Año 1935. España se encontraba en un período revuelto previo a la Guerra Civil entre los que estaban a favor de la continuación de la II República española y los que eran partidarios de un cambio hacia un régimen militar de la mano de Francisco Franco.

El choque de ideologías que había en el país, por entonces republicano, provocó el exilio de muchos de los grandes poetas que había en esta tierra. Pero, aún así, se seguían publicando obras fantásticas como Donde habite el olvido de Luis Cernuda o Canción de Juan Ramón Jiménez.

En medio de todo este escenario tan movido y tan resaltado en la historia de España, se disputaba un partido que, como todo lo anterior, pasaría a la historia.

Poco tiempo llevaba el foot-ball en Sevilla, al igual que poco llevaban los equipos de la ciudad hispalense siguiendo caminos de forma individual. El Betis Balompié aún no había sido capaz de invadir el recién inaugurado (siete años atrás) Estadio de Nervión y llegaba a este partido con esa intención. Los de Patrick O'Connell llegaban siendo líderes de la primera división por delante de equipos como Madrid o Barcelona.

Por otro lado, el cuadro de Nervión llegaba al enfrentamiento hispalense situado en la octava posición, pero a pesar de esta clara diferencia en la clasificación, los sevillistas se presuponían un rival difícil en el ámbito verdiblanco.

Comenzaba el partido, arbitrado por el catalán Agustín Vilalta Bars, que no parecía estar inclinado hacia ninguno de los dos lados. El Betis hacía gala de una defensa férrea y efectiva. Defendía y defendía hasta que en el minuto 23, el jugador verdiblanco Lecue anotaba el primero para los visitantes, que recogía un rechace de Euskalduna e introducía la pelota en la red.

Faltando escaso tiempo para el descanso, un tiro de Saro lo rechaza Eizaguirre muy forzado y recoge Adolfo que traslada a Lecue y éste consigue el segundo goal.

Se llegaba al descanso con un 0-2 a favor de los hombres de O'Connell. Al comienzo de la segunda mitad de juego, el Sevilla realizó unas variaciones en su disposición en el terreno, y, a partir de aquí, iba a tener mucho más control del juego y del balón. Todo esto era inútil ante la sobresaliente defensa del Betis Balompié. El Sevilla asediaba el área del Betis, pero en vano. Hasta que llegó el minuto 76 de encuentro, que llegaría el tercero de los visitantes. Gol de Adolfo, que remató un gran centro desde la banda de Saro.

El partido acabó y la historia cambió. El Betis Balompié, por fín, ganaba en el estadio del rival más cercano. Y lo hacía de manera abultada, por 0-3. Esta victoria le permitía a los verdiblancos seguir en el primer puesto de clasificación.

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