Este sábado al Celta le toca visitar uno de los estadios más complicados de la Liga, el Camp Nou. Un estadio en el que los de Berizzo cayeron el año pasado por un abultado 6-1, pero en el que hace dos ganaron por 0-1. Así mismo en el partido de ida, en Balaídos, el Celta consiguió llevarse una trabajada y sufrida victoria por cuatro goles a tres. El Barcelona llega líder tras haber ganado al Sporting 6-1, mientras que el Celta lo hace décimo tras haber empatado a dos goles contra el Espanyol.

Al Celta se le antoja, sin ninguna duda, un duelo complicado. El Barça en casa se hace fuerte y es complicado verle perder puntos. Sin embargo el Celta ha demostrado ser un mata gigantes esta temporada al haber ganado al Barcelona en la ida, y al Real Madrid en Copa, dejándolo eliminado en los cuartos de final. Berizzo ha conseguido inculcar en el vestuario una idea de juego que el equipo traslada en todos los partidos, sea cual sea el rival, y sea cual sea el escenario. Un estilo de juego que se basa en querer dominar el balón y en presionar mucho cuando no se tiene. Precisamente cuando más han sufrido los hombres de Luis Enrique ha sido cuando sus rivales les han presionado alto, en la salida del balón. El último de ellos, en Paris, cuando Unay Emery plantó un esquema con una presión en campo contrario muy fuerte. El Barcelona sufrió de lo lindo y se llevó la friolera de un 4-0, que se antoja muy complicado de remontar.

También recordarán los culés su derrota en Balaídos, en la que el  Celta, fiel a su estilo apostó por plantarles cara. Sufrieron mucho los blaugrana, que llegaron a estar 3-0 en el marcador. En la segunda parte de ese encuentro el Celta bajó el ritmo de presión, y a punto estuvieron de remontar los de Luis Enrique, algo que no pasó en Francia. El Paris Saint Germain mantuvo la presión durante los 90 minutos, y el Barcelona estuvo desaparecido durante todo el encuentro.

Después de haber robado en campo contrario el PSG se encontró en superioridad numérica y con espacios; la jugada acabó en gol de Draxler./Foto: FS1

Como se ve en la imagen, la presión de jugadores como Rabiot o Verrati, que subían hasta campo propio para presionar, provocó que cuando robaban el esférico los de Emery se encontraran con superioridad numérica de jugadores, y a pocos metros de la portería rival. La efectividad de jugadores como Cavani, Draxler o Di María les permitió irse a la vuelta con cuatro goles de ventaja.

Cada vez menos centro del campo

Pero para hacer sufrir al Barcelona hay que ser muy constante. Un mínimo fallo y el tridente de ataque te mata. El estado en el que se encuentran Messi, Luis Suárez y Neymar sigue siendo altísimo. Los tres, además de ser de los mejores del mundo individualmente, los son como colectivo, y se entienden a la perfección. Para pasarse el balón entre ellos, casi que no tienen ni que mirarse. Saben dónde están en todo momento. El gran protagonismo de ellos tres ha hecho, que el Barcelona cuente cada vez menos con el centro del campo, eje del juego en la anterior etapa, con Guardiola. Luis Enrique apuesta por un estilo más rápido y directo. Balones al espacio para la velocidad de Messi, Neymar o Suárez. Y cuando uno de estos tres encuentra un espacio, no perdona.

Messi bajando a recibir el balón, para intentar darle salida. No lo consiguió, y el PSG con la presión se lo robó y la jugada acabó en el gol de Draxler.

Es por esto que en partidos en el que a los culés les cuesta salir con el balón jugado, como contra el PSG, hemos llegado a ver a Messi bajar a recibir a campo propio. Algo que nos resultaría rarísimo de ver hace unos años. Lo hace para intentar abrir huecos y encontrar salidas por bandas, algo que suele funcionar, pero que en Paris no lo hizo.

Seguramente Berizzo planteará el partido con la intención de ir a presionar arriba, habrá que ver si el Barcelona es capaz de librarse de ella, y de si el Celta es capaz de aguantar ese ritmo de esfuerzo durante todo el encuentro. Estas serán dos de las claves que marcarán el devenir del partido.