Balaídos abría el sábado la jornada 24 de La Liga con un encuentro que enfrentaba al RC Celta de Vigo con la SD Eibar. Los locales, tras tres partidos sin conseguir la derrota, buscaban relanzar sus opciones europeas, mientras que los armeros llegaban con buenas sensaciones pese a haber perdido su último partido de Liga frente al FC Barcelona. Un partido a priori igualado, donde tan solo tres puntos separaban a ambos equipos en la tabla clasificatoria.

Tras lo ocurrido el pasado jueves en los alrededores de San Mamés, antes de comenzar el partido se guardó un minuto de silencio por el ertzaina fallecido en los altercados entre ultras del Athletic de Bilbao y los del Spartak de Moscú, y por el ex-entrenador celeste Cid Carriega.

Pobre primera parte

Los locales salieron dormidos al partido, sin conseguir salir con la presión adelantada que proponía el Eibar. Asediados en su campo, la defensa del Celta solo podía despejar las acometidas armeras. Rápidos y aprovechando las imprecisiones celestes, el conjunto dirigido hoy por Iñaki Bea, por la sanción a Mendilibar, disparaba a puerta sin suerte. Comenzaban a oírse tímidos silbidos en la grada viendo el pobre juego del conjunto de Juan Carlos Unzué.

Hasta pasado el primer cuarto de hora no se acercó el Celta a la meta defendida por Dmitrovic. Primero, gracias a una jugada personal de Pione Sisto que dispara muy arriba, y después con una jugada colectiva que acaba con Iago Aspas filtrando un balón para Maxi, que intenta irse del portero sin conseguirlo.  

Volvió a despertar el Eibar, presionando muy arriba, adelantando las líneas y bombardeando la meta de Rubén Blanco. Charles y Kike, con mucha movilidad, volvían locos a los centrales vigueses. Muchas ocasiones que no se concretaron en gol por mala suerte o por precipitación de los delanteros blaugranas.

Llegada la primera media hora de partido volvió a aparecer el mejor jugador del Celta. Aspas, tras una buena jugada de Maxi, dejaba la pelota muerta para Sisto, que vuelve a mandarla arriba solo frente a Dmitrovic.

Un breve espejismo que dio paso al asedio armero de nuevo. Rubén Blanco, desesperado, pedía concentración a su defensa, que no sabía achicar aguas. Inui tuvo en sus botas en estos últimos minutos la mejor ocasión para los vascos. Un centro lateral dejaba solo al japonés que no supo acomodar el cuerpo y su disparo se fue rozando el larguero.

Reacción en el segundo tiempo

La segunda parte llegaba con el cambio de Pione Sisto por Mor, un cambio que al final sería fundamental en el devenir del partido. Unzué decidió cambiar el modo de juego, dejando a un lado la idea de sacar el balón jugado desde atrás y apostando por el juego más directo. Con un Celta más enchufado, buscando las espaldas de los defensas de manera constante comenzaban a hacerle daño al equipo armero.

Con este juego más directo llegó el primer gol de los locales. Una buena jugada en la que se asociaron Emre con Jonny, acabó con un centro del turco que supo aprovechar Aspas. Un remate difícil, en el área pequeña, exigido por el central, el de Moaña mandaba el balón al fondo de la red. Su decimosexto gol esta temporada, que le sitúa a uno de Luis Suárez y a cuatro de Messi.

El Eibar intentaba reaccionar con cambios y con un Inui que llevaba el peso del ataque. Del japonés fueron los mejores disparos del equipo vasco. Pero una vez más el japonés no supo aprovechar las oportunidades, mandando el balón lejos de la portería de Rubén.

Mor, muy incisivo por su banda, daba aire al equipo y ponía en apuros la meta de Dmitrovic. Aprovechando las líneas adelantadas del Éibar, el turco exprimía su velocidad, surtiendo de balones a Maxi y a Aspas. A este cambio se sumó el del 'Tucu', donde el Celta con él en el campo recuperaba solidez.

Pocos minutos antes de conseguir el segundo gol local, en una jugada ensayada Sergi Gómez conseguía batir de nuevo a Dmitrovic, pero el árbitro lo anuló por un fuera de juego que, al final, no era.

Fue en otra contra en la que el equipo celeste mató el partido. Una contra perfecta de Wass y Hugo Mallo, acabó con un centro al área que dejaba solo a Maxi. El uruguayo, que no se pone nervioso ante la portería, mandaba el balón al fondo de la red.

Un gol que acabó por rematar al equipo de Mendilibar. Solo quedaban diez minutos en los que el Celta controló al equipo vasco y en los que tuvo la oportunidad de aumentar la diferencia. Al final los tres puntos se quedan en Balaídos. Tres puntos balsámicos que ayudan a los de Unzué a volver a reengancharse al vagón de Europa.