Hubo un tiempo, hace no mucho, en el que Galicia dominaba el panorama futbolístico español y casi el europeo. Celta de Vigo y Deportivo de la Coruña situaron Galicia en el mapa y durante varios años deleitaron con su fútbol a todo el continente. Los dos se pasearon por Europa con grandes gestas, como el 0-4 del Dépor en San Siro o el 7-0 del Celta ante el Benfica. También lucharon por títulos, los de Coruña ganaron la liga en el 2000, mientras que el Celta se quedó a las puertas de lograr la Copa del Rey en varias ocasiones. Un época en la que el fútbol olía a Galicia y sus dos equipos eran la envidia del continente. Johan Cruyff llegó a decir que el Celta de Vigo jugaba el mejor fútbol de Europa.

Y es que tanto Celta como Deportivo se aprovecharon de una época en la que el fútbol era más igualitario y equipos más pequeños podían gozar de grandes futbolistas, ya que no estaba todo monopolizado por los grandes equipos como en la actualidad. Así, Balaídos y Riazor pudieron disfrutar de jugadores como Karpin, Catanha, Gustavo López, Makelele, Míchel Salgado, Fran, Mauro Silva, Makaay, Valerón o Tristán. Pero había dos jugadores que eran especiales, cuyos duelos fueron la máxima expresión de los Celta – Dépor. Eran los jugadores con más magia de sus equipos pero también los más polémicos y carismáticos, uno venía de Rusia y el otro de Brasil, eran Mostovoi y Djalminha.

Dos magos, uno a cada lado

Los dos marcaron una época en sus respectivos equipos, y los dos elevaron  los derbis a un nivel superior. Eran los grandes protagonistas de estos encuentros, siempre igualados y cargados de tensión. En estos años, la rivalidad entre ambos equipos y ciudades alcanzó su máximo exponente, y es que estaba en juego ser el mejor equipo de Galicia. Todos discutían sobre quién era mejor, si Mostovoi o Djalminha, como actualmente se hace, a gran escala, con Messi y Cristiano. Y es que los dos centraban las miradas de todos aquellos días de derbi. Eran jugadores especiales, que se crecían en las grandes citas y que sabían de la importancia de los derbis para sus equipos y ciudades y por ello los daban todo. Pese a ser uno ruso y el otro brasileño, eran parecidos en el carácter. Líderes y con una gran personalidad, dentro y fuera del vestuario, donde eran muy respetados.

Foto: As

Cada derbi era un enfrentamiento entre los dos. Eran extranjeros, pero a la hora de la verdad entendían la filosofía de esos encuentros como si fueran un gallego más. No acostumbraban a encontrarse en el campo, pero cuando lo hacían saltaban chispas, al mismo tiempo que dejaban enormes detalles de su calidad futbolística. Los dos tuvieron grandes actuaciones, pero también una espina clavada: no lograr vencer un derbi a domicilio.

Mostovoi marcaría en el año 97 en Riazor, cuando el Celta sumó un empate a dos. Djalminha nunca marcaría en el feudo vigués, pero dejó dos detalles para el recuerdo en dos derbis consecutivos en los que jugaba como local. 

La gran batalla

En la temporada 99/00 los dos tuvieron su gran enfrentamiento. Era la jornada 16ª y llegaba el derbi con Dépor y Celta en lo más alto de la clasificación. Los coruñeses tenían cinco puntos más y, en caso de derrota, el Celta se pondría a solo dos puntos del liderato, pero una victoria significaría un golpe en la mesa casi definitivo. El partido estuvo lleno de tensión, fue duro y peleado y se decidió con un gol del ‘Turu’ Flores para el Deportivo. Pero el gran momento lo protagonizarían Mostovoi y Djalminha. Los dos tuvieron un enfrentamiento en el que hubo más que palabras. El brasileño acabó propinando una colleja al ruso, que ya ha pasado a la historia de estos enfrentamientos, y que deja clara la tensión que se vive en ellos.

En los últimos años ha habido grandes duelos en los derbis, pero siempre estarán en el recuerdo de celtistas y deportivistas los enfrentamientos de aquellos años, protagonizados por Mostovoi y Djalminha, el Zar y el Mago, dos jugadores que pusieron al derbi gallego en lo más alto del fútbol español.