Seis goles en contra que cayeron como un jarro de agua fría al público de Riazor. Tras haber vencido al Barcelona y empatar contra el Atlético, la hinchada blanquiazul se creía capaz de dar la campanada pero los de Pepe Mel no estuvieron a la altura.

Unos segundos bastaron

Para vencer a uno de los mejores equipos del mundo es indiscutible defender bien. El Deportivo hizo todo lo contrario, firmando la peor actuación defensiva en lo que va de temporada. Esto se plasmó antes de llegar al primer minuto, con Morata batiendo a Lux en el primer tiro a portería de los visitantes. Ni 60 segundos lograron resistir los herculinos, teniendo que remar contracorriente desde el principio para poder sacar algo positivo de su feudo.

La indolencia deportivista se estiró más minutos, permitiendo a un Real Madrid motivado ampliar la distancia y gozar de varias ocasiones más. Ningún jugador estuvo correcto en defensa, con poca intensidad y pocas ayudas, lo que se tradujo en una superioridad blanca que decantó el partido.

Escasa reacción

Con cero a dos en el marcador, el Dépor se envalentonó y disfrutó de sus mejores minutos en el choque. Los de Pepe Mel se adueñaron del balón y se acercaron a la portería defendida con Casilla, acumulando varias llegadas. En una de ellas, Florin Andone conseguía recortar distancias refrendando el buen momento de juego de los coruñeses. Tuvieron la oportunidad de empatar el partido escasos minutos después, pero la fortuna no acompañó. Y, si quien perdona lo paga, ante un conjunto como el madrileño todavía más. En la jugada posterior, los de Zinedine Zidane harían el tercero al borde del descanso, acabando así con la ilusión deportivista.

En la segunda parte se siguió por el mismo camino, con los locales sin capacidad, poco concentrados y acumulando fallos y momentos de poca intensidad que los suplentes de los blancos no desaprovecharon.

La posible reacción gallega podía llegar desde el banquillo pero la mala fortuna se cebó con el Deportivo. Dos cambios en el descanso, uno por lesión y otro en busca de reforzar la defensa, sumado a un tercer cambio prematuro de nuevo por lesión, impidió a Pepe Mel poder variar todo lo que le gustaría su nave, la que acabó a la deriva.

Nada que ver con la primera vuelta

La llegada de Pepe Mel al Deportivo insufló de ánimos a una plantilla cabizbaja pero de calidad, lo que valió para que el técnico madrileño sorprendiera a propios y extraños en sus primeros partidos como entrenador deportivista. Sin embargo, con el paso de los partidos esta confianza parece haberse desvanecido. El pasado miércoles pudo verse en Riazor un equipo apático y sin garra, sin intensidad y que parecía no tener nada en juego sobre el césped. El Dépor de Mel parece caer en un remolino, recuperando fallos vistos en anteriores partidos que se creían superados y con una falta de identidad muy preocupante en su juego.

Las comparaciones nunca son justas, pero el partido realizado por los blanquiazules la pasada jornada fue la antítesis del de la primera vuelta, en el que casi asaltan el Bernabéu si no fuera porque Ramos siempre acude a su cita con el gol en el 90'. 

Un vuelta más tarde, el Deportivo tiene otro técnico y ve la salvación en sus manos pero el ambiente está caldeado. Un equipo que desilusiona y que parece ir a peor hacen desear al aficionado que la temporada se acabe para empezar la siguiente, si se puede, con ilusión.