Hermidita, así conocido para distinguirlo de Pepe y Ángel Hermida – antiguos jugadores del Celta y tíos suyos–, llegó con apenas 20 años de edad al club celeste. Oriundo de Gondomar, su experiencia futbolística se limitaba a otros equipos de la zona como el Berbés o el Peñasco. Su llegada al primer equipo de la ciudad coincidió con la única temporada de la década en la cual el Celta competía en la Segunda División, la 1944-45. Hermidita participó apenas en cinco encuentros durante aquel ejercicio, logrando tres goles. A título colectivo se consiguió alcanzar el objetivo del ascenso, tras superar al Granada por 1-4 en una promoción a partido único disputada en Madrid.

Cantos de sirena

Foto: fameceleste.blogspot.com

Cierto es que las cifras goleadoras de Manuel Hermida no impresionaron en sus primeras campañas. El técnico húngaro Karoly Platko le dio la alternativa en la máxima categoría, haciéndole debutar contra el Castellón en septiembre de 1945, encuentro en el que anotó su primer tanto en Primera. El FC Barcelona haría llegar en aquella época una generosa oferta por el joven interior, la cual fue desestimada por el club vigués.

Durante las dos temporadas siguientes Hermidita no acababa de explotar ni de hacerse con un hueco en el once titular. Sin embargo en la histórica temporada 1947-48 comenzó a dejarse sentir su influencia. Por primera vez superó la veintena de partidos disputados, aportando un total de 14 goles. Dobletes ante Oviedo, Barcelona y Atlético de Madrid contribuyeron a que su nombre comenzase a sonar con fuerza en los foros futbolísticos de la época. Una soberbia cuarta plaza en el torneo liguero se vio acompañada por un brillante subcampeonato en la Copa del Generalísimo. Un año realmente inolvidable para el Celta. Paradójicamente Hermidita no fue alineado por Ricardo Zamora en aquella final copera ante el Sevilla, una espina que se le quedaría clavada durante mucho tiempo.

Manuel Hermida figura como el máximo goleador de toda la historia del Celta en Primera División con 107 dianas

Al año siguiente el equipo notó la baja de Pahiño, traspasado al Real Madrid, y se centró en eludir el descenso, con un Hermidita que de nuevo completó una temporada discreta. Fue el preludio de su mejor campaña, la 49-50, en la que convertiría 21 tantos. Nuevos dobletes ante Real Madrid y Barcelona se quedaron cortos cuando batió por cuatro veces en el mismo encuentro al guardameta del Gimnastic de Tarragona. Solo Telmo Zarra y Silvestre Igoa le superaron en la tabla de goleadores, llamando la atención del presidente del Real Madrid, Santiago Bernabeu. Al igual que sucediera con el Barcelona, tampoco en esta ocasión el Celta accedió a su traspaso. Hermida entró en la preselección realizada por Guillermo Eizaguirre para el mundial de Brasil 1950 pero no superó el corte. Fue su gran oportunidad de convertirse en internacional, algo que no llegaría a lograr en su dilatada carrera.

Manuel Hermida en la inauguración del estadio del Tecla, año 1951

Hermidita acostumbraba a jugar como interior y poseía un disparo con la derecha que asustaba por su potencia. No siempre lo dirigía con acierto pero cuando lo hacía pocos porteros podían responder. Resultaba extremadamente complicado imprimir a la vez potencia y colocación a los pesados balones de la época pero Manuel Hermida sí brillaba en ese aspecto. Su remate de cabeza también acostumbraba a generar problemas en las zagas contrarias mientras que fuera del área se movía con rapidez, mostrándose escurridizo con los defensores rivales. La habilidad también formaba parte de su repertorio pero sin duda la mejor arma de que disponía no era otra que su olfato de gol. En definitiva, un futbolista con magníficas cualidades ofensivas y que no aportaba en tareas más oscuras, algo bastante habitual en muchos de los atacantes de la época.

Actuación estelar

Alineación del Celta frente al Valencia (17/12/1950)

Durante la campaña 1950-51 el Celta se encontraba completamente asentado en la Primera División. Llevaba seis temporadas entre los grandes, ocupando puestos de la mitad superior de la tabla en más de una ocasión. Al paso por la jornada 15 el equipo se situaba décimo, lastrado por una cierta irregularidad en su trayectoria. Corría el 17 de diciembre de 1950 y visitaba Balaídos el Valencia, tercero al finalizar la temporada anterior pero que en aquel momento ocupaba un discreto octavo puesto. Jugadores como Vicente Seguí, Pasieguito, Puchades o Manuel Badenes formaban parte de un conjunto dirigido entonces por Jacinto Quincoces. Un equipo temible que necesitaba los puntos para recuperar posiciones.

