Anoeta y la Real Sociedad lo volvieron a hacer: por sexto curso consecutivo dejaron a los azulgranas en la estocada. Ni Pep Guardiola en su última temporada, ni Tito Vilanova, ni Tata Martino, ni Luis Enrique. O por lo menos de momento. Los donostiarras fueron tremendamente superiores en todos los aspectos del juego, pero no recibieron el merecido premio: un zapatazo de Leo Messi cuando peor estaba el Barcelona y un gol mal anulado terminaron por dejar el choque en tablas.

Ahogo ante la presión alta

No importaba el rival y mucho menos la calidad y autoridad del mismo. Eusebio Sacristán fue fiel a sus ideales de principio a fin y no cambió lo más mínimo su plan para desarbolar a los de Luis Enrique. Ya desde el primer minuto ahogó la salida desde atrás con una presión hombre a hombre que obligó a Ter Stegen a jugar en largo en muchas situaciones. Un Barcelona plano, previsible, impreciso y falto de intensidad pagó un caro peaje con errores no forzados que pudieron liquidar el choque mucho antes. El balón apenas duraba unas milésimas de segundos en posesión de los azulgranas, que vieron cómo la Real Sociedad llevaba la iniciativa una y otra vez, siendo incapaces de crear peligro aun contando con su delantera titular. La excesiva distancia entre las líneas permitió a los donostiarras recuperar con una facilidad pasmosa obviando así que los de Luis Enrique nunca terminaron de entrar en el partido y mucho menos acomodarse en el mismo. Así como en otras tantas ocasiones el FC Barcelona mereció sacar algo más positivo de Anoeta, esta vez sucedió todo lo contrario: los catalanes obtuvieron un premio inmerecido.

Planteamiento perfecto sin recompensa

Tuvo Eusebio Sacristán que buscarse la vida fuera del club azulgrana para que su trabajo se viera valorado. Y es que los donostiarras fueron tremendamente superiores en todos los aspectos del juego salvo uno, el más determinante: el resultado. Acorraló al rival en campo propio, puso en evidencia el entramado defensivo culé y maniató a Messi, Suárez y Neymar durante prácticamente todo el partido. Tan solo en una ocasión lograron saltar esta presión y terminó precisamente en gol, evidenciando así la pegada que caracteriza a este equipo. Sin embargo, no tuvo ese punto de fortuna en los metros finales: dos disparos de Vela a la madera y un tanto mal anulado por el linier impidieron que la Real Sociedad lograra tres prestigiosos puntos.

La recuperación de Carlos Vela, una de las claves

Uno de los artífices del buen partido local y de la línea ascendente del curso es Carlos Vela. El mejicano parece haberse reencontrado consigo mismo y se ha vuelto a convertir en la referencia del combinado donostiarra. Se le ha echado en falta en muchas ocasiones, pero ha vuelto a echarse el equipo a la espalda. Amargó la tarde a toda la zaga azulgrana y, en especial, a Jordi Alba, pero Ter Stegen y los palos evitaron que celebrara su brillante actuación con un gol que diera la victoria a los suyos.

Factor Messi, de nuevo

Si existe algo positivo que se pueda destacar en el bando azulgrana es Leo Messi. El de siempre, el que no falla nunca, o casi nunca. El astro argentino estuvo desconectado durante gran parte del partido, en parte debido al buen trabajo a nivel defensivo de la Real Sociedad, pero volvió a irrumpir con un gol de una dificultad considerable para darle un punto al combinado de Luis Enrique. Ante la imposibilidad de poder salir construyendo desde atrás, retrasó su posición varias decenas de metros para intentar mover al equipo en una versión similar a la que mostró en Celtic Park, pero nunca terminó de encontrarse cómodo, en la línea general del equipo.

Próxima parada: el Clásico

Tras confirmarse la victoria del Real Madrid de Zidane ante el Sporting, el partido en Donostia se presentaba aún más trascendente. Con la mirada puesta en el Clásico, los azulgranas no podían fallar. Y lejos de no cumplir con esta premisa, el equipo dejó muchas sombras tanto a nivel coral como individual. La dinámica y las sensaciones con las que los pupilos de Luis Enrique afrontan uno de los partidos con mayor impacto mediático a nivel de clubes no son precisamente buenas. Aun así, se trata de un partido siempre imprevisible, que no entiende estados de formas. Pero si hay algo que mantiene en vilo al barcelonismo es la presencia o no de Iniesta en este duelo. El manchego apura sus opciones para llegar, y es que, con él, el Barcelona recuperaría la estabilidad en el centro del campo, donde Luis Enrique no termina de encontrar al complemento de Rakitic y Busquets.