Tras la decepción que supuso el no ascenso del CD Tenerife el pasado 24 de junio, los dirigentes del club chicharrero se apresuraron a asegurar que el objetivo de cara a la temporada 2017/18 era el ascenso a la máxima categoría del fútbol español. Entonces se argumentaba desde la cúspide del club que no cabía otra opción después de quedarse a un gol de sellar un año perfecto, y este mensaje se quiso afianzar con el eslogan adoptado: "Nos dejaremos el alma".

Objetivamente, este tipo de afirmaciones en caliente y sin ningún tipo de base sólida detrás (fichajes, proyectos, campañas de abonados, etc.) es únicamente una manera de proporcionar ilusión a una afición que al fin y al cabo se quedó con la miel en los labios, con un sabor amargo que puso punto y final a algo que podía haber sido muy positivo no solo para la isla, sino para Canarias en general; tener a sus dos grandes en Primera División supone una proyección internacional indudable para el archipiélago. 

La mayor parte de la masa social que arropa al "Tete" coincide en que la campaña de abonados se lanzó demasiado tarde, sin aprovechar el tirón que supuso la promoción de ascenso.

A pesar de esto, sí se ha aplaudido de forma mayoritaria la considerable bajada de precios en las localidades del Heliodoro. El principal problema es que esto no ha logrado el objetivo perseguido; solo se han abonado hasta ahora unas 2.500 personas, una cifra bastante baja para las expectativas que se habían creado. En este sentido, es un secreto a voces la preocupación existente en el club por esta poca movilización de la hinchada, más aún cuando se creían alejados los viejos fantasmas que auguran división y enfrentamiento constante en el tinerfeñismo. 

Además, los fichajes, de momento, no acaban de ilusionar lo suficiente como para pensar que el equipo pueda luchar por los primeros puestos de la clasificación; Juan Villar y Víctor Casadesús son las incorporaciones más sonadas en un plantel al que aún le faltan varios retoques.

Todos estos factores han hecho que, progresivamente, se haya esfumado ese ambiente mágico que reapareció al final de la campaña 2016/17. También ha desaparecido el optimismo que reinó en el ambiente blanquiazul durante un tiempo, y es que en los últimos años los sobresaltos en la entidad superan a lo meramente deportivo. 

 

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