No iba a ser un domingo cualquiera en Sevilla. Llegaba el Barça de Luis Enrique, una máquina prácticamente letal para cualquiera engrasada para seguir metiendo presión no solo a su eterno rival sino también al eterno rival del Real Betis. Aquí juegan todos. Horario de misa. Ni los chinos querían perderse este encuentro. Motivo de Javier Tebas. Tampoco fallaron los 'locos de la cabeza' de siempre, que llenaron a rebosar las tres gradas del Estadio Benito Villamarín a falta de completarse con su querido Gol Sur. Además, por si fuera poco, comenzaba la segunda vuelta. Ya no hay opciones para fallar porque quien perdone lo paga.

El Real Betis salió con la lección aprendida de la ida. Eso fue rozando lo grotesco. Ahora, con su gente, había que dar la cara. Vaya si la dieron los chicos de Víctor Sánchez, que en casa son otros. Con una presión casi asfixiante, con laterales convertidos en carrileros que subían constantemente. Los verdiblancos tenían un plan. Todo con su máximo goleador histórico como referencia. Eso es también un alivio. Suele ser un alivio mejor dicho porque Rubén Castro no tuvo su mejor día. Y no fue precisamente por no intentarlo ya que la tuvo de todos los colores. Con la izquierda, con la derecha o de falta. La última ya llegará.

Los culés sabían que el ritmo no era el adecuado. Pero a este Barça le faltaba más que simple intensidad. Sufría constantemente por las bandas, tanto con Aleix Vidal como con Digne. Tampoco aparecía la 'MSN'. Solo lo hizo una vez, con un servicio magistral de Messi para Neymar que Adán conseguía despejar en el mano a mano. Estaba siendo mejor el Real Betis, que proponía más, pero enfrente no estaba cualquiera. Cabe reseñar la titularidad de Tosca y Rubén Pardo, los nuevos chicos traídos por Miguel Torrecilla este mismo verano. 

Llegaba el tiempo de asueto. Solo faltaba el tanto en el cuadro local. En el Barcelona, mucho más que eso porque la imagen era preocupante cuanto menos. Más de uno hubiera pagado por ver esa charla de Luis Enrique. La lógica decía que todo iba a cambiar en el segundo acto. El cansancio podía pesar en los verdiblancos y, obviamente, el Barça tendría que poner una marcha más al vehículo.

Fue todo lo contrario. El Real Betis siguió fiel a su estilo en el que sería su mejor partido de la temporada. Importaba poco el resultado porque Heliópolis estaba disfrutando. Esa extraña sensación de verse reflejados en el césped, donde 11 'gladiadores' estaban luchando sin espada. Sí, los mismos que la semana pasada no pasaban de un 0-0 ante el antepenúltimo de Primera División.

El conjunto sevillano tenía ganas de agradar. Tantas como Dani Ceballos, un chico totalmente recuperado desde la marcha de Gustavo Poyet. Parece ser que tenía calidad. La misma que sacaría para lanzar un chut lejano que casi sorprende a Ter Stegen. La pelota besaría la cruceta. Miraba al cielo el canterano, desesperado porque no se podía poner la guinda al pastel. El colmo de la mala suerte llegaría un poco después, esta vez con 'RC24' como actor principal. Chut del canario desde la frontal del área que repele la madera. El Estadio Benito Villamarín no se lo creía. Ni cómo estaba jugando su Real Betis ni cómo no podía estar ganando al Barça viendo los méritos de uno y otro.

La Alegría, por fin

Una hinchada 'loca' | FOTO: VAVEL
Una hinchada 'loca' | FOTO: VAVEL

Fue acto seguido cuando por fin enloquecerían los más de 43.000 espectadores presentes. Saque de esquina rematado por Donk, que saldría en la segunda parte, cuyo rechace cae a Alegría que haría el 1-0. Piqué, bajo la línea, no pudo sacarla. Ya ganaba el cuadro de Víctor Sánchez con total merecimiento. El 'CurroBetis'  de las grandes tardes estaba de vuelta.

A partir de ahí, ojos al marcador para ver cómo el tiempo no corría. El Barcelona estaba cayendo. El vendaval azulgrana dejaría ver acciones para la polémica, como dos posibles goles 'fantasmas' que Hernández Hernández no quiso subir al marcador. Ambos sacados por Mandi bajo la línea. Uno de ellos, viendo las imágenes en televisión, confirma que la tecnología en este deporte empieza a ser necesaria. No había dudas. La sentencia la tuvo Rubén Castro al final, en un mano a mano tipo Nico Gaitán en Vitoria, que no supo definir. Lamento se llama la palabra.

Hasta que el mago sacó la varita

Silencio tras el 1-1 | FOTO: VAVEL
Silencio tras el 1-1 | FOTO: VAVEL

Víctor Sánchez agotaba sus piezas para meter a todos sus defensores posibles al mismo tiempo. Piccini, Rafa Navarro, Pezzella, Mandi, Tosca, Durmisi o Donk. Y porque pocas opciones más había en el banquillo. Había que aguantar con uñas y dientes ese marcador tan prestigioso. Todo hasta que aparecía el más chico de la clase pero a la vez el más grande. Pase interior para Luis Suárez que, de primeras, firmaba el 1-1. Mazazo para la hinchada verdiblanca que ya saboreaba el triunfo.

Terminaba un partido que tuvo casi de todo donde el Real Betis fue el que aparece de vez en cuando. Un equipo capaz de plantar cara a uno de los mejores del mundo. No acompañó la suerte con dos balones a la madera o con numerosas ocasiones desperdiciadas -16 - 6 en remates totales-. Tiene trabajo Luis Enrique por delante. Y es que su conjunto no dio la talla en Heliópolis. Cuando pudo no quiso. Cuando quiso no pudo. Un empate final que no deja nadie contentos del todo pero tampoco deja tristes a ninguno. El 'CurroBetis' tuvo la victoria en la mano. Y al Barcelona le faltó tiempo para, quién sabe, culminar la remontada. Media Alegría.