El partido de ayer, sin duda alguna, fue toda una vergüenza a ojos del aficionado bético. La plantilla conformada este verano por Serra Ferrer bien lejos debería haberse mantenido de que un rival de la zona baja de la tabla consiguiese anotar hasta cinco dianas al cuadro de Antonio Adán, pero ayer el equipo sufrió una nueva y decepcionante derrota que hace tambalear los cimientos de las aspiraciones del conjunto heliopolitano para este año.

Sin ni si quiera haberse escuchado el pitido inicial, los béticos tenían un miedo fundamentado, pues si algo se le está dando mal al Real Betis esta temporada es la vuelta de los parones por selecciones. Ello, conjuntado a que la última vez que jugó en lunes perdió y que hacer de visitante no es el fuerte de Quique Setién, provocó la mezcla perfecta par un partido complicado. Sin embargo, lo que planteamos aquí es lo que pasó en el tiempo de juego que dio lugar a la derrota bética en Ipurúa.

Retuvo el balón, pero no lo aprovechó

A pesar del ridículo protagonizado anoche, el Real Betis consiguió mantener la posesión del balón el 56% del tiempo de juego, pero no hizo nada de provecho con el balón. Sin ir más lejos, en el mapa de calor bético, se puede apreciar que los jugadores de Quique Setién sólo se movieron en su mitad del campo, quedando unas notables calvas en la delantera, cosa que hasta ahora no había sucedido. Literalmente no consiguieron que Sergio León conectara con el centro del campo. Tampoco se mostró creativo en su iniciativa ofensiva el Betis, pues en sus subidas de balón, hasta un 54% de ellas se realizaron por la banda derecha, lo que propició total previsibilidad de movimientos, a la par que sufrió un ataque mucho más compensado por las bandas de parte del Eibar, que le dejó desprotegido a Adán.

Sin atacar es imposible ganar

Especialmente preocupante es el hecho de que el Eibar rematase hasta un total de 17 veces a portería, mientras que el Real Betis realizó 4 remates, de los cuales ni un sólo golpeo estuvo encuadrado entre los tres palos que defendía el Eibar. Un error imperdonable para un equipo que se nutre principalmente del trabajo ofensivo. Esto se acentúa más todavía sabiendo que los verdiblancos tuvieron la posesión, lo que demuestra que no hubo mordida ni intencionalidad de buscar los 3 puntos. Prueba de ello es la inmensidad de pases fallados, una total falta de concentración que puso todos los dedos sobre Adán, el peor conector de balones, con hasta 20 cesiones de balón erradas. Con ello, su demérito también pone en evidencia a los zagueros, pues el madrileño tuvo que hacer aparición un total de 9 veces en el encuentro, siendo 5 de ellas gol, y 4 paradas. No llegó a atrapar ningún balón Antonio en todo el encuentro.