Los blanquiazules llegaban a Cataluña con un propósito, acabar con la racha de tres partidos sin ganar. La misión no era para nada fácil, ya que enfrente se encontraba un equipo que viene siendo la revelación de la categoría.

El Reus recién ascendido se encontraba en puestos de play-off, por lo que la victoria no sería un camino de rosas.

Los chicos de Martí de nuevo salieron al terreno de juego con novedades. A la vuelta de Amath al once se le sumó la entrada de nuevo de Aarón entre líneas, Falcón como guardameta y la constatación del fin del trivote sin Crosas entre los 11 de inicio. Rodaba el balón y con ello llegaban las primeras ocasiones.

El comienzo del encuentro no fue el guion que llevaba marcado el entrenador mallorquínComo precedente, el Reus había quitado el balón al conjunto isleño y dominaba en la zona de tres cuartos con ocasiones sin excesivo peligro por medio de Fran Carbiá con tiros desviados. Los blanquiazules mientras, despertaron del letargo, recuperaron la pelota y pusieron la máquina a funcionar llegado el minuto 10.

Se adelantaron las líneas de presión y se empezó a recuperar el balón con rapidez para armar jugadas de peligro personificadas sobre todo en Amath. En esta misión fueron esenciales Vitolo y Aitor que radiaron un buen partido a nivel defensivo, en el plano organizativo, de nuevo poquito.

Pasito al frente por tanto del Club Deportivo Tenerife que se acercaba cada vez más y más a la meta del Reus, como un niño que gatea e intentar dar sus primeros pasos. Imprecisos y sin mucho orden empezó a aparecer el peligro que se perseguía desde el inicio con un Anthony Lozano aún perdido en combate. La brújula aún no estaba del todo afinada.

A pesar de esta ligera mejoría seguían siendo los rojinegros los que llegaban más y de manera más peligrosa.

Las internadas de los laterales fueron como ese mosquito que revolotea la oreja y escuchas el zumbido acercarse. Ángel Martínez y Alberto Benito zumbaron y zumbaron por la banda filtrando balones una y otra vez sin lograr el remate esperado. La mejoría de los visitantes había sido todo un espejismo.

Muchas dudas en los chicharreros que veían que con la posesión del balón en zonas intrascendentes nunca llegarían al puerto de los tres puntos.

Poco juego y poca creación, en un fútbol que se estaba basando en los centros imprecisos de Suso, Amath e Iñaki, pero claro cuando del otro lado tampoco te exigen en demasía te acomodas en el sillón y dejas ver pasar el encuentro y los minutos.

Sin embargo aquellos mosquitos de los que hablaba picaron y como una reacción alérgica, el equipo reaccionó de la mano del hasta ese momento fantasmagórico Anthony Lozano. El hondureño en una acción individual de gran calidad en la mitad de la primera parte sacó un gran disparo que repelió Edgar Badía, además de una jugada que a punto estuvo de rematar a bocajarro a la portería. El disparo fue demasiado flojo y el portero pudo reaccionar con los pies para evitar el primer tanto rival.

Pero para ser justos ninguno de los dos controló el encuentro, ni había merecido mucho más que ese empate a goles con el que los jugadores se marcharon al túnel de vestuarios.

 Oportunidad desaprovechada

Cambio radical en la segunda parte. Los blanquiazules salieron enchufados y con una idea cambiar el rumbo agridulce de la primera mitad.

Se acumularon las ocasiones ante un equipo rival desbordado en los primeros instantes de la segunda parte. Llegada de Amath en el minuto 47 que acabó en las manos del portero local con facilidad. Mucha intensidad en el inicio e importante mejora.

Lozano estaba al fin causando estragos en los últimos metros a los centrales rojinegros con buenos movimientos que acabaron en disparos desviados.

El Tenerife se había convertido por tanto ya en el dueño del encuentro y merecía algo más que ese resultado gafas. Pero para variar el gol no llegaba pese a la insistencia.

Había sonado la corneta y la avalancha ofensiva tinerfeña estaba en ese momento a tope. Suso con un gran disparo desviado que rozó el tanto estuvo a punto de justificar la insistencia, pero seguía el cero en el marcador y proseguía la tara que tiene este equipo de Martí, muy fallón de cara a puerta.

Final del partido entreel Reus y el Teneride de la novena jornada de LaLiga 123. Foto: LaLiga
Final del partido entre el Reus y el Tenerife de la novena jornada de LaLiga 123. Foto: LaLiga

Y cuando perdonas, ya sabemos lo que suele pasar. El que avisa no es traidor, y el Reus levantó la mano para ser voluntario a la victoria. Gran disparo de Carbiá a la salida de una lanzamiento de falta que rozó la escuadra.

Susto para los blanquiazules que sabían que era ya la hora de cerrar un partido que habían conseguido dominar con gran autoridad en los segundos 45 minutos.

Siempre viene bien una ayuda. Y esta vez llegó de un actor que no suele echar muchas manos a los isleños. El árbitro se inventó un penalti a Iñaki Sáenz en el minuto 67. Mejor ocasión para adelantarse no habría. Pues bien, en este equipo todo es impredecible y ante esta acción Lozano sorprendió con el fallo desde los nueve metros estrellando el balón en el larguero.

Tan solo 6 goles en 9 partidos

El gol seguía siendo el enemigo íntimo del Tenerife y el conjunto catalán que se encontraba embotellado con el vaso medio lleno, lo vació de un plumazo arrinconando a los tinerfeños en los últimos minutos con varios goles anulados y paradas de mérito del guardameta. Los canarios acabaron sufriendo y pidiendo la hora en un partido que por oportunidades debieron ganar.

Ya es el cuarto partido sin sumar de tres en tres y la falta de puntería preocupa, y mucho. Y es que sin goles no hay paraíso.