De origen comorense pero nacido en Marsellla, Rafidine Abdullah fue una de las esperanzas del fútbol francés, pasando por las categorías inferiores de los Blues desde la sub-18 hasta la sub-21, pero finalmente acabó decantándose por la camiseta de la selección de Comoras, con la que debutó el 11 de octubre de 2016 ante la selección de Togo. El mediocampista se inició en las categorías inferiores del Olympique de Marsella y en 2013 pasó a las filas del Lorient Football Club, en el que jugó durante tres temporadas, disputando 51 partidos y anotando un gol.

Foto: http://www.africatopsports.com
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Al firmar por el Cádiz todos los analistas, los ‘scoutings’ deportivos, dibujaban el perfil de un medio defensivo de mucho trabajo con esperanzador futuro y experiencia en las máximas categorías del fútbol francés. Se apuntaba que era un medio con un enorme margen de mejora por su juventud al que quizás se le pedía mayor prudencia y medida  en la disputa de los balones divididos. Con el paso de los meses, los partidos y el desarrollo de la competición, tanto la afición cadista como los técnicos han podido detectar en Rafidine una serie de cualidades y defectos que le ubican en ese universo de jugadores que por su imprevisibilidad son capaces de absolutamente todo.

No cabe duda que Abdullah atesora la capacidad para brillar tanto en el trabajo de destrucción como en el de construcción del juego, pero si por algo ha sorprendido en tierras gaditanas es porque en su perfil esconde una serie de variantes que conectan de inmediato con el sentir y la forma de concebir el juego de la afición gaditana. Rafidine es un loco genial un poco incontrolable, pero a medida que se ha ido soltando en la Liga 1|2|3, ha dejado entrever que posee esas pinceladas de duende que tanto cautivan en Carranza. Abdullah se percató al instante de que la grada amarilla apreciaba de manera especial ese otro fútbol; posiblemente por ello en principio abusó demasiado de desarrollar ese tipo de fútbol vistoso de cara a la grada, pero gracias al trabajo del cuerpo técnico y sus compañeros, su adaptación a la categoría está siendo cada vez más positiva.

Foto: Pedro Ortega / VAVEL
Foto: Pedro Ortega / VAVEL

El futbolista marsellés de origen comorense ve el pase que nadie ve, juega con la pausa de aquellos otros tiempos en los que el fútbol bebía de la fuente del arte del engaño y, además de aportar trabajo es capaz de moverse en esos terrenos que solo pisan los que ven y sienten el fútbol de otra manera. Por la citada razón, porque es un loco genial, en Cádiz ya comienzan a hablar de Abdullah como el Sultán de Comoras.

No en vano pese a haber nacido en Marsella el futbolista hoy cadista encuentra sus orígenes al norte de Madagascar, al este de África, en el Océano Índico, donde se ubica el archipiélago de las islas Comoras compuesto por Gran Comora, Anjouan, Mohéli y Mayotte; además, de otros islotes menores. De tal modo que no es de extrañar que en sus genes, en su estilo de juego, absolutamente personal, Rafidine porte la extrañeza de esas imágenes fantásticas de los primeros pobladores de las Comoras, de los relatos bosquimanos con gran poder de fascinación. Tampoco en la Tacita han pasado por alto que procede de una vieja tierra en la que se produjo un dilatado encuentro de civilizaciones, el cruce de culturas malayo-polinesias de Indonesia, africanas, bantúes y swahilis, árabe y francesa. En cierta medida en su estilo de juego se intuye una personalidad ciertamente especial, quizás como resultado y reflejo de lo vivido por sus ancestros.

La de Comoras es una larga historia de colonialismo, luchas y golpes de Estado, también de sultanatos y, Rafidine Abdullah es de esos futbolistas que parecen haber heredado es convulsa historia, pues es un jugador que no se parece a nadie, que da la sensación de que con la pelota en los pies habla su propio idioma. Además Rafidine posee retazos y pinceladas del fútbol de los suburbios de Marsella y bajo su turbante de bendita locura oculta el choque de culturas de sus compatriotas comorenses.

Por todo ello el Sultán de Comoras es otra de las razones por las que el Cádiz, independientemente de cómo acabe la temporada, es uno de los equipos revelación de la Liga 1|2|3, ocupando la tercera posición y acariciando con la yema de los dedos el objetivo que se marcó a principio de temporada: la permanencia. Sin duda el gran desempeño deportivo del Cádiz en el tramo de competición hasta ahora disputado, responde al trabajo colectivo y al acierto del cuerpo técnico, pero además de Ortuño y Alvarito, Rafidine Abdullah comienza a asentarse como uno de los futbolistas con mayor capacidad y futuro para consolidarse como uno de los jugadores más apreciados por una afición que disfruta y observa curiosa la imprevisible calidad de un excéntrico genial, que anda cuando todos corren y corre cuando todos andan, que ve el pase que nadie ve, que la pega en largo cuando todos piensan en un pase corto, que regatea en el filo del alambre y que además trabaja cuando el equipo lo necesita. Un futbolista que parece llevar intrínseco un cierto grado de polémica que atrae a muchos aficionados, pues a veces de esa cabeza que viaja en alfombra voladora surgen decisiones y acciones que no dejan indiferente al espectador.