En la cultura japonesa existe un término para designar todo aquello relacionado con el honor. Se trata del Bushido, que traducido al castellano sería "el camino del guerrero". Este código ético exigía lealtad y honor y era vital para los samuráis ya que suponía entregar su vida a este código. Ese" camino del guerrero" es el que ha estado recorriendo el Celta de Vigo estos meses compitiendo en la Copa del Rey. Un camino lleno de trabas y obstáculos, pero con momentos llenos de éxtasis e ilusión.

El primer escollo fue el UCAM Murcia de Francisco Rodríguez. Los murcianos ascendieron la temporada pasada de Segunda B a Segunda y cuando se enfrentaron al Celta a finales de año se estaban mostrando solventes en la división de plata. En el partido de ida, en La Nueva CondominaBerizzo dio minutos a los jugadores que estaban teniendo menos protagonismo, pero estos no respondieron. El nivel de juego del equipo fue bajo y el conjunto celeste se llevó la victoria gracias a un gol de Sergi Gómez a falta de pocos minutos para el final de la primera mitad. Con el resultado de la ida se esperaba que la vuelta fuera un partido light, con un UCAM vencido y con un Celta que sabía que tenía la eliminatoria encarrilada. Y así fue, los celestes ganaron 1-0 haciendo el mínimo esfuerzo gracias a un gol de libre directo de Marcelo Díaz.

El Celta iba a por la Copa

Entonces, el sorteo de octavos le deparó al Celta un nuevo rival. Se trataba del Valencia. Prandelli había dimito hacía escasos días y las aguas estaban revueltas en el club che. De esto abusaron los de Berizzo. El partido de ida fue en Mestalla y a los 20 minutos de partido los celestes ya ganaban 0-3 gracias a los goles de Aspas (penalti), Bongonda y Wass. El Valencia estaba descompuesto y el Celta, sin apretar al máximo el acelerador, estaba consiguiendo encarrilar la eliminatoria en la ida. Finalmente el partido finalizó 1-4, un resultado lo suficientemente abultado como para confiarse mínimamente de cara a la vuelta. En Balaídos, Berizzo sacó un once con bastante titulares dejando claro que el equipo no solo no se confiaba, sino que se tomaba la competición muy enserio. De hecho, en rueda de prensa el entrenador argentino afirmó que el equipo iba a por la Copa. El conjunto vigués ganó 2-1 gracias a los goles de Roncaglia y Guidetti y se clasificaba de esta manera para los cuartos de final.

He aquí la gran muralla que debía superar el Celta si quería estar en semifinales. En el sorteo les tocó el Real Madrid de Zidane. El equipo de los 40 partidos invictos. Sin embargo, tanto la afición como el equipo vigués mostraron un gran optimismo de cara a la eliminatoria. Se veían capaces de todo porque tenían la Copa entre ceja y ceja y en el Bernabéu lo demostraron. El Celta dio la cara durante la primera mitad y puso al Real Madrid contra las cuerdas. El partido se fue 0-0 al descanso. Fue en el minuto 64 cuando Aspas cogió un rebote dentro del área madridista y puso el 0-1 en el marcador. A falta de media hora para el final del partido los celestes estaban por delante en el Santiago Bernabéu. La gesta era posible. Sin embargo, 5 minutos después Marcelo frenaba la euforia con el gol del empate. Pero el Celta estaba vivo. Muy vivo. Y justo en la siguiente jugada Jonny aprovechaba un despiste de la defensa madridista para quedarse solo delante de Casilla y definir como si fuese un delantero. El templo madridista no había estado tan mudo en toda la temporada. Los celestes aguantaron el resultado hasta el final y llegaron a la vuelta con una renta de 1-2 a favor.

Los jugadores del Celta celebran el gol de Jonny en el Bernabéu. Imagen: Álvaro Ballesteros.
Los jugadores del Celta celebran el gol de Jonny en el Bernabéu. Imagen: Álvaro Ballesteros.

