Y al fin un partido semi-cómodo del Celta de Vigo. No ha sido totalmente placentero porque en los últimos diez minutos se pudo ver de nuevo la desesperación de quien es el mejor pero no culmina el trabajo. El equipo gijonés plantó muy poca batalla, adormecido entre pase y pase de los celestes, que movían el balón a placer sin apenas oposición. En lo que probablemente sea el mejor partido del Celta en esta temporada que ha comenzado, bien por mérito de los olívicos o por demérito del equipo de Abelardo, la victoria esta vez sí fue justa.

No se arriesgó Berizzo con inventos gaseosos ni cábalas sin fundamento. Salió con todo, inclusive la entrada en el once de Pione Sisto, que a la postre se convertiría en jugador clave y se llevó su primera ovación del respetable al ser retirado. Arriba, Iago Aspas que no tuvo el día, pero luchó como pocos. Empezaba el vendaval celeste en el minuto 1, con varias ocasiones a balón parado pero sin verdadero peligro. El fútbol lo ponía el Celta, mientras el Sporting se guardaba la ropa y dejaba destellos de peligro, pero las llegadas al área se podrían contar con los dedos de una mano. Como un perro sin dientes.

Pero, a pesar del fútbol de salón, que rondaba por las botas de Tucu Hernández y Radoja, el Celta no se asemejaba a un perro sin dientes, sino más bien a un gato mimoso. Ni pizca de peligro evidente, solo circulación del balón en busca de un hueco que nunca aparecía. La grada comenzaba a saborear la misma sensación de anteriores encuentros: mucho fútbol y poco gol. Con ello y unas pequeñas internadas por las bandas de Sisto y Bongonda se llegaba al descanso. El público rezumaba paciencia, al igual que Berizzo con los cambios.

Se destapó el tarro de los goles

Y ya era hora. Con un porcentaje superior en todo momento al 65-70%, Sisto decidió que ya era hora de justificar su fichaje. Había mostrado cositas, aceleraciones por banda de las que dejan a los rivales mirando la matrícula pero esta vez acertó en la asociación. Desborde por banda, pase a Hugo Mallo y el de Marín, no muy acostumbrado a marcar goles, introduce el balón para tranquilizar al personal en el minuto 66. La afición respiraba tranquila al ver que su equipo no se había olvidado de meterla, pero Berizzo, en una decisión más cobarde que valiente, decide sustituir al único jugador que le estaba dando algo diferente y tirar el equipo hacia atrás. Sisto dejaba el campo entre aplausos para dar entrada a Marcelo Díaz.

El partido viviría los últimos diez minutos más interesantes con la ayuda del árbitro. En el minuto 80 un tímido agarrón de Roncaglia y penaltito que se ocupó de transformar Cop. Duro palo para un Celta que se veía con un botín merecido y se podía quedar con migajas en el último instante. Pero el fútbol es justo a veces y de penaltito a penaltito y tiro porque me lo señala. Radoja entra en el área, recorta a su par y nota un mínimo contacto que lo derriba. El encargado de su ejecución fue Iago Aspas, que batía tranquilamente a Cuellar y dejaba los puntos en casa a falta de tres minutos para el final. No hubo vendaval sportinguista en el descuento y con ello el Celta suma sus tres primeros puntos en la competición y respira algo de aire fresco. Los de Abelardo, por su parte, deberán mejorar su imagen fuera de casa, con malos partidos en el Calderón y en Balaídos. Por fin, en este temporada, el Celta vence y convence.