Cada uno a lo suyo. Nada más arrancar el choque que enfrentaba a armeros y celestes, los de Unzué comenzaron a mover el cuero, mientras los de Mendilibar se mantenían firmes, atrás y esperando al fallo del rival. La situación no tardó en cambiar, y es que el Eibar quería protagonismo y, de manera paulatina, lo iba cobrando, volcando su juego a las bandas. Bandas en las que se encontraban los extremos: Inui y Bebé, pero donde sobre todo, incidían con sus centros los laterales: Ander Capa y José Ángel Cote. Los jugadores del Eibar parecían una jauría hambrienta de goles y con sed de victoria.

Sisto y diez más

Pero amigos mios, el fútbol no siempre es justo, y esta vez, no se hizo justicia con el ímpetu y las ganas de los eibarreses. Minuto 16; libre directo favorable al Celta; lo bota Sisto y remata Cabral para abrir la lata (0-1). A raíz del gol, los celtiñas se vinieron arriba anímicamente y futbolísticamente hablando. Fruto de ello, en una falta idéntica a la primera, Pione Sisto abrió brecha en el marcador (0-2). ​Una auténtica exhibición la del danés.

Al Eibar no le salía absolutamente nada. La eficacia estaba del lado del Celta, y antes del descanso, lograron hacer el tercero, obra de Pablo "Tucu" Hernández. Antes de que llegara el mencionado tanto, Mendilibar quitó a Inui para dar entrada a Sergi Enrich. Con este cambio las intenciones del técnico vasco eran más que evidentes: contar con tres posibles rematadores y ganar en lucha, entrega y garra. Sin embargo, las cosas no salieron como estaban planeadas respecto a ese campo, y a la larga se notó la falta de un hombre de banda.

La primera mitad dejó a Pione Sisto como el jugador más destacado. Al danés le salía todo. Era el reflejo del Celta durante los primeros 45 minutos de juego. Por su parte, el Eibar no encontraba rematador, y si lo encontraba, no remataba con aptitud. Es preciso indicar que el Eibar se llevó un castigo excesivo en la primera parte, pero eso no quita que los celestes hubieran sido superiores.

Imagen: La Liga
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Descontrol armero

A la reanudación de juego en Ipurua, el Eibar trató de incrementar el nivel de control sobre el esférico, sin pena ni gloria. Ante el intento fallido de tener el cuero y ante un arrasador Celta de Vigo, la frustración se hacía notar, y es por ello que, los armeros comenzaron a pecar del balón largo. Con el paso de los minutos y con los nervios a flor de piel, se le antojaba muy complicado al Eibar elaborar una jugada de peligro. Ante dicha situación, Mendilibar buscó darle algo más de equilibrio al centro del campo con la entrada de Joan Jordán. El Eibar no conseguía hacerse con la posesión del balón y en una de estas, y tras una triangulación entre el "Tucu", Hugo Mallo y Aspas, Wass hizo el cuarto llegando desde atrás. Los de Unzué se estaban gustando; practicaban un fútbol ofensivo, repleto de triangulaciones y centros al área, juego en el que los laterales y como no, Iago Aspas y Pione Sisto, tuvieron mucha incidencia. 

Con el encuentro más que sentenciado, el Eibar se limitó a mover el cuero en busca de espacios, sin éxito alguno. No obstante, la diferencia establecida en el luminoso podría haber sido mayor, si Pione Sisto, el hombre del partido, hubiese puesto la guinda al pastel con un quinto gol de vaselina. Es cierto que el castigo fue excesivo, pero este duelo es una muestra más de que en el fútbol, el ímpetu no es suficiente; también se requiere eficacia, la que tuvo el vencedor, el Real Club Celta de Vigo.