Corría el año 2011 cuando se produjo dicho encuentro. Era para todos los deportivistas y, obviamente, para mí, un encuentro especial. Era yo aún joven, pero el amor por el derbi gallego se tiene desde que uno comienza a tener consciencia de lo que vive. Como aún tenía yo 12 años y Riazor no me quedaba precisamente al lado de casa… me tocó verlo desde la pantalla del bar.

Salía mi Dépor más enchufado en el partido de la que sería la campaña del ascenso a la mejor liga del mundo. Una semana después de la celebración en Cuatro Caminos, celebraría el Celta el mismo logro en Vigo. Se presentaba como favorito el equipo herculino, sobre todo por el empuje de la afición. Si por aquella época hubiese sido socio…sería una garganta más dejándolo todo en el estadio, ya que si por algo se caracteriza Riazor, más aún en un derbi, es por apretar como si le fuera la vida en ello. Deja de ser un estadio para convertirse en una caldera.

No tardaría mucho el Deportivo en dar el primer zarpazo, adelantándose en el marcador. Solo cuatro minutos bastarían a los coruñeses para que, tras un centro raso de Saúl, Riki rematase con un bonito disparo de tacón hacia la portería, desviándola antes Jonathan Vila para hacer el primero de los locales. ¡Qué bien sabe un gol del Dépor en un derbi! La afición deportivista se había vuelto loca (y el bar en el que estaba, por supuesto, también). El Celta se ponía entonces el mono de trabajo para dar la vuelta a la tortilla e intentar sacar de Riazor, al menos, un punto.

Riki provocó el primer gol a favor del Deportivo. / Foto: Vavel.com
Riki provocó el primer gol a favor del Deportivo. / Foto: Vavel.com

Lograrían los vigueses momentáneamente el objetivo en el minuto 82, dando la sensación de que el partido estaba más vivo que nunca. El anotador del tanto fue el chileno, ahora en el Valencia, Fabián Orellana. El pánico llegó por un momento a los corazones de todos nosotros… sin embargo el supuesto salvador del conjunto celtiña saboreó la sensación del gol durante poco tiempo, porque tan solo un minuto después, en el 83, llegó Laure para arrebatar el balón al mediocentro celeste. Aprovechando el rechace el franco-tunecino Lassad, como todos los deportivistas recordamos, soltó un zapatazo que quitó las telarañas a la portería del fondo de los Riazor Blues. ¡Madre mía Lassad, que felices nos hiciste!

El golazo del canterano supuso un suspiro de alivio para la grada deportivista, y un golpe bajo para los vigueses. De ahí al final del partido, el marcador no se movió, lo que supuso las delicias de la afición local y la amargura de los visitantes. Cómo grité con los goles, y sobre todo cuando terminó el partido… ¡La delicia de llevarte un derbi! El partido, intenso como cabía esperar, dio de sí un espectáculo solo a la altura de un derbi como el gallego.

Famosa imagen de Mostovoi y Djalminha. / Foto: Vavel.com
Famosa imagen de Mostovoi y Djalminha. / Foto: Vavel.com

La historia del derbi proviene de muchos años atrás (una pena no haberlos visto todos), y es un choque que siempre desencadena fuertes emociones. En el año 2011, el deportivismo mostró su cara más feliz, y el celtismo todo lo contrario. Cosas del fútbol: delicias de uno, tristezas del otro.

El derbi fue ese día nuestro, y más aún de alguien en concreto, Lassad. Un gol que pasó a la historia, y que tras años seguimos recordando en Riazor. Tras más de cinco años, diversos derbis sucedieron tanto en Vigo como en A Coruña, cosechando ambos equipos victorias, empates y derrotas. Habrá que ver si el de este domingo (en el que por suerte animaré desde la grada) refuerza el buen momento deportivista o si por el contrario el Celta puede frenar la racha del Deportivo de Pepe Mel. ¡A por #ONosoDerbi!