Las dinámicas en el fútbol son un gran misterio para el ciudadano de a pie. Aquel que no vive el día a día de los jugadores, no entiende cómo pueden pasar de ser humillados a humillar en cuestión de minutos, horas, días o semanas. “Tienen buen equipo, pero han entrado una dinámica negativa de la que es complicado salir”. Una frase tan repetida hasta la saciedad como cierta: cuando la moral baja y el futbolista empieza a pensar en que, hagan lo que hagan, jamás conseguirán un triunfo, el nivel disminuye y los engranajes no giran tan suaves como de costumbre. Pero también existen dinámicas positivas, en las que todo equipo querría vivir.

El Deportivo de la Coruña ha encontrado el camino correcto para volver a la senda del triunfo. Aquello que se le negaba por muy favorables que fuesen las circunstancias, llega ahora como si de algo natural se tratase. La primera victoria fuera de casa en el momento más oportuno para poder seguir soñando. Cuando uno lleva tantas jornadas jugándose la vida, incluso llega a acostumbrarse, mientras que aquellos que estaban más relajados y se ven de repente en el pozo, notan por primera vez los nervios que implica necesitar los tres puntos.

No hay nada peor para un defensa al que le tiemblan las piernas ver a un rival acercarse a toda velocidad para presionar. En otras circunstancias, quizás este defensor habría optado por tratar de jugar el esférico, pero ante la situación del equipo, nadie quiere ser el culpable del fallo crucial y la opción elegida es aquella que menos riesgo conlleva. Practicidad en lugar de espectacularidad. Cuando necesitas tres toques para controlar un balón debido a los nervios, recortar ante un delantero no entra dentro de las posibles opciones que a un central se le pasan por la cabeza al recibir el cuero.

El Deportivo, ya acostumbrado, por mucho que le pese a la afición, a luchar en estas lides, mostró una actitud esperanzadora. Lucha, sacrificio y la cabeza bien alta pese a recibir un tanto. Algo que demuestra que el equipo confía en poder salvarse es la reacción al verse por detrás en el marcador. Piénsenlo bien: somos los colistas, vamos perdiendo ante un rival directo, nunca hemos ganado fuera de casa, se agotan las jornadas... No es nada sencillo para un futbolista reaccionar como lo ha hecho en el partido de hoy el Deportivo pensando todo esto.

La veteranía ayuda a no venirse abajo. Las mentes jóvenes tienden a ser más débiles en este aspecto. Si a esto le añades que los nervios de un futbolista con experiencia, por definición, serán menores, tenemos como resultado a dos jugadores clave en la alineación blanquiazul: Marchena y Valerón. Por supuesto no nos podemos olvidar de otros veteranos como son Manuel Pablo o incluso Aranzubía, pero los dos nombres anteriores tienen más peso debido a que ejercen de líderes en sus respectivas parcelas.

Nadie sabe qué habría pasado sin estos dos líderes sobre el campo. Ver como ambos tratan de tranquilizar a sus eléctricos compañeros es una imagen ya habitual, sobre todo, tras la llegada de Fernando Vázquez. Destacar así mismo la inconmensurable actuación de Abel Aguilar, quien fue de menos a más, para acabar convirtiéndose en el mediocentro defensivo que todo entrenador desea: sin errores a la hora de sacar el balón, incorporándose lo justo y necesario para romper primera línea defensiva rival, contundente al corte, llevando a cabo coberturas constantes a sus compañeros, realizando acciones simples… De sobresaliente.

Individualidades aparte, siempre importantes, en el aspecto táctico Fernando Vázquez ganó la partida a Gregorio Manzano por un simple motivo del que venimos hablando desde su llegada: la motivación. El planteamiento fue prácticamente el mismo en ambos bandos salvo una pequeña excepción: Valerón. Antes de explicar la importancia de este hombre, debemos hablar de lo que se podía observar sobre el césped.

Dos conjuntos con una disposición replegada, en la que las líneas de delanteros y defensas se sitúan a unos quince metros de unos medios asentados sobre el círculo central. En caso de que la primera línea sea superada la orden es replegar rápidamente para formar un bloque de ocho jugadores hasta que la situación del balón permite estirarse de nuevo y aprovechar así toda la amplitud y profundidad del terreno de juego. La actitud, presión adelantada en busca de provocar errores o simplemente obligar a los atacantes rivales a hacer desplazamientos largos imprecisos y recuperar el esférico. Este es uno de los puntos en los que entra cierto mago en acción.

Juan Carlos Valerón, un hombre diferente

Qué Juan Carlos es un jugador especial, no es nada nuevo. Su talento único es comparado con el de los más grandes de este deporte, quienes a su vez admiran al jugador de Arguineguín por su actitud sobre el campo, siempre honesta y honrada, siendo el futbolista perfecto a la hora de ejemplificar lo que todo niño que está comenzando debe llegar a ser. Pero a su técnica se une su inteligencia táctica y su capacidad para interpretar el juego. En defensa también. Cuando el Mallorca trataba de elaborar una jugada, él era la pieza que se interponía en el camino de vuelta, obligando al jugador local de turno a tomar una ruta no deseada. Dejar un espacio para orientar el ataque del rival por tu zona más fuerte.

Por supuesto, en la fase ofensiva también fue un factor diferencial. Para tratar de superar una defensa como la planteada por ambos técnicos, el balón a la espalda de la misma debe ser preciso. El Mallorca no disponía de una clara referencia en la posición entre líneas y los envíos no eran precisos, por lo que el cuero llegaba mansamente a las manos de Aranzubía. El peligro llegaba por parte de los laterales, rompiendo los esquemas de la defensa deportivista con una simple pared. En cambio, en los visitantes, al tener a Juan Carlos Valerón como referencia, existía un escalón previo al balón a la espalda de la defensa y los envíos no eran tan precipitados. Clave Valerón, una vez más.

Resultado positivo, una dinámica ídem y un nuevo enfrentamiento directo en el horizonte. Fernando Vázquez había soñado hace dos semanas con la situación actual… Mantener la tensión en los jugadores una vez realizado lo más complicado se antoja fundamental.