Ganar era lo primero. Convencer, lo segundo. El Real Betis cumplió con su objetivo principal en Pamplona, trayéndose tres puntos de oro para Sevilla que saben a oxígeno puro viendo la situación que atravesaba. El propósito para esta temporada es quedar entre los 10 primeros clasificados pero la clasificación invitaba a preocupaciones. Tanto como las sensaciones, nada positivas para llevar dos meses de competición. Los navarros, mientras tanto, gozaron de sus mejores oportunidades tras el empate aunque era más por corazón que por cabeza. Un 'chicharro' soberbio de Felipe Gutiérrez en el descuento, de falta directa, da vida al míster uruguayo que andaba en la cuerda floja. Una semana más. Quién sabe si será pan para hoy y hambre para mañana. El tiempo lo dirá.

La alineación del técnico uruguayo sorprendía a propios y extraños. Básicamente, por dejar al máximo goleador de la historia del club en el banquillo. Al igual que a Álex Alegría. Eso o sacar de inicio a jugadores como Piccini o Álvaro Cejudo, futbolistas que para la afición del Real Betis son mirados con lupa desde hace tiempo. Los cambios, tardíos cuanto menos pero tenían su explicación. Para Gustavo Poyet, al menos, había una. Comulgar con tu afición es clave y el charrúa toma decisiones impopulares a más no poder. Al lio.

El Estadio El Sadar acogía un partido clave para los dos. Los de Enrique Martín eran conscientes de la dificultad del envite por la calidad ofensiva de la plantilla verdiblanca pero llegaban reforzados tras el 2-3 ante el Eibar del lunes. Así pues, necesitaban mantener esa dinámica positiva para salir cuanto antes del descenso. Los andaluces venían tras encajar una paliza ante el Real Madrid, algo que fue la consecuencia de la imagen tan negativa de San Sebastián. Por lo tanto, sumar era la prioridad para ambos equipos.

Marca de la casa

El partido comenzaba con respeto. Pocas ocasiones por no decir ninguna hasta que Joaquín sacó la varita mágica para superar de vaselina a Nauzet tras un gran envío de Petros. Era el 0-1 de un Real Betis que realizaba su primer tiro a puerta. Los magos tienen en su chistera secretos y el de El Puerto de Santa María es uno de ellos. Qué difícil es averiguar cómo levantar una pelota de esa forma para adelantar a su equipo. Llegaba muy forzado, casi sin opciones, pero el gaditano es diferente al resto. Su partido en Pamplona fue rozando la excelencia, por su golazo sumado al compromiso que tiene esta temporada. Para los que dudaban.

El corazón vale para empatar

Osasuna, a partir de ahí, supo venirse arriba. Quedaba un mundo por delante para evitar la derrota y estuvo a punto de conseguirlo. Los locales tuvieron una clara con un cabezazo que sacaba Felipe Gutiérrez con sus partes nobles. Y, nada más arrancar la segunda mitad, pasaría lo que buena parte del espectador imaginaba: el empate. Obra de Roberto Torres, un chico con un buen golpeo de balón. En este caso, solo tendría que empujarla porque el centro-chut de Berenguer se topaba con la madera de Adán. El rechazo, para el '10', que no perdonaba. 1-1.

Todo parecía controlado porque ninguno dio verdaderamente la sensación de querer ganar. Un poco más el Real Betis. O Sanabria mejor dicho. El paraguayo gozaba de buenas oportunidades, tanto de cabeza como un disparo en la frontal del área, a lo que Nauzet tuvo que ponerse las 'pilas'. El encuentro estaba tranquilo, olía a empate desde lejos. Todo hasta que Rivière se auto-expulsaba con una patada sin balón a Brasanac. Roja directa. Al francés le entró la locura. Se le fue la olla por completo.

'Chilenazo'

A él se le fue la olla y a su equipo el partido. Felipe Gutiérrez, en el descuento, ejecutaba a la perfección una falta desde más de 30 metros que superaba a Nauzet. La pelota hacía un efecto peligroso para cualquier portero pero el ex-meta del Sabadell bien pudo hacer más. Éxtasis verdiblanco por ganar 1-2 en Pamplona. Más por el momento que por la victoria, que también era fundamental. Aire fresco para Gustavo Poyet, en el punto de mira de la parroquia del Real Betis. El uruguayo comerá en Sevilla una semana más. Quién sabe hasta cuándo lo hará. Solo el tiempo.