El fichaje de Paco Alcácer en los últimos días de mercado ha generado ilusiones en los culés. La confianza nuevamente en un delantero nacional e internacional, las cualidades fuera de toda discusión a sus 23 años y las cifras de las tres últimas temporadas en el Valencia, donde ha logrado sumar una media de 15 goles cada una, facilitan el pensar que su rendimiento, no necesariamente inmediato dada su juventud, pueda asemejarse al del último gran delantero centro español que recaló en la Ciudad Condal, el genial David Villa.

En los últimos treinta años el FC Barcelona ha apostado por algunos delanteros españoles, pero lo cierto es que desde el último gran 9 que, por rendimiento, cuajó en el conjunto catalán actuando en su posición natural, la confianza en el gol nacional ha ido a menos.

En 1988 llegó Cruyff, quien reestructuró la plantilla de arriba abajo. Con él aterrizó el espigado 9 procedente del Atlético de Madrid, Julio Salinas. Pese a su envergadura y su aparente torpeza de movimientos, características a priori desacordes con las exigencias de Johan, lo cierto es que en su juventud, la que abarcó sus seis años en el Barça, demostró una solvencia excelente. Julito se adaptó tanto a jugar en su mejor zona, dentro del área pequeña, como a partir desde la banda derecha con la llegada de Laudrup, el falso delantero. La campaña inicial anotó 20 goles, siendo su mejor cifra, uno de ellos en la final de la Recopa de 1989, contribuyendo al 2-0 contra la Sampdoria, que sería el primer título de Cruyff. Salinas fue indiscutible en sus dos primeros años y principal relevo ofensivo en los siguientes, consiguiendo goles cada vez que le tocaba saltar al campo. Su marcha en el año 1994, el del Mundial de USA del que formó parte, cuando la plantilla del Dream Team comenzaba a desmembrarse, dejó un vacío difícilmente salvable en los años venideros.

Tras su marcha llegó el primero de los dos años sin títulos de Cruyff. El equipo sufrió un lavado quizá precipitado, propiciado por el desastre del la final europea en la que el Milan de Capello los destrozó con un contundente 4-0. Todas las posiciones fueron retocadas para aquella Liga 95/96, principalmente con jugadores de la cantera, pero también con contrataciones nacionales. Entre estas últimas llegó el atacante Xavier Escaich, procedente del Sporting de Gijón. Cruyff vio en él cualidades de cara a portería que no habían sido refrendadas con demasiados goles hasta ese momento. Quizá los cuatro tantos conseguidos la temporada anterior en un mismo partido deslumbraron al entrenador holandés y guiaron su posterior fichaje. Lo cierto es que Escaich no cuajó, y únicamente estuvo en el plantel durante esa campaña, participando en tres partidos y anotando un único gol. Johan se había equivocado, y Salinas seguía sin sustituto a la altura.Un año después y a falta de dos jornadas para la finalización, Johan Cruyff salió del FC Barcelona y del mundo de los banquillos por la puerta de atrás.

La campaña siguiente aterrizó Robson para cubrir su ausencia. Ronaldo y el hispano-argentino Juan Antonio Pizzi serían los encargados de devolver los goles que Romario se había llevado consigo. Pizzi se mantuvo dos años y aunque primero, y en mayor medida, Ronaldo y luego Sonny Anderson no le permitieron ser titular indiscutible, su aportación fue poco menos que excelente, por entrega, talento y números. Llegó con 28 años, en plena madurez y abalado por el galardón de Pichichi con la friolera de 31 goles con un equipo medio como el Tenerife. En la 96/97 fue trascendental para los intereses azulgranas, ya que anotó el gol de la victoria contra el Atlético de Madrid que permitió llegar a la final de Copa contra el Betis, donde nuevamente marcaría el del empate a dos que llevaba a la prórroga frente a los verdiblancos de Serra Fererr, para posteriormente ganarla.

