Castilla y León, tierra de ilustres e históricos reyes de la Corona de la España Medieval. Tierra donde se curtieron grandes batallas que pasaron a la historia, donde las victorias y las derrotas honraban o desacreditaban a los combatientes. Ayer, por un instante, Pucela se convirtió en coliseo de dos equipos aguerridos y valientes con un solo propósito: avanzar a la siguiente ronda de la Copa de Rey.

Allí, en medio de una lluvia torrencial, el CD Tenerife debía batallar con el Real Valladolid, equipo local y siempre difícil de derrocar. No fue una noche distinta para los vallisoletanos. A pesar de la intentona y la valentía tinerfeña, los blanquivioletas golpearon, resistieron y finalmente noquearon a su rival. Quizás demasiado premio para el mérito de ambos.

El CD Tenerife aterrizaba en Castilla y León con una consigna clara: traer la Copa del Rey a la isla y romper los fantasmas de su mala dinámica. A sabiendas de ello, el técnico blanquiazul José Luis Martí combinaría fijos con menos habituales en su once de combate. Falcón, Cámara, Carlos Ruiz, Germán, Camille, Aitor Sanz, Alberto, Omar, Alex García, Cristo y Jouini eran los once guerreros elegidos para la contienda.

Sin embargo, no todo salió como esperaban. El Real Valladolid se mostró mordaz y dominador desde los primeros compases del partido, mientras que al Tenerife se le veía inseguro y agazapado a la espera de un inminente contraataque. En una de estas llegaría el primer aviso blanquiazul. Un gran contragolpe dirigido por los hombres de ataque de Martí culminó con un centro preciso de Omar que su compañero y amigo Cristo no supo dirigir desde las alturas. El CD Tenerife empezaba a avisar de que no venía a vérselas pasar.

Imagen de Omar Perdomo en disputa del balón con dos jugadores del Valladolid. Foto: CD Tenerife
Imagen de Omar Perdomo en disputa del balón con dos jugadores del Valladolid. Foto: CD Tenerife

Este susto en clave visitante enfureció a los locales, que ejercieron la réplica con la primera ocasión de peligro del encuentro. El delantero centro Mata falló a bocajarro un balón suelto en el área chica de los tinerfeños que sólo el acierto de Falcón pudo evitar que se colase en su portería.

A partir de este momento, la trama de partido sería gris y somnolienta. Los dos equipos entraron en una dinámica conformista, donde las ocasiones brillaron por su ausencia y las batallas en el medio campo se recrudecieron. Entre tanto, sólo destacaría la primera cartulina amarilla del encuentro, que tendría como protagonista a Aitor Sanz a la media hora de encuentro. Habría que esperar hasta la media hora de partido para ver el siguiente acercamiento. En esta ocasión, el delantero tunecino Jouini remataría alto el primer córner del CD Tenerife.

Rugieron entonces los pucelanos para intentar adelantarse antes de la mitad de encuentro. Sin embargo, fue un querer y no poder. Únicamente Omar Perdono, en el minuto 43, conseguiría crear peligro gracias a una falta lejana que no logró sorprender a Pau Torres. Pitido final y equipos a vestuarios. Mucho debería mejorar el encuentro para que subieran goles al marcador.

Reaccionar o morir

El guion fue el mismo durante los primeros minutos de la segunda mitad. Posesión del balón para los pucelanos y acercamientos de los blanquiazules sobre todo a través de los balones parados, sin embargo algo cambió en los de Martí.

Ducha fría y el equipo espabiló y subió la intensidad apretando a su rival con una presión asfixiante. El Valladolid se estaba ahogando en un vaso de agua, o más bien en su terreno de juego encharcado. Los vallisoletanos se intentaban sacudir la presión como podían y la salida del balón dejó de ser limpia con numerosas pérdidas que aprovecharon los visitantes. En una de ellas llegó la primera gran oportunidad de gol de los tinerfeños por medio de Jouini en el minuto 60. El tunecino recibió un balón llovido, nunca mejor dicho, al que no fue capaz de contactar con limpieza marchándosele el control a escasos metros del guardameta del Valladolid.

Seguía sin controlar el balón el Tenerife, pero al menos era el que ponía el mayor peligro. En plena metamorfosis blanquiazul llegó el primer cambio, ingresaba en el césped Aarón Ñíguez por Cristo González con la idea de tener más control del esférico y crear en la zona de tres cuartos.El Tenerife estaba comprando todos los números para llevarse la lotería del partido y en el minuto 72 un cabezazo de Germán fue salvado sobre la línea, y no la de los cartones.

Imagen de la celebración del tanto del CD Tenerife ante el Valladolid. Foto: CD Tenerife
Imagen de la celebración del tanto del CD Tenerife ante el Valladolid. Foto: CD Tenerife

Pero como si de un casino se tratara, alguien alzó la mano y robó el preciado “bingo” a los canarios cuando más posibilidades de cantarlo tenían. Una pérdida de balón de Alberto, propiciada también por un resbalón de Germán fue aprovechada por Drazic para regatear con facilidad a Falcón y marcar a placer el primer tanto del encuentro, ante la desesperación de Raúl Cámara, el cual en su ímpetu por salvar el gol bajo la portería cayó lesionado tras golpear el poste con su rodilla.

Era el momento de tomar decisiones y de ser valiente. El entrenador mallorquín cogió el toro por los cuernos y revolucionó el equipo metiendo en el verde a Amath y a Lozano en busca de la remontada. Y como si de un truco de magia se tratara con un chasquido de dedos, primer balón que el senegalés tocó y para dentro. Gol de Amath tras un buen balón peinado por Jouini para igualar el encuentro. La valentía tenía premio y la lotería no había terminado.

Seguía insistiendo el Tenerife, “otra copa más” parecían decir los jugadores que no cesaron en el empeño de la remontada. Amath con un centro chut estuvo a punto de confirmarla, pero la oportunidad de oportunidades llegó a falta de dos minutos del final. Balón filtrado por Aitor Sánz que Jouini a bocajarro falla estrepitosamente.

Se había esfumado la opción de remontar antes de los 90 minutos. La ruleta del casino seguía girando.

Fin a la andadura copera en una prórroga para olvidar

30 minutos por delante para dilucidar el ganador y el cansancio se hacía notar en el ritmo del encuentro. La intensidad bajó y empezamos a ver una circulación lenta de balón y menos tiros a puerta, nadie quería arriesgar.

Pero como en toda guerra, hay un justiciero, y en este caso fueron dos. Primero Raúl de Tomás y posteriormente Drazic, con un exquisito gol de vaselina, acabaron con el sueño copero de un Tenerife que fue destronado en Pucela y que pone ya sus miras en Segunda División.