Tras el parón por compromisos internacionales, la Liga BBVA se reanudaba este fin de semana. El Espanyol, tras un buen inicio liguero, buscaba seguir con su buena racha de resultados. Y el Granada, después de cosechar buenos registros a domicilio, tenía la misión de sumar su primer triunfo en su feudo. El duelo estaba servido y ambos entrenadores tenían bien claros sus puntos fuertes.

El cuadro catalán, después de repetir el mismo once en las tres primeras jornadas, introdujo tres cambios en su alineación. Entraron Raül Rodríguez, Abraham y Lanzarote en lugar de Héctor Moreno, Stuani y Pizzi. Aguirre quiso oxigenar el equipo después de una semana en que sus internacionales hicieron un gran esfuerzo.

Asimismo, el Granada no pudo contar con Brahimi y Piti, dos jugadores claves en su esquema de juego.

Igualdad y poco fútbol

El choque empezó como se preveía. Mucho respeto entre ambos conjuntos y especulación inicial. Control alterno del esférico y juego directo y práctico, sin resultado alguno.

Después de media hora de juego sin apenas emoción y con un juego rocoso y tedioso, un córner botado por el Granada, supuso el primer susto para el conjunto periquito. Kiko Casilla se confió en blocar el balón y a punto estuvo de suponer el primer tanto local. El mismo guardameta, supo reaccionar a tiempo y subsanó su propio error.

Poco después, el Espanyol reaccionó y en una falta lanzada por Simao, David López remató por encima del larguero.

Este pobre balance fue lo que dio el primer tiempo en Los Cármenes. Mucho orden, igualdad y seguridad defensiva. Muy poco fútbol y brillantez.

El Granada aprieta más

Tras el descanso, el conjuntó local pareció ir más al ataque y presionar más a su rival. Así pues, al poco de empezar, Riki, el jugador más incisivo del Granada, lo intentó con un disparo que salió alto. El Espanyol se sintió incómodo durante unos minutos y no conseguía salir de la presión de su rival. Entonces, Javier Aguirre movió ficha. Entraron Stuani y Thievy por Abraham y Sergio Garcia. Estos cambios oxigenaron el equipo catalán y se sacaron la presión de encima.

Iglesias Villanueva pita y Lanzarote decide

El partido estaba un poco más abierto y parecía moverse alguna cosa. El fútbol nace, crece y vive de la magia y virtud del futbolista. Pero también de la incertidumbre, la suerte y el estar en el lugar adecuado. El Espanyol estaba presionando una salida del Granada y en una pelota atrás, que recogió el portero, el árbitro interpretó que fue una cesión voluntaria. Los jugadores locales no entendieron su decisión. Y la clase magistral de Manu Lanzarote, puso la guinda definitiva. Simao la tocó en corto, Lanzarote la chutó con suavidad, el tiempo se paró y el balón besó el palo de la escuadra para abrazar la red con amor.

El Granada no bajó los brazos y bien pronto estuvo a punto de empatar. Una brillante acción de Riki, acabó con un disparo sin ángulo al poste.

Desespero local y oficio espanyolista

La ocasión de Riki fue un espejismo. El técnico mexicano, haciendo gala de su experiencia, puso a Álex Fernández para reforzar la medular y el equipo ganó en consistencia. Por el contrario, el Granada empezó a desesperarse con el paso de los minutos. Y la expulsión de Ighalo por protestar, acabó de enterrar las opciones de su equipo de sumar en el partido. El Espanyol supo tirar de oficio y buen hacer y se llevó el premio más grande del fútbol: los 3 puntos. Y seguir una semana más en puestos europeos y sin conocer la derrota en el presente campeonato.