A veces, no basta con un buen partido. Y el duelo que disputó en el Sánchez Pizjuán la SD Eibar la pasada jornada, es la más fiel prueba de ello. Un equipo que peleó, que dio guerra, que dio una gran imagen y que pudo vencer, cayó derrotado a causa de dos detalles. Fueron dos errores el principal motivo por el que cayó en Andalucía el conjunto de Mendilibar. Dos irregularidades en un partido peleado que permitió a los guiados por Sampaoli certificar sus dos tantos de la tarde, y que por lo tanto, dejaron sin puntuar a un Eibar que por primera vez se toma el lujo de pensar en Europa.

El primero de los citados aconteció cuando se cumplía la media hora de juego. La zaga eibarresa se adelantó en exceso, y esto permitió a Jovetic correr. Lenglet lo vio y le envió el balón. Y entonces, es cuando tiene peligro el Sevilla. Una serie de toques entre Ben Yedder y el montenegrino en el área armera -y un lento e ineficaz repliegue del Eibar- acabó con un centro al segundo palo. Y allí, había un rematador, pero no había una marca para frenarlo. Sarabia se encontró el balón y batió a placer a Yoel. Fue un mazazo el tanto para los armeros, pues estaban haciendo sufrir mucho a los sevillistas, a pesar de no estar acabando de generar peligro.

No obstante, no era cuestión de lamentarse. La batalla estaba lejos de estar perdida. El Eibar siguió peleando en Nervión, tocado, pero nunca hundido. La brega mantuvo vivo a los armeros hasta el último suspiro, cuando nuevamente, un error, en esta ocasión fruto de la precipitación, volvió a salir carísimo. Luna quiso enviar un balón entre líneas ya en tiempo de descuento, el cual no llegó a ningún compañero, sino fue interceptado por la sólida zaga hispalense. Y fue entonces cuando el Sevilla volvió a oler sangre. Una vez más, Jovetic se subió a la moto y arrancó para escaparse por un costado, ganando la espalda a toda la defensa visitante. Aguantó ante el último hombre hasta que llegó el apoyo de Vitolo, prácticamente sólo, y a él le fue el balón. El grancanario definió de primeras sin oposición para hostigar una vez más al Eibar, asestando así el definitivo mazazo. Así fue como dos errores, castigaron en exceso a un buen Eibar.