El extraordinario momento de forma por el que está pasando Diego López ha generado un cierto nerviosismo en un grueso de la afición espanyolista. El  portero blanquiazul está de dulce, acaba de hacer historia en sus primeros tres meses defendiendo la elástica periquita y su relación con el Espanyol terminará a final de temporada para volver al AC Milan, el club que tiene sus derechos.

Su elevada ficha, la edad, la situación de Roberto Jiménez y negociar con un club europeo económicamente potente son algunos de los problemas a los que tendría que enfrentarse la dirección técnica del Espanyol si decidiesen prolongar la estancia del gigante gallego en el club espanyolista.

Por el momento no es un tema que preocupe en demasía a los responsables técnicos, encabezados por Jordi Lardín y asesorados cuidadosamente por Quique Sánchez Flores. El nuevo director deportivo del conjunto catalán ya comentó que el jugador no es propiedad del Espanyol - tampoco hay opción de compra en su cesión - y que los esfuerzos que se puedan hacer desde la entidad dependerán de los deseos del propio jugador.

Al portero se le ha visto muy tranquilo con este asunto. El gallego ha expresado claramente, y en reiteradas ocasiones, que se encuentra muy a gusto en el Espanyol y que desea prolongar su relación con la entidad espanyolista muchos años más siempre y cuando el conjunto lombardo de su visto bueno a la operación.