En 1997 recaló Van Gaal, y paulatinamente fue construyendo un equipo a su medida, es decir, plagado de los holandeses que tuvo a su mandato en el exitoso Ajax campeón de Europa. Entre ellos Kluivert, quien indiscutiblemente sería el ocupante de la posición más ofensiva de los barcelonistas año tras año y cuya llegada en el verano del 98 acarreó la baja de Pizzi. Van Gaal empezó con buen pie, conquistando títulos sus dos primeras campañas. En la tercera el juego, que nunca había sido brillante, dejó también de ser efectivo. En 1999 se apostó nuevamente por un delantero nacional, criado en la cantera del Real Madrid y consagrado en el triunfo en la Recopa del Real Mallorca, en el que colaboró esencialmente con nueve goles. Dani García fue fichado para alternar titularidades con Kluivert, ya que el 4-2-3-1 mayoritariamente usado por Van Gaal no contemplaba la figura del doble 9. Se mantuvo cuatro años, pero el único bueno fue el inicial, donde el técnico contó con él con asiduidad, disputando 36 encuentros y sumando 13 dianas. Las lesiones y los posteriores fichajes de Saviola o Alfonso, que se sumaban a Patrick, impidieron su afianzamiento, decayendo sus participaciones drásticamente, que pasaron a ser de 20 en la 2000/01, y testimoniales en sus últimas.

Van Gaal fue destituido tras su carencia de títulos y llegó Serra Ferrer. El último delantero centro español que actuó como 9 en el FC Barcelona antes de la llegada de Alcácer fue contratado por Serra. Conocedor del desbordante talento eléctrico, móvil y anotador de su ex pupilo Alfonso Pérez, el entrenador exigió su fichaje, que se concretó tras desembolsar dos mil millones de pesetas al Real Betis. Alfonso había crecido y despuntado en el Real Madrid, explotando luego en el conjunto andaluz. Pero a diferencia de Dani, a sus 28 años ya había participado en un Mundial, el de Francia 98 y dos Eurocopas, las de 1996 y 2000, dando lo mejor de sí antes de su fichaje. La contratación de Alfonso ya había sido pretendida años antes, cuando en el 96, tras el europeo de Inglaterra y la salida de Cruyff, se buscaba un delantero de nivel para el nuevo proyecto. No se concretó por el excesivo precio, y quedó patente que su llegada cuatro años después no cumplió las expectativas. Alfonso permaneció un año y medio con la elástica azulgrana, pudiendo disputar únicamente 31 partidos y sumar cinco goles. El despido de Serra Ferrer, los continuos problemas físicos y la desconsideración de Carles Rexach hacia su talento, fueron las razones de su inoperancia final. Una cesión al Marsella a mitad de la 2001/02 y la posterior al Betis acabaron con su periplo azulgrana, despidiéndose en 2003. Durante casi diez año, y con el paso por los banquillos de Rexach, Antic, nuevamente Van Gaal y Frank Rikjaard, el Barça, posiblemente decepcionado con sus últimos intentos, no apostó por los puntas españoles. Santi Ezquerro en la 2005/06 fue lo más parecido a ello, aunque realmente era un futbolista que solía partir desde la izquierda del ataque, siendo el gol una consecuencia de su juego, no el principal objetivo.

Durante casi diez año, y con el paso por los banquillos de Rexach, Antic, nuevamente Van Gaal y Frank Rikjaard, el Barça, posiblemente decepcionado con sus últimos intentos, no apostó por los puntas españoles

En 2008 se hizo con el puesto de entrenador quien a la postre sería el técnico más laureado de todos los tiempos, y probablemente el mejor. Guardiola formó un equipo versátil y arrollador en fase ofensiva, con tres atacantes fijos en cada una de sus alineaciones. Henry fue una gran pieza en sus inicios, y posteriormente se incorporó David Villa, para sustituir al francés. Villa vino como el mejor delantero centro español del momento sin ninguna duda, pero acabó afianzándose en la zona siniestra del ataque de Pep, ya que la pieza del falso 9, alternada por Messi y Cesc Fábregas, bloqueaba la zona central de la vanguardia a cualquier otro inquilino. El Guaje estuvo tres años, siendo el mejor de ellos el inicial, en el que marcó 23 goles y lo jugó todo, y el peor el intermedio, donde "sólo" sumó nueve tantos. Al contrario que el resto de los españoles citados anteriormente, su rendimiento no decayó, y se despidió del equipo con una cifra de 21 goles, rentabilizando así todos y cada uno de los 40 millones de euros que costó.

Paco Alcácer llega a Barcelona con dos objetivos claros: sustituir a Suárez cuando se le necesite y ser su relevo generacional cuando el uruguayo, ya con 29 años, se marche. Los aficionados catalanes creen en él, y no hay duda de que Paco pondrá toda la carne en el asador para que su aportación sea similar al de sus homólogos Villa, Pizzi y Salinas. Los aficionados esperan que el entrenador confíe en él, que las lesiones le respeten, y que así su rendimiento final sea diametralmente opuesto al de los Escaich, Dani y Alfonso.