipo nazarí, no pudo transformarse en gol.

Tras el descanso, el vendaval verdiblanco siguió estando presente sobre el Benito Villamarín, lo que provocó desajustes en la zaga del Granada, que se tradujo en la expulsión de Vezo. Algo que incomodó al Granada, ya que había viajado con tan solo un recambio defensivo a Sevilla y Jémez le había utilizado al comienzo de la segunda mitad, que sumado a las molestias de Foulquier y al empuje de la afición bética que hizo del Villamarín un hervidero, dieron alas a un Betis que cada vez veía más cerca la remontada. Esa afición, entró en su punto de ebullición con el gol del empate, transformado de nuevo por Álex Alegría.

El conjunto de las trece barras siguió atacando, con ocasiones muy claras para culminar la remontada. Pero se avecinaba la oportunidad nazarí para llevarse la victoria. Una jugada que comenzó con una mano por parte del Granada, pero que el árbitro debido a su distancia con la jugada no logró ver. La acción se encaminaba hacia el área de Adán, y este decidió salir a por el balón derribando a Ponce. Un derribo algo dudoso, ya que el guardameta bético tocó primero el balón, pero Del Cerro Grande no lo consideró tal y decidió pitar la pena máxima.

El Villamarín enmudeció, tras cantar y apoyar a Adán. Por un momento el tiempo se detuvo, pero Adán y Mandi consiguieron reanudarlo con una gran triple parada a Ponce. Adán paró primero el penalti y después el primer rebote, para que Mandi finalmente mandara a córner el segundo rechace de Ponce, ya sin portero.

El Betis estaba más enchufado que nunca, con la afición apretando al máximo, pero sucedió una tangana en la que entraron tanto los jugadores como los cuerpos técnicos de los dos equipos, lo que hizo que las pulsaciones del Real Betis bajaran y, a pesar de tener alguna ocasión más, no pudiera culminar la remontada.