Los tiempos que corrían entre finales de la década de 1970 y los comienzos de 1980 no fueron nada fáciles en el seno del Tenerife. La entidad firmó su retorno a la Segunda División B a la finalización de la campaña 1977/1978.

La entonces entidad presidida por Pepe López, dio con sus huesos en la categoría de bronce tras un la salida de importantes jugadores del club como Esteban, Gilberto, Ferreira y Kraus.

A ello hay que unirle la coincidencia de numerosos equipos con solera e historia a sus espalda que coincidieron con el conjunto insular aquella campaña en Segunda División: Real Zaragoza, Real Oviedo, Celta de Vigo, Real Valladolid, Deportivo de La Coruña... El CD Tenerife descendió como penúltimo clasificado.

En su reencuentro con el tercer peldaño del fútbol español, los tinerfeñistas deambularon por la categoría durante cinco temporadas consecutivas, hasta que se logró el ascenso en la 1982/83 de la mano de José Ramón Fuertes en el banquillo. Fue en la tercera temporada de este lustro de decepciones (1980/81) cuando se produjo la última comparecencia de Tenerife en El Hierro.

Aquel viaje de preparación a la isla más occidental del Archipiélago no sirvió para que los futbolistas blanquiazules pudiesen lograr el ascenso de categoría al terminar en la citada campaña. El representativo, entrenado por José Ramón Lamelo, cerró la temporada en quinta posición, empatado a puntos con el tercer y cuarto clasificado (Bilbao Athletic y Cultural y Deportiva Leonesa, respectivamente). Quizás el fracaso de aquella temporada estaba basado en la pobre regularidad que mostraba el equipo, que combinaba grandes rachas de triunfos ante su afición con decepcionantes encuentros cuando viajaba fuera de Canarias, ya que no era raro que el combinado insular recibiera alguna que otra goleada sonrojante a domicilio. Llegaron los chicharreros a encadenar hasta cinco triunfos de manera consecutiva durante el ecuador de la competición, pero ello no sirvió para que el cuadro tinerfeño lograse enfilar su tránsito por la Segunda B y consiguiera abandonar el pozo.

Al contrario de lo que históricamente le caracteriza, el Tenerife encontró en la competición copera aquella temporada un bálsamo en el que lavar las angustias que estaba viviendo en liga. Los tinerfeños lograron eliminar al otro equipo de las Islas, la UD Las Palmas, que por entonces militaba en la élite del fútbol español.