El Real Betis ha comenzado el año de una manera extraordinaria. Tras la euforia que inundaba el vestuario al ganar el derbi en el Sánchez Pizjuán, los verdiblancos conseguían hacerse a base de trabajo con una victoria importantísima ante el CD Leganés.

El triunfo en el Pizjuán no solo fueron buenas noticias. Mandi y Feddal, ambos apercibidos de sanción en el derbi, vieron la quinta amarilla por lo que la defensa verdiblanca habría que rehacerla.  Marcos Álvarez, entrenador del Betis en la noche de ayer, apostó por el clásico 4-2-3-1 para afrontar el duelo. Con Amat y Javi García ocupando el centro de la saga el Betis pareció ganar poderío físico.  La línea defensiva la completaban Durmisi y Francis. 

El canterano volvía a ocupar el lateral diestro ante la ausencia de Barragáncumplío con creces ante uno de los jugadores más complicados de cubrir en la noche de ayer, Amrabat. Guardado ocupó, junto a Fabián, el doble pivote y la media punta fue para Boudebouz. Las transacciones eran rápidas y el Betis supo manejar gran parte del partido con un fútbol combinativo bastante bueno.

Las bandas las ocuparon Joaquín y Tello que volvieron a ser decisivos anotando los dos primeros goles del partido. Mientras que el de Sabadell parece recuperar su mejor versión, el portuense vive en su eterna juventud y fue capaz de poner el segundo tanto en el marcador con una carrera desde más de medio campo tras un balón medido de Adán a la espalda de los centrales.

El ‘20’ verdiblanco por su parte abrió el marcador. Sergio León, algo desaparecido en la noche de ayer, recuperó el balón en la zona de tres cuartos y encaró portería,  pero se topó con la mano de Cuéllar. Tello que llegaba desde atrás en carrera envió el balón al fondo de las redes.

Además junto a Joaquín, fue el más desequilibrante en la noche de ayer. Con buenos desmarques y pases rápidos para abrir espacios entre los jugadores del Leganés que se encontraban embotellados en su campo. 

Si algo ha cambiado en este Betis desde la llegada de Quique Setién, es la confianza que han ido ganando los jugadores con el paso de los partidos. Esto se ha visto reflejado con el aplomo y la templanza con la que tratan el balón. Los nervios que antes hacían que a los futbolistas pareciera que les quemara el balón en los pies han desaparecido, y ahora el control del esférico es absoluto. Como ya decía el técnico con confianza y paciencia todo llega, y este equipo puede conseguir lo que se proponga.