Sigue siendo inexpugnable el bastión armero. Nuevamente, venció y goleó la SD Eibar a otro rival, el Málaga en este caso. Fueron francamente superiores en juego e ilusión los soñadores dirigidos por Mendilibar, que vuelven a incorporar a su casillero tres unidades, lo que les garantiza mantener la séptima plaza y colocarse a un único punto de la sexta. Fueron importantes las figuras de Pedro León, Adrián, Dani García y Sergi Enrich, máximos responsables de la superioridad mostrada por el combinado emplazado en Ipurua durante el transcurso del duelo frente al combinado andaluz, que llegó a verse en inferioridad numérica por la expulsión de Rosales.

La calma previa a la tormenta

Los primeros minutos fueron en parte bastante calmados. Ambos conjuntos se respetaban, aunque se veía a un expeditivo Eibar con un par de revoluciones por encima de los albiazules. No generaba peligro el Eibar, pero el balón era suyo la gran parte del tiempo. Las sublimes triangulaciones y el rápido movimiento del balón de los eibarreses volvió loco a un Málaga que solo corría tras el esférico. Y cuando lo recuperaba, la soberbia presión de los jugadores de Mendilibar desembocaba de modo casi automático en pérdida visitante, reorganización y vuelta a la ofensiva. 

Se podría calificar como raro el encuentro vivido durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Porque es difícil que un equipo sea tan superior como lo fue el Eibar, pero que al mismo tiempo, no genere ocasiones reales. Sin embargo, las acometidas fueron constantes, mientras que el Málaga solo encontraba el modo de salir haciéndolo mediante la vía rápida. Y cuando ese era el caso, Lejeune, Ramis o Escalante aparecían para segar toda esperanza. Era imposible detectar fallos en el sistema armero, y sobre dicha premisa, el Eibar hizo su fútbol, su partido.

Tocar, apretar, centrar y volver a empezar. Así acontecieron los primeros cuarenta minutos. Y tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe. Al borde del descanso, Capa y Pedro León protagonizaron una gran pared para que el extremo enviase un gran balón al hueco a Enrich. Éste se coló entre los centrales visitantes y se plantó ante Kameni. En ese momento, entró desde la segunda línea Adrián, sin que nadie lo esperara, salvo el propio Enrich. Éste cedió el cuero a su compañero para que, con Kameni vencido y rendido, empujara el balón e hiciere así estallar por vez enésima en la grada la euforia del gol.

Llegó el huracán armero, de fútbol e ilusión

Dicho tanto dejó noqueado al Málaga, al que parecía que mejor no le pudo venir que llegara el descanso, pues al Eibar las revoluciones se le dispararon con su primer tanto. Sin embargo, lejos de lo esperado, no fue el Málaga el que salió con mayor ahínco a anotar en el segundo tiempo. Quien siguió echándole más ganas fue el Eibar, y por lo tanto, fue quien encontró el premio. Por partida doble además. Apenas necesitó el combinado eibarres cinco minutos para quebrar una defensa que empezó a hacer aguas según avanzaban los minutos.

Tras cinco minutos de segunda mitad, el Eibar alcanzaría su máximo esplendor con dos tantos express.

Llegó el momento en que, en un balón largo Juankar fue absolutamente vencido por Pedro León, quien quiso recortarlo dentro del área. El defensor malaguista quiso despejar el balón, pero fue la pierna del armero lo que barrió, y el colegiado, tras vacilar, señaló la pena máxima. Y bien es sabido que tienen nombre los penaltis en Ipurua: Adrián González. El centrocampista tomó el balón, y con confianza, batió con un espléndido lanzamiento a Kameni, al que engañó.

Con la renta duplicada, la situación en la grada ya estaba patas arriba. La locura estaba desatada, fiesta al cuadrado, carnavales y supremacía armera. No tardaría en crecer de modo exponencial la locura, pues un par de minutos más tarde, Enrich obraría el arte. Y es que el balear cazó al vuelo con una tijera un gran centro de Arbilla, para enviarlo al fondo de la portería de Kameni, ante la pasividad de una zaga que estaba vencida. El partido ya no tenía historia, los tres puntos se quedaban en Ipurua. La fiesta continuó, el Eibar sonrió, y el partido prosiguió sin nada más que destacar que la expulsión de Rosales por doble amarilla, que no hizo sino dificultar más aún la situación a un Málaga que no fue capaz de preocupar a Yoel.