El sábado llegó la misma sensación a los jugadores armeros que aquella que se sentía, un tanto difícil, en la infancia. Ese momento en el que los chicos mayores se plantaban en el campo de fútbol del patio frente a ti. Momento en el que no sabes cómo lo harás, ni si acabarás en pie después del encuentro, pero aceptas. A Dani García y sus espartanos les llegó ese día ayer. Y vaya si aceptaron.

Se produjo, entonces, un dulce momento en el recinto del Municipal de Ipurúa. Ese momento en el que los “chicos mayores” se ven superados por aquellos siempre infravalorados previamente. Durante algunos tramos del partido parecía rozarse la consecución de la victoria épica. Una victoria que tantos años, en concreto 4, llevan buscando estos Davides. Nunca han logrado arrebatarles un punto a estos Goliats azulgranas, pero el camino para ello parece estar marcado.

Y no es otro que Dani García el elegido para dirigir las tropas. El de Zumárraga estuvo brillante en el encuentro, y en concreto, en su particular enfrentamiento al centro del campo blaugrana. Una de las líneas del centro con más reputación y nivel del planeta. Esta misma fue puesta a prueba el pasado fin de semana, por un joven de 27 años, que dio un golpe sobre la mesa.

El capitán armero demostró un gran abanico de recursos para dirigir el juego desde la salida de balón, en el centro del campo defensivo. Pases cortos, balones teledirigidos de una banda a otra, un amplio repertorio de movilidad del esférico. Todo esto desde la seguridad de un par de toques, sin confiar mucho en sus propias conducciones. Pero está bien conocer también las debilidades de uno mismo. Es entonces, cuando sacas un mayor partido a tus mejores prestaciones, y Dani brilló por conocerse a la perfección.

Además de este gran juego ofensivo, sus labores para detener al vendaval barcelonés tampoco pasaron desapercibidas. Todo esto culminó en una gran crítica positiva y unánime de todos aquellos que presenciaron el encuentro en Ipurúa. Dani, al fin y al cabo, plantó cara a los de un curso más.