La vuelta podía ser un partido memorable. El Celta tenía en sus manos clasificarse para semifinales de Copa por segundo año consecutivo. La primera mitad de los celestes no fue nada del otro mundo. Inquietaron poco a Casilla, pero el cronómetro transcurría y con el empate a cero estaban en semifinales. La suerte les sonrió en el minuto 44, cuando Danilo se hizo un gol en propia puerta que ponía el 1-0 en el electrónico. Quizás el equipo no había hecho méritos, pero llegaron al descanso por delante en el marcador. En la segunda mitad el guión no cambió demasiado. Ninguno de los dos equipos daba muestras de buen juego, pero Cristiano empató el partido pasada la hora de partido con un gol de libre directo. El Madrid se encontraba con la posibilidad de empatar la eliminatoria si hacía un gol más, pero el gol de Wass en el minuto 85 cayó como un jarro de agua fría sobre los jugadores del Real Madrid. Sin embargo, del equipo merengue no te puedes fiar nunca y en el minuto 90 Lucas hizo el empate a dos. Si anotaban un gol más, los de Zidane estarían en semifinales, pero el Celta mantuvo el 2-2 en el descuento y gestó la heroicidad. Estarían en semifinales tras eliminar a todo un Real Madrid.

El sueño estaba más cerca

"Una vez el guerrero está preparado para el hecho de morir, vive su vida sin la preocupación de morir, y escoge sus acciones basado en un principio, no en el miedo", podemos leer en el Hagakure, la explicación del Bushido. Eso sentía el Celta, que podría morir, pero no le temía a la muerte. Durante el camino se habían hecho muy fuertes. En semifinales se iban a enfrentar al Alavés de Pellegrino, a priori el rival más fácil teniendo en cuenta que la otra semifinal la jugarían Barça y Atlético de Madrid. Los de Pellegrino ya demostraron en liga que eran un equipo fuerte y sacaron un empate de Balaídos dando una buena imagen. Precisamente el partido de ida se jugó también en Vigo, como en la liga. El Celta no estuvo a la altura de las expectativas y el Alavés tampoco hizo lo suficiente para ganar. Finalmente empate a cero y todo se decidiría en la vuelta.

Llegaba el día más esperado: 8 de febrero. Mendizorroza era el lugar y las 21:00 la hora. Ambos equipos se enfrentaban para decidir quien se enfrentaría al Barcelona en la final de Copa. En la primera mitad el Celta tuvo ocasiones para adelantarse en el marcador, pero la falta de eficacia celeste y la buena actuación del portero rival, Pacheco, no lo permitieron. Sin embargo, en la segunda mitad los de Berizzo bajaron el rendimiento. El Alavés se hizo fuerte y tuvo dos ocasiones claras para adelantarse en el marcador. Primero fue Ibai con un tiro desde la frontal y luego Deyverson que erró un uno contra uno ante Sergio. Los de Vitoria se acercaban peligrosamente al área celeste hasta que en el minuto 82, el recién entrado Edgar Méndez hacía el 1-0 poniendo patas arriba Mendizorroza. La cara de los jugadores del Celta eran un poema pero el equipo nunca se rindió y sacó el honor y la garra que siempre se le pide a un buen samurái. Fueron con todo los últimos minutos de partido y no dejaron de creer, pero el Alavés y el cronómetro les venció. Estaban fuera de la Copa. El sueño se desvaneció.

Deyverson protagonizó el gesto más emotivo en lo que llevamos de Copa

Entonces fue cuando se dio el momento más bonito de la eliminatoria. Se acabó el partido y Mendizorroza, tras festejar el pase a la final y alentar a los suyos, empezó a clamar con gritos de "Celta, Celta, Celta". La afición local animaba a gritos a su rival, conscientes de que habían muerto en el intento pero con honor, orgullo y sin excusarse. Mientras esto ocurría las cámaras enfocaban al sector de la afición del Celta, donde veíamos a Deyverson, delantero del Alavés, animado uno por uno a los aficionados celestes. El gran gesto deportivo de la competición. 

"El camino del samurái se encuentra en la muerte", dicen. Y el Celta murió, sí. Pero nadie podrá negar que lo hizo luchando y dejando a su afición orgullosa por como había recorrido ese camino hacia el doloroso desenlace final.

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Sobre el autor
Adrià Millán
Periodismo. Campdevànol (Girona), 1996. Apasionado del deporte.