Poco se esperaba de él a su llegada a la localidad guipuzcoana. Tras haber jugado en multitud de clubes a nivel nacional, sin pena ni gloria, el hijo de Michel probó suerte en el norte, concretamente en Eibar.
Por aquel entonces, el cuadro armero no llevaba más de un año en Primera División, y un club de esas dimensiones, podía ser positivo para el centrocampista. La verdad que no se equivocó, dado que desde su llegada, ha sido uno de los jugadores más destacados en el esquema de su técnico. Su aportación está siendo de vital de importancia. Además, en el Eibar ha sacado a lucir su faceta más goleadora, aspecto que no había mostrado con tanta frecuencia en los conjuntos por los que ha pasado. Y es que, su trayectoria es realmente amplia. 

Con nueve años, entró en las categorías inferiores del Real Madrid. Una vez en el Castilla, fue entrenado por su padre y con él, completó una campaña de ensueño, marcando una gran cantidad de tantos y jugando cada jornada. A los 19 años logró debutar con el primer equipo, pero como suele pasar, no dispuso de muchos minutos y a partir de ahí, comenzó su episodio de cesiones. Las dos primeras fueron en el Real Club Celta de Vigo y en el Nástic de Tarragona. En 2008 fue contratado por el Getafe, donde casualmente se encontraba su padre, que por aquel entonces entrenaba al cuadro azulón. Tener a su padre de entrenador, no siempre le ha resultado beneficioso, sino que también le ha afectado como lo llegó a hacer en su etapa por el club madrileño. Este último aspecto, generó una relación muy negativa entre la grada y el propio jugador, y se vio obligado a abandonar la institución de Angel Torres para fichar por el Racing Club de Santander. En la capital cántabra, jugó desde el primer instante, pero al igual que antes, no se afianzó del todo y acabó saliendo dos años más tarde.

Esta vez, sería el Rayo Vallecano el club que le abriría sus puertas. En Vallecas jugó menos que en el norte de la península, concretamente 21 encuentros en su primera temporada y 17 en la segunda. Al término de su contrato, el Elche CF se interesó por él, y allá que fue. En el club ilicitano, jugó 31 duelos, sumando copa y liga, pero eso no fue suficiente para mantenerlo en Alicante.

Actualmente, milita en el cuadro de Mendilibar, donde al parecer ha encontrado su sitio. Tanto movimiento y tanto cambio de aires, no le habían dejado asentarse en ningún equipo, pero tras dos años en el cuadro armero se encuentra mejor que nunca. El portador del dorsal número 24, está siendo uno de los mayores artífices del éxito que están obteniendo los suyos. Junto a Sergi Enrich, máximo goleador histórico del Eibar en Primera y a Pedro León, los vascos se postulan como claros candidatos a ocupar una plaza europea, algo que hasta hace poco sonaba a utopía. Además Mendilibar ha dado en la tecla al adelantar su posición, a la mediapunta, sacando así el goleador que lleva dentro.

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Joseba Ormazabal Fernández
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