Los dos equipos gallegos cruzaron sus caminos en un 2013 convulso firmando uno de los derbis de mayor tensión. Ascendidos el verano anterior tras un último año en segunda muy por encima del nivel de la categoría, ninguno de los dos conjuntos estaba dando el nivel esperado en su regreso, en especial el Deportivo. El equipo, mermado por una crisis de identidad que le abogó durante un tiempo a resignarse con el descenso, revivió su ilusión con el fichaje de Fernando Vázquez ante un Celta (3-1) también abonado al sufrimiento que no sólo dio la nota sobre el rectángulo de juego.

Aparte de por el despliegue físico realizado sobre el césped, aquel ‘o noso derbi’ será recordado como el de la expulsión de Iago Aspas o el espectáculo que protagonizó Hugo Mallo entre la afición celeste. En Vigo, el plan previsto era dar la estocada definitiva a un ‘Dépor de los portugueses’ comatoso y hundido en el farolillo rojo de la tabla, pero la resurrección les arrolló por sorpresa condenándoles a un trágico final de temporada en el que, ya sí, tuvieron motivos para la celebración.

La destitución de José Luis Oltra aún durante la primera vuelta liguera y la espantada de Domingos Paciencia tras un mes en el cargo evidenciaban una difícil solución para los herculinos. Las 27 jornadas disputadas con anterioridad habían servido para sumar únicamente 17 puntos, vislumbrándose la salvación a nueve de distancia.

Las sensaciones vaticinaban que la pérdida de la categoría era cuestión de tiempo en A Coruña y la llegada ‘low cost’ de Vázquez también parecía mirar hacia ese lado. No obstante, el de Castrofeito hizo creer en lo increíble a un equipo y a una afición resignados ante la adversidad. Su efecto no fue inmediato, pero al cuarto partido, el que reunió a Galicia entera, dio un golpe sobre la mesa que sirvió de impulso para encadenar unos resultados nunca antes vistos ese curso.

Mejor, aunque ni mucho menos para tirar cohetes, era la situación del lado celtista. El bagaje de 23 puntos colocaba a los vigueses en una también preocupante penúltima posición que se llevó por medio a Paco Herrera para realizar un polémico cambio por Abel Resino, que no fue recibido con los brazos abiertos y que tuvo que renunciar al trabajo de su segundo, Salva Ballesta, para incorporarse.

La necesidad marcó una cita en la que la tensión se podía cortar con un cuchillo desde antes incluso del arranque. Aquella tarde del viernes saltó a primera plana un nombre propio inesperado, el de Hugo Mallo.

Para la historia de los derbis quedará su famoso posado con el cartel de ‘se vende’ en el que referenciaba a la inestabilidad económica del rival y a la multitud de futbolistas de nacionalidad lusa que formaban parte de la primera plantilla deportivista (hasta 11 aquella temporada: Silvio, Evaldo, Roderick, Tiago Pinto, Zé Castro, Paulo Assunção, André Santos, Pizzi, Salomão, Bruno Gama y Nélson Oliveira). Un aperitivo para calentar el ambiente que tuvo su continuidad en la grada, dando pie a imágenes que obligaron al lateral, por aquel entonces lesionado, a disculparse.

Los jugadores del Deportivo hacen piña tras marcar un gol / Foto vía Marca
Los jugadores del Deportivo hacen piña tras marcar un gol / Foto vía Marca

Respuesta sobre el césped

Lo sucedido durante los 90 minutos reglamentarios dejó notablemente tocado al Celta. En el guion no aparecía que los locales resucitaran aquella noche, y sobre todo, de aquella manera. La expulsión de Aspas por propinarle un cabezazo a Marchena cuando estaba tendido marcó a los suyos, condenados a remar a contracorriente en inferioridad numérica con más de una hora de partido por delante. De hecho, tuvo sus consecuencias durante cuatro jornadas más, el tiempo en el que el delantero de Moaña estuvo sancionado por dicha acción.

Pero antes ya había puesto su granito de arena el Dépor. Valerón y Riki fabricaron una combinación a la altura de las circunstancias para poner el 1-0 que empezó a volcar el choque del lado blanquiazul desde el minuto 8. Además, el sentimiento de que la noche podría ser grande para los intereses coruñeses se concretó con otros dos tantos en la segunda mitad. Silvio con una volea lejana y Salomão en un mano a mano al contragolpe abrieron una profunda herida que los vigueses solamente pudieron maquillar con una respuesta de Park en el tramo final.

El 3-1 definitivo y sus consecuencias colearon por días y semanas. Sin embargo, la crispación previa de los dos gallegos mutó en esperanza hasta el día final del curso, en el que fue el Celta quien selló su permanencia mientras que el Dépor murió en la orilla después de lograr llegar a la fecha decisiva dependiendo de sí mismo.

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Sobre el autor
Dani Plaza
Como fui incapaz de dominar la pelota, me puse a escribir sobre ella. Intento de periodista, canterano de la URJC, ahora en VAVEL