Y los peores temores parecían confirmarse cuando en el tercer minuto de juego y a la salida de un córner, Badenes definía con facilidad ante el cancerbero céltico Simón. El Valencia iniciaba el partido con buen pie aunque no contaba con un atacante rival que iba a vivir una de sus tardes de gloria. Manuel Hermida dispuso de su primera gran oportunidad en el minuto 12 de juego, con un lanzamiento de falta. El de Gondomar no perdonó, enviando un obús que se coló por la escuadra de Quique Martín. Apenas 12 minutos después la acción casi se repite. Nueva falta que saca Hermida, salvando en esta ocasión el arquero che para que Mekerle convirtiese el rechace en el 2-1. El Celta daba la vuelta al choque gracias a dos jugadas a balón parado, algo difícil de imaginar hoy en día. Antes del descanso se completaba la exhibición del interior celeste, logrando dos nuevos tantos tras sendos disparos cruzados que acababan en las mallas valencianistas. Un hat-trick en apenas 45 minutos dejaba el choque muy encarrilado ante un Valencia que había mostrado una sorprendente inferioridad.

Manuel Badenes marcó el tanto del honor (Foto: martiperarnau.com)

El segundo tiempo prácticamente sobró, con un Celta que bajó revoluciones y controló el partido a sus anchas. Pese a ello todavía hubo tiempo para un quinto gol, obra de Vázquez, quien empalmó sin parar un centro del protagonista indiscutible del choque. Hermidita había anotado tres goles y colaborado activamente en los otros dos. Fue sin duda una tarde memorable previa a las fiestas navideñas y que permitía al Celta escalar hasta la sexta posición. Un puesto que los de Vigo no lograrían mantener, finalizando la temporada en el octavo lugar, en la zona templada. El Valencia, tras el varapalo, iniciaría una sensacional escalada que le llevaría a repetir el tercer puesto alcanzado en la campaña anterior. Incluso pudo finalizar segundo si en la última jornada no volviese a caer ante el Celta, en esta ocasión por 0-1.

Cifras incontestables

Manuel Hermida no firmó una gran temporada en el apartado realizador, sumando un total de 11 tantos. Mucho mejores números ofrecería en las dos campañas siguientes. En la 1951-52 totalizó 21 dianas, logrando uno de los récords que a día de hoy mantiene en su poder. Sucedió el 13 de enero de 1952, cuando convirtió cinco tantos en la goleada sobre el Atlético Tetuán. Ningún jugador que haya vestido la camiseta azul cielo ha igualado tal hazaña. Su compenetración con el extremo derecho Adolfo Atienza alcanzó la máxima expresión durante aquel curso aunque también en el siguiente lograron aportar entre ambos 30 tantos, vitales para lograr una salvación in extremis en la promoción. Precisamente de aquel año data el segundo de sus récords, las nueve jornadas consecutivas marcando en Balaídos. Una marca a la que se aproximó hace pocos meses Joaquín Larrivey, cuando consiguió batir la portería rival en los cinco primeros partidos de la temporada disputados en el estadio vigués.

Homenaje en As Gaiandas, pocos días antes de su fallecimiento (Foto: as.com)

Todavía le quedaban a Hermidita dos campañas en el Celta, en las que apenas pudo entrar en el equipo por problemas físicos en el tobillo y la ingle. El 13 de febrero de 1955 Manuel Hermida disputaba su último partido con la elástica celeste, con derrota por 2-1 ante el Hércules. Su retirada llegó en 1957, tras jugar en el Córdoba durante dos años más en Tercera División.

Por la puerta de atrás

Eterno Hermidita (Foto: fameceleste.blogspot.com)

Manuel Hermida figura como el máximo goleador de toda la historia del Celta en Primera División con 107 dianas, su tercer récord todavía vigente. Las doce temporadas que completó en el club no fueron reconocidas en el momento de su marcha. Nunca un futbolista con tanto recorrido en el Celta dejó de recibir un partido homenaje. Excepto en su caso, en que únicamente se organizó un encuentro amistoso contra el Pontevedra cuya recaudación se utilizó para pagarle parte del dinero que se le adeudaba. Incluso contando con aquella colecta el Celta le quedó a deber 65.000 pesetas, las cuales no llegaría a percibir jamás. En su fuero interno siempre tuvo la sensación de que le habían echado a patadas y que su despedida debería haber sido más digna. Manuel Hermida falleció en septiembre de 2005, apenas 15 días después de ser homenajeado por el Celta y el Gondomar en su localidad natal. Al menos la directiva actual ha tenido el detalle de incluir su foto entre los rostros destacados que presiden los exteriores del estadio de Balaídos.

En cualquier caso Hermidita destacó por su inquebrantable celtismo. Jamás le guardó rencor a la institución, culpando de su fea salida exclusivamente a los dirigentes de la época. Su desempeño en el terreno de juego y su amor incondicional por el Real Club Celta de Vigo merecen un puesto de honor en la historia del club. Las doradas décadas de 1940 y 1950 seguramente no lo hubieran sido sin su valiosísima aportación.