Cuando juntas a tres superdotados del fútbol la combinación puede ser explosiva. Te puede llevar al fracaso por la falta de adaptación, de compenetración, del mal reparto de protagonismo, pero también te puede salir un resultado perfecto que te lleve a límites incalculables, a todo tipo de éxitos, récords. Sólo es necesario un tiempo de cocción, de adaptación. Eso le pasó a Messi, Suárez y Neymar, más conocidos como la MSN. 

Les costó arrancar, pero ahora son la mejor tripleta atacante del mundo

Tres fueras de serie al que les costó arrancar, entenderse. Suárez llegaba a Barcelona con un regalito bajo el brazo. No era otro que la sanción FIFA de cuatro meses de inhabilitación total después de su incidente con Chiellini en el pasado Mundial de Brasil. El famoso mordisco que el uruguayo clavó sobre el hombro del central italiano le salió caro a él y al Barça, al que cuestionaron por desembolsar la cantidad de 80 millones de euros por un jugador que no podría jugar hasta mediados de octubre. ¿Alguien pone en duda el precio en la actualidad? De hecho, la pregunta sería la siguiente: ¿Alguien se acuerda del precio de Suárez? Nadie.

Suárez se perdió los dos primeros meses de competición

No fue así en los inicios de la MSN. Suárez debutó en el Bernabéu en una noche en la que el Barça cayó derrotado por 3-1 en el feudo blanco. Al delantero se le notó que era su primer partido, se le vio perdido. El problema es que eso se extendió algún que otro partido más y llegaron las dudas. La tripleta no funcionaba, no encadenaba más de dos partidos al nivel que se les exigía. Llegó Anoeta, el punto crítico de la temporada.

Anoeta, el punto de inflexión

Es una de aquellas noches que todo culé quiere meter la cabeza bajo tierra y sacarla cuando haya pasado toda la tormenta. El Barça navegaba sin un rumbo claro, sacaba los partidos por inercia, hasta que le llegó un equipo, en un campo maldito como el de la Real Sociedad, que les pintó la cara. No por el resultado, sólo ganó 1-0 con gol de Jordi Alba en propia meta, sino por la imagen. El Barça era un polvorín.

Foto: getty images
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Luis Enrique sentó a Messi y Neymar aquella noche y su entrada en la segunda parte para arreglar los desperfectos tampoco funcionó. Uno de los muchos frente abiertos que dejó aquella noche fue que la MSN no funcionaba.

Messi y Neyman en el banquillo de Anoeta. Foto: clasico.com
Messi y Neyman en el banquillo de Anoeta. Foto: clasico.com

Que si dos gallos en un gallinero no funcionaban, como Messi y Neymar mostraron en la temporada del Tata Martino al frente del equipo, tres era aún peor. Palabras vacías, se las llevó el vendaval en el que se convirtió el equipo a partir de aquella noche. El Atlético de Madrid fue la primera víctima.

El origen, el 3-1 en el Camp Nou

El Barça llegaba inmerso en un mar de dudas. El rival no era el idóneo tras una turbulenta semana que se había cobrado alguna que otra víctima como Zubizarreta, principal responsable de construir aquel equipo que no engrasaba bien la maquinaria. Las piezas las tenía y arrancaron aquella noche. Un partido de fútbol que tuvo de todo: goles, polémica, dos equipos que lo entregaron todo, pero en el que desgraciadamente para los colchoneros los tres de arriba vieron la luz.

Zubizarreta fue despedido tras Anoeta. Foto: Mireia Carcole (VAVEL)
Zubizarreta fue despedido tras Anoeta. Foto: Mireia Carcole (VAVEL)

Saltó la chispa, las miradas conectaron, se produjo el origen de una de las historias de amor más bonitas que se recuerdan en Can Barça. Se entendieron, vaya si lo hicieron. No tardaron en hacerlo. Y es que el primer gol llegó a los doce minutos y los tres pusieron su granito de arena. 

Messi se la creó, la puso al borde del área pequeña, donde le esperaba Suárez que, sin querer, controló mal, pero dio un pase de gol a la vez a Neymar, que lanzándose al suelo anotaba el tanto. Era esa la conexión que todo culé esperaba, con una pizca de suerte que en los anteriores partidos no había existido. Esa suerte que sólo los que se entienden, sólo los genios de este deporte tienen.

Foto: Reuters
Foto: Reuters

Quizás la mejor jugada que realizaron los tres en ese encuentro y que se ha quedado en el cajón de los recuerdos porque no acabó en gol de milagro fue la del preludio del 2-0. Balón que recoge Messi y que conduce como sólo él sabe antes de soltarla con la suavidad suficiente como para abrirla al espacio para el uruguayom que de forma brillante se tira un autopase que supera a Giménez y la pone templada a la cabeza de Neymar, que con todo a favor la mandó rozando el palo. Se les veía disfrutando por primera vez.

Y vino la polémica, Messi se ayuda del brazo para bajar una pelota imposible, inventando así el sombreo con la parte superior del brazo para bailar a Gámez, lateral derecho que jugó como lateral izquierdo y que no sabía ni de dónde le venían. Tras el sombrero, eslalon en diagonal y asistencia a Suárez, que se desquitaba de las críticas y anotaba su segundo gol en Liga. Menudo partido realizó el charrúa.

Foto: getty images
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Una imagen para la historia

El Atlético, pese al 2-0, no tiró el partido en ningún momento y salió al segundo tiempo con ganas de recortar distancias. Y así lo hizo. Si en la primera mitad era Messi el que le hacía el lío a Gámez, el lateral se lo hacía ahora al argentino. Picaresco, cayó dentro del área con un ligero toque del argentino que el árbitro señaló como pena máxima. Mario Mandzukic ponía el 2-1. Todo ello era el preludio a la imagen que dio la vuelta al mundo, todo a su tiempo.

Con tan sólo un gol de ventaja, el Atlético se sentía cómodo, pero entonces apareció Messi. Combinación de tiralíneas con Rakitic con una magnífica pared que no puede conectar Messi en primera instancia, pero como aquellos al que el balón se le quiere separar de él, un rebote en las piernas de Raúl García redirigió ese balón enviado por el croata azulgrana, a la pierna izquierda de Messi, que no perdonó. Era el 3-1 definitivo.

Es, sin duda, la foto que identifica la MSN

Entonces se obró la magia. Casualmente pasaban por allí Neymar y Suárez, quienes no dudaron ni un segundo en ir corriendo a por el argentino, que corrió en dirección a ellos. Tras un efusivo abrazo con Neymar se añadió a la fiesta Suárez y juntos, abrazados, corriendo hacia el córner, donde dejaron la foto de la noche y del año. Era la foto que todo culé quería ver. Es su primera foto. Aquella que guardas con un cariño especial.

Foto: http://www.daily-sun.com/
Foto: http://www.daily-sun.com/

Era la reivindicación, el decir "aquí estamos". Lo demás es historia del fútbol. Goles, asistencias, jugadas para el recuerdo, récords, títulos, muchos títulos. Todo culé mira hacia atrás y con nostalgia recuerda la primera gran noche de la MSN.