Los derbis gallegos siempre están cargados de presión, que lleva a ambos equipos a no mostrar el fútbol que suelen practicar normalmente. En este aspecto sufre más el Celta, equipo acostumbrado a hacerse con el dominio del balón y protagonizar numerosas ocasiones claras de gol. Conta el Deportivo de La Coruña suele mostrar otra cara, su faceta más fallona. Es aquí cuando la calidad individual y la capacidad de trabajo y sacrificio se imponen para sacar al equipo adelante. Radoja, Wass, Orellana y Aspas se cargaron el equipo a las espaldas y firmaron un partido espléndido.

Los pupilos de Berizzo iniciaron el partido como si no se tratase de un derbi, tocando y tocando y llegando al área rival con cierta facilidad. Arrinconando al Deportivo en su campo sin darle opción a salir a la contra. Hasta que llegó el gol de Mallo. El Dépor se vino arriba con el gol en contra y se “comió” al Celta en los 15 últimos minutos de la primera mitad. En esta parte del encuentro el Celta cometió muchos errores en la salida del balón y dejó que los de Gartitano se acercaran con peligro a la portería de Sergio. Además concedieron muchas faltas laterales favorables al Deportivo, fuerte a balón parado. Así llegó el gol del empate con el que se llegó al descanso.

En la segunda mitad cambiaron algo los esquemas. El Deportivo salió tímidamente a presionar la salida de balón por parte del Celta, algo que no había hecho en la primera mitad. Es aquí cuando en un principio el Celta de debería haber sentido más incómodo, pero jugadores como Radoja, Wass, Orellana y Aspas hicieron todo lo posible para que no fuese así. El trabajo defensivo de Radoja Y Wass es incalculable. Robaron cantidad de balones y ahogaron al mediocampo deportivista, que se quedó sin ideas en la creación. De nada sirvió que Garitano introdujese en el terreno de juego jugadores rápidos como Marlos Moreno para buscar la sorpresa. Las labores defensivas de los dos pivotes del Celta fueron claves.

Orellana merece una mención aparte en este partido. Sin ninguna duda el mejor jugador del derbi. Tras un par de partidos de adaptación después de volver de una lesión, el chileno volvió a mostrar su mejor cara y eligió el mejor día para hacerlo. Fabián Orellana estuvo perfecto en todas las facetas del juego, participativo en ataque repartiendo asistencias, participativo en la salida del balón y generoso en las ayudas defensivas cuando el equipo lo necesitó. Puso la guinda a su actuación con un gol de cabeza tras un centro de Jonny.

El otro gran protagonista del encuentro fue Iago Aspas, un jugador para el que los derbis tienen un sabor aún más especial si cabe. Celtista hasta la médula, vive estos encuentro con una intensidad única. Supo sobreponerse a los nervios y la ansiedad que suelen provocar en él los Celta – Deportivo y aprovechó sus dos ocasiones para marcar dos goles, uno de penalti, demostrando su eficacia de cara a puerta. Además presionó como siempre a la defensa y acompañó al equipo en todas las jugadas de ataque.

Finalmente se impusieron las ganas, el esfuerzo y la calidad individual, en un encuentro en el que lo táctico siempre suele pasar a un segundo plano.