Que nadie se confunda. El Celta sigue jugando bien y haciendo disfrutar a su afición. Su línea a seguir está marcada desde que Paco Herrera tomó las riendas del equipo. Desde entonces, un largo proyecto y una serie de entrenadores le han dado forma a un estilo que va desde la base al primer equipo. Pero esta temporada se está dando una realidad que hace que el equipo quizás sea menos contundente en muchos partidos. El Celta ya no domina sus encuentros como antes. La pérdida del esférico en busca de un juego más directo en función del encuentro y el rival no le permite ganar con el convencimiento de otras veces.

El análisis puede hacerse desde diferentes focos. El equipo vigués se clasificó para la Europa League labrándose un nombre en el fútbol español y europeo en base a una idea de toque y dominio. El monopolio del balón era un tónica en cada encuentro de los de celeste, mezclado con el toque personal del míster Eduardo Berizzo que dinamizaba más el juego de lo que lo hacía su predecesor en el cargo, Luís Enrique. Pero esta temporada, su juego se reconoce menos. El estilo no es tan definido en ciertos encuentros, aunque haya equipos a los que es (casi) imposible arrebatarle el control del esférico. Todo el mundo podría pensar al instante en el Fútbol Club Barcelona que comandada el propio ex técnico celtiña mencionado anteriormente. Pero justo se da la casualidad de que los hombres del Toto han conseguido sacar los tres puntos esta temporada en Balaídos ante los culés en base a un estilo directo y un dominio tenue del balón a pesar de jugar en su estadio. Solo es un espejismo.

La Europa League, fiel reflejo

La fiel realidad de un estilo menos definido es el paso del equipo por la competición continental de la Europa League. Allí ha cosechado el pase, no sin sufrimiento, a las eliminatorias de dieciseisavos que le medirán al Shakhtar Donetsk en febrero. Pero en la fase de grupos ha desechado el esférico en algún que otro encuentro, con resultados dispares. El Celta solía ir a campos rivales y dominar a su rival, algo que para nada hizo en Lieja, Ámsterdam o Grecia, donde consiguió el pase en un encuentro de ida y vuelta en el que ambos equipos estuvieron fallones en metros finales. Tampoco en Balaídos, donde se dieron partidos de ida y vuelta, con milagros en los minutos finales, que hicieron sumar al equipo puntos vitales. Ante el Panathinaikos, un equipo que planteó muy poco en los dos encuentros no se puede afirmar que el Celta monopolizara a su rival con el balón. En Balaídos también, dejó al Standard vivo en una segunda parte en la que no dominó y lo acabó pagando. Ante el Ajax, una genialidad de Orellana en los últimos minutos y un partido de 70 minutos para olvidar en Holanda. Al fin y al cabo, las jugadas directas pusieron al Celta en la siguiente fase. Las elaboradas morían en la orilla.

Resultados dispares en Liga

Quién piense que esto se debe a que en Europa League hemos visto la "cara B" del Celta de Berizzo está equivocado. Sin lugar a dudas, el año marcha de forma inmejorable. En la zona tranquila de la Liga, peleando incluso por engancharse a puestos europeos, clasificado para las eliminatorias de Europa League y con el pase a la siguiente ronda de Copa encaminada. Pero en Liga tampoco consigue imponerse a sus rivales a través del control del esférico. Ni contra los que, teóricamente, abogan por este estilo, como pueden ser Las Palmas, Villarreal o Sevilla ni contra los que ceden el control al equipo celtiña y prefieren esperar para morder a la contra como pueden ser Betis, Eibar u Osasuna. El déficit de dominio de los partidos es algo apreciable en cada encuentro juegue prácticamente quien juegue. Esto puede tener otra razón de ser en las características de la plantilla. Habitualmente Berizzo juega con un pivote definido, dos interiores que se alternan en la tarea de presión en fase ofensiva, dos extremos abiertos y un delantero. Ya no están los Nolito, Augusto o Krohn-Dehli. Jugadores que marcaron un estilo que llevó al equipo a ganar dominando. Además la lesión recién superada de Orellana, la baja forma y la consecuente inclusión de Radoja, de un perfil más defensivo, acrecenta esta variable de juego. Los resultados están ahí, y poco hay que repochar. Quizás no dependa de Berizzo, que adapta el juego de su equipo a las características de los jugadores de los que dispone. Pero es una realidad: el Celta ya no domina la posesión como antes.