La Sociedad Deportiva Eibar, en la jornada 7 de Liga empató 1-1 ante el Real Madrid a domicilio. De esta manera, el equipo armero logró puntuar por primera vez ante el equipo blanco y consiguió su primer gol en el Santiago Bernabéu. El resultado no miente. Los de José Luis Mendilibar, realizaron un trabajo disciplinado en todas sus líneas y empobrecieron a los de Zinedine Zidane. El campanazo eibarrés lo dio Fran Rico en el cinco de partido y luego, Gareth Bale igualó para el anfitrión cuando iban 17 minutos.

Como nos tiene acostumbrados, Mendilibar es indescifrable con sus once iniciales. Otra vez pateó el tablero y se ajustó a la circunstancia del partido. La clave del partido estaba en lograr solidez defensiva, conformar un bloque sólido y aprovechar cada oportunidad como si fuera la última. Entonces, apostó a  las dos garantías por las bandas: Ander Capa de lateral derecho y Antonio Luna en la izquierda. Mauro Dos Santos tuvo el difícil reto de reivindicarse tras su partido en Málaga, ante la lesión de Alejandro Gálvez. El argentino, acompañó a Florian Lejeune en la retaguardia.

Luego, optó por cinco centrocampistas. En los costados, Pedro León y Rubén Peña atentos de las incursiones rivales. Más centrados y con nulo espacio entre sí, Dani García estructuró un triángulo con Gonzalo Escalante y Fran Rico. Estos dos, se ubicaron a la derecha e izquierda respectivamente. El único atacante fue Sergi Enrich, del 4-5-1.

El dueño de casa, el Real Madrid armó el once acorde a las bajas de última hora: Sergio Ramos, James Rodríguez y Luka Modric, se añadieron a las confirmadas de Casemiro y Marcelo entre otros. La defensiva empezaba con Daniel Caravajal y Danilo en las puntas. A su vez, Raphäel Varane y Pepe completaban la última línea. Posteriormente, el único pivote fue Toni Kroos. Al lado suyo, Isco en el interior derecho y Mateo Kovacic por el izquierdo. La ofensiva con dos extremos abiertos para el desborde: Bale en la derecha y Cristiano Ronaldo por la izquierda. De clásico ariete estuvo Karim Benzema, para el 4-3-3. 

El planteamiento táctico del Eibar, escondía otro posicionamiento en el terreno. Al momento de replegar, cerrando los espacios y tapando los receptores, la estructura armera vislumbraba un modelo 4-5-1 ó 4-1-4-1. Allí, dependiendo del posicionamiento de Dani García y Gonzalo Escalante, estos intercalaban su posición en el campo para hacer las veces de pivote defensivo. Por delante, cuatro centrocampistas con Pedro León, Escalante/García (quien no se retrasaba), Fran Rico y Rubén Peña. De esta manera, compensaba un equilibrio numérico en la zona medular e imposibilitaba por otro lado el avance en el campo del equipo blanco.

Los de la Capital, en ataque funcionaban 4-3-3. Este dispositivo variaba a un 4-2-3-1, cuando Isco se sumaba al doble pivote junto a Kroos y Kovacic se soltaba como mediocentro ofensivo. Concretamente, se observó una tendencia. Las mejores oportunidades para el Real Madrid llegaron mediante balones largos a las bandas y sociedades que se formaron en los costados, ya sea entre Danilo y Cristiano, como así también Caravajal y Bale. El Madrid tuvo la pelota mayormente, la administró y circuló ineficazmente porque no era una posesión avasallante, sino ineficaz. La circulación era paulatina, sin dinámica y que dependía de una individualidad para lograr la ruptura por el costado.

Por el contrario, los vascos cada vez que manejaban el cuero lo hacían con más criterio y decisión en el tercio superior. Al contrastar, las incursiones ofensivas de Ander Capa en ofensiva en parangón a las de Caravajal, el lateral eibarrés fue más incisivo y determinante. Conformó el tándem por la derecha con Pedro León y asistió a Fran Rico que definió de ‘9’ en el 0-1. Los de Mendilibar se plantaron firmes en el minuto cinco, con siete hombres en el tramo superior del campo, cuatro dentro del área (Pedro León, Rico, Sergi Enrich y Rubén Peña), Escalante y Capa en la derecha, mientras que Antonio Luna se encontraba en la izquierda. En consecuencia, se generó la superioridad numérica en el feudo y llegó el gol armero. 

En ningún momento del primer tiempo, los vascos se sintieron sobrepasados. Obligaban constantemente el pase en largo. Cada vez que Kroos tenía el esférico, los armeros tapaban los huecos de pase y el alemán no tenía más remedio que resetear, volviendo a empezar la acción. Entonces, el Madrid cayó en esa trampa porque se agotó de jugar en largo a los costados. Una vez que hacía eso, ya se presagiaba como iba a terminar la jugada. Contadas veces, Cristiano, Danilo y Bale por el otro costado pudieron ganar por la banda. Al igual que como lo hacía con Kroos, lo reiteraba con Caravajal. El lateral, no tenía otra alternativa más que jugar en largo.

Posicionalmente, el Real Madrid cambió varios esquemas. Se replegaba entre el 4-4-2 y 3-5-2 incorporándolo a Bale a la medular y Kroos alternaba, como líbero al momento de salir jugando y más adelantado cuando el juego progresaba. Pero, reiteraba en lateralizar el juego, sin evolución dentro del terreno. Como el Eibar no sumaba gente al ataque, Daniel Caravajal y Danilo se sumaron a la medular, quedando un 2-4-4. La zaga en la retaguardia, el doble eje Koos-Kovacic o Isco, luego Bale y Cristiano por las bandas, mientras que Benzema y el interior que no quedaba en la medular completaban el sistema. A veces, con el retraso de los laterales se conformaba en 4-2-4.

Otra alternativa el 3-4-2-1, en donde los interiores pasaban a jugar de armadores y también incorporando hasta seis jugadores al tercio superior. De derecha a izquierda: Caravajal, Bale, Benzema, Cristiano, Kovacic y Danilo. El Eibar respondía mediante un 6-2-2. También arrancando por la derecha: Pedro León, Capa, Lejeune, Dos Santos, Luna, Peña. Por delante, Dani García al lado de Escalante. Finalmente, Sergi Enrich y Fran Rico en punta.  

Con los cambios y los nombres, el Madrid se plantó más en ataque con la misma ineficacia que en el primer tiempo. El Eibar supo cómo contener las arremetidas, siguió tapando los pasillos y los huecos de pase. El Real Madrid, no le encontraba la vuelta y caía en la trampa del equipo armero, quien cuando se lo proponía, administraba el balón más criteriosamente. La defensiva prosiguió la solvencia, el centro del campo mantuvo el orden y la perseverancia para arremeter ofensivamente y el ataque, mantuvo la línea. Así, los blancos no supieron nunca cómo quebrar a la estructura eibarresa, que no se sintió intimidado por el escenario ni por el rival, al contrario dio otra muestra de carácter y temple, sumando por primera vez en un reducto tan difícil.