La incredulidad, la impotencia, la resignación y la rabia volvieron a dominar el estado anímico de Riazor. La parroquia blanquiazul, que se ha hecho acreedora de una férrea paciencia a base de años de desencanto, aún mantiene la capacidad de asombrarse ante las nuevas desgracias que su equipo le ofrece cada dos semanas. Volvió a a ocurrir esta noche, cuando Gabriel Pires anotó el segundo gol del Leganés que culminaba la remontada pepinera, un mazazo que de inesperado fue letal y que mandó al Dépor a la lona.

Domino y felicidad

Hasta entonces el partido no había emitido señales que hicieran presagiar su desenlace. El Deportivo había dominado el juego durante la primera parte, guiado por la zurda de Emre Çolak y el descaro y la habilidad de Marlos Moreno. Tras el empate ante el Alavés, fueron muchos los que reclamaron a Garitano la presencia en el once del mediapunta turco, pues veían en él un remedio a los problemas ofensivos del equipo. Çolak aprovechó su oportunidad como referente ofensivo; hizo daño entre líneas y dotó de peligro al ataque blanquiazul con sus envíos en profundidad.

De sus botas partió la jugada que originó el gol de Borges: un pase largo que Marlos bajó al suelo en el pico del área, dobló a Luisinho y el portugués raseó al corazón del área, donde Borges remató a la red. La acción fue una síntesis de las virtudes que el Dépor enseñó durante una hora de partido, y que desaparecieron tras el primer gol del Lega. A partir de ese momento, el Dépor se soltó los nervios inciales y encontró más a Çolak, Bruno Gama y Mosquera, hasta el punto de gozar de un par de oportunidades para poner el 2-0 en el marcador, como un centro de Luisinho que se estrelló en el larguero tras golpear en Medjani.

Durante el primer acto Lux no tuvo noticias del ataque rival. El Leganés, que venía de sufrir una goleada ante el Barça, se mostró timorato e impreciso con el balón, y se dedicó más a destruir el ataque blanquiazul con faltas y juego largo. A pesar de ello su defensa tampoco sufrió mucho hasta el gol, pues los ataques del Dépor, salvo los regates/disparos de Marlos, morían antes de matar, y detrás de las buenas intenciones del equipo de Gaizka Garitano se vislumbraba un equipo peligrosamene ansioso por agradar, ganar, y romper la miniracha de tres partidos sin marcar.

Mandíbula de cristal y golpes sin pólvora

Si lo sucedido en el primer acto invitaba al optimismo en Riazor, el comienzo de la segunda parte no hizo sino acrecentar esa emoción. En los primeros cinco minutos el Dépor atacó sin pausa la meta defendida por Serantes, sobre todo por la banda izquierda de Luisinho y Marlos, e incluso Florin cabeceó al larguero en una ocasión. Parecía que el 2-0 era inminente, ya que el Leganés no daba señales de vida. Pero el Dépor no mató el encuentro y una vez más pasó del cielo al suelo en un santiamén, lo que tardó Gabriel Pirés en desarbolar con una pared un mal poscionamiento defensivo, para servir en bandeja el gol a Luciano con un exquisito centro con el exterior de su zurda.

Sólo cinco minutos después, el propio Pires aprovechó un fuera de juego mal tirado para cabecear completamente sólo y anotar el tanto de la victoria. La jugada fue un despropósito deportivista que comenzó con una equivocada cesión de Borges a la defensa y culminó con la zaga contemplando, estática, como el brasileño del Leganés fusilaba a Lux. El tanto liberó los proverbiales demonios del deportivismo e iluminó las cualidades del interesante centrocampista brasileño, una de las apariciones más agradables de este comienzo de temporada.

A raiz del gol el equipo de Asier Garitano hizo acopio de confianza y volvió a ser el conjunto ordenado, solidario y seguro que consiguió el ascenso. Con eso le bastó para superar a un Deportivo que no supo interpretar lo que más le convenía al partido. Fruto de la ansiedad o la incapacidad, se ofusco en ataques imprecisos que apenas hicieron daño. Garitano movió el banquillo e hizo debutar a Ryan Babel, un futbolista que hace una semana estaba de vacaciones después de jugar en la liga de los Emiratos Árabes Unidos. Tal es la urgencia atacante de los gallegos, víctimas de la marcha de Lucas y la lesión de Joselu. El delantero holandés no gozó de muchas oportunidades para contribuir en el juego.

Andone lo intentó sin éxito

Aun pudo el Dépor empatar gracias al empuje de Florin Andone, que cansado de esperar en vano las asistencias de sus compañeros se fabricó dos buenas jugadas dentro del área. El rumano volvió a vaciarse, pero anoche tampoco encontró el gol que premiara su esfuerzo. Tampoco lo halló el Deportivo, que hasta anoche se agarraba a su solidez defensiva para  mantenerse erguido ante las dudas. Quebrado también ese asidero, pereció de nuevo ante un rival que no necesitó ser mejor que él para vencerle. Justo lo contrario le ocurre a los coruñeses, a quienes no les basta con jugar mejor para llevarse una victoria que se le resiste con fiereza.