La historia del Celta actual y su crecimiento ha ido de la mano de ciertas figuras del actual plantel. Cuando el pasado domingo el capitán Hugo Mallo habló con la prensa quiso destacar la gran labor del conjunto. Asimismo, el de Marín mencionó que los goleadores en el derbi gallego eran jugadores que habían ascendido al equipo desde la Segunda División y hoy disfrutaban las mieles de ganar con holgura O Noso Derbi y pelear por la Europa League. Aspas, Orellana y Hugo Mallo han ido creciendo a la par que lo ha hecho el conjunto celtiña y hoy disfrutan del fútbol en la élite.

Uno de esos jugadores que lo ha vivido prácticamente todo con la celeste es Fabián Orellana. La historia del chileno con la camiseta del Celta comienza enrevesada, con el suspense de un cierre de mercado teniendo en vilo a la afición viguesa.

Para ello hay que remontarse a 2011. La historia quiso que los caminos de Orellana y el Celta se cruzasen en una situación límite. En la primera ronda del playoff de ascenso a Primera División, Celta y Granada se midieron en choques muy disputados. La ida la ganó el Celta con un tanto de Michu pero la vuelta en el Nuevo Los Cármenes sería otra historia. Un tanto de Orellana, curiosamente, para los nazarís llevaba el partido a la tanda de penaltis. Allí, de nuevo, Michu era el protagonista pero esta vez negativo. El Celta erraba dos penaltis, el último del central Catalá y el Granada pasaba a la siguiente fase y a la postre conseguiría el ascenso.

El protagonismo de Orellana en aquel Granada era indiscutible. El menudo chileno, sin embargo, no gozaba del cariño pleno de la afición y su relación con el vestuario y el técnico, el gallego Fabri, estaba rota. El equipo granadino, ya con el ascenso logrado, decide ofrecer al talentoso jugador al Celta como cedido, y en vista del genial partido del playoff, Miguel Torrecilla lo ficha para el proyecto que pretendía llevar al equipo vigués de nuevo a la élite.

Vigo, su casa

En su primera temporada en Galicia, Orellana hace las delicias de su nueva afición. Conecta rápidamente con el equipo, los fans y la ciudad. Además, Paco Herrera le mima, consciente del carácter introvertido del chileno, y en el sur de Galicia explota todas sus cualidades. Lo juega casi todo, 37 partidos, anotando 13 goles y repartiendo 11 asistencias. Y el equipo consigue el ascenso. Tras una temporada increíble el Celta logra subir de forma directa a Primera División, y aquel equipo comandado por canteranos como Aspas, Hugo Mallo, Sergio Álvarez y el forastero Orellana devuelven al conjunto gallego a la élite del fútbol español. A nadie se le escapaba que la genial temporada del ‘14’ celeste no pasaría desapercibida en Granada, y así fue. El equipo andaluz decidió repescarlo y darle una nueva oportunidad de triunfar en la ciudad de la Alhambra, pero la cabeza de Orellana sólo estaba en Vigo. Aquella temporada 2012/2013 duró 17 partidos en el sur, lo que tardó en llegar un mercado invernal en el que el fichaje del Celta era, a gritos, Fabián Orellana. Ambas partes se deseaban, querían estar juntas, pero el tercero en discordia, el club que tenía sus derechos se negaba. Así llegamos al 31 de enero de 2013, con la afición celtiña en vilo y un fax que se demoró más de la cuenta. Pasada la medianoche de aquel final de enero, el Celta hacía oficial la contratación definitiva de Orellana y desataba la ilusión en la afición.Orellana regresaba al lugar donde, por fin, había logrado asentarse en España. Pero la temporada no fue lo esperado. Ni el equipo ni Orellana pasaron un buen año aunque se logró el objetivo de la permanencia in extremis en un final de Liga de infarto. A partir de ahí, al Celta y a Orellana sólo les quedaría crecer.

La temporada 13/14 comenzaba con ilusiones renovadas. Llegaba un nuevo técnico, Luís Enrique, y con él la ilusión de comenzar a crecer para asentar al equipo en Primera. Sin embargo, el asturiano es un hombre de fuertes convicciones. Nada más llegar hizo sus descartes y uno de ellos era Orellana. El carácter también fuerte del chileno le creó algún desencuentro con su técnico y Lucho decidió apartarlo y ordenarle al Celta que le buscase destino. Orellana vio los primeros partidos de aquel año en la grada y sólo la ausencia de efectivos en ataque hizo que el técnico decidiese darle una última oportunidad y a la desesperada. Y el chileno cumplió. Poco a poco fue ganándose la confianza del míster, que pasó a incluirlo poco a poco en los onces hasta que se convirtió en indiscutible. La facilidad del “Poeta” para moverse por toda la línea de tres cuartos hizo a Luís Enrique replantearse su postura y le dio la batuta en la banda derecha, bien secundado por hombres de calidad como Rafinha o Nolito. La historia de aquel Celta de Lucho la sabemos todos. Un objetivo cumplido con holgura y la semilla del equipo de toque y juego asociativo que disfrutamos hoy en día. Y desde entonces, Orellana no se ha bajado del carro del éxito. Los grandes partidos en Vigo le valieron un billete con la selección chilena que dirigía Sampaoli, quien anteriormente también había desechado llamar al jugador por sus desencuentros y su carácter. Aún así, el éxito con Chile le llegaría de la mano de Juan Antonio Pizzi, quien le llamó para integrar la plantilla que ganó la Copa América Centenario este mismo verano. Orellana también ha vivido dos Mundiales, el de Sudáfrica y el de Brasil, aunque su participación se redujo a un solo partido. Sus críticos le achacan muchas veces que el nivel que exhibe en Vigo no es capaz de mantenerlo con “La Roja”, pero es que Orellana es de esos jugadores que necesitan cariño para mostrar su mejor nivel.

Pilar básico, líder del equipo

En Vigo ha ido creciendo con el paso de los años y hoy es un pilar indispensable para la afición y para el Toto Berizzo. Al comienzo de esta campaña, la de la vuelta a Europa, Orellana se lesionó justamente en una convocatoria con Chile. La lesión muscular le hizo perderse encuentros importantes como los dos primeros de Europa League, o los ligueros ante Barça o Sporting de Gijón. El equipo notó su ausencia hasta que el “Poeta” recibió el alta médica y volvió a maravillar a la afición. Le bastó media hora para marcar un golazo, rescatar un punto para su equipo ante el Ajax el pasado jueves y confirmar su regreso por todo lo alto. En el derbi del domingo fue el líder en la sombra, ya que el destacado fue Aspas. Tiró del equipo y movió el juego a su antojo. Una asistencia, un gol y la sensación de que volvió loca a la defensa coruñesa fueron argumentos suficientes para coronarlo como el hombre del partido, justo en un derbi que tanto él como la afición necesitaban.

Él, que ha vivido la sensación de anotar un gol y que una pérdida suya en medio campo cueste otro gol en un derbi de Segunda. Él, que ha logrado ascender al equipo después de hundirlo con su anterior equipo en un Playoff de ascenso. Él, que ha logrado cambiar la opinión de un técnico que en su primera temporada en Vigo sentó a Nolito y ha tenido fuertes disputas con hombres de la talla de Totti o Lionel Messi. Es Orellana, el chileno que hace disfrutar al celtismo.