En 2016 se cumplieron veinte años del ingreso en las categorías inferiores del FC.Barcelona de un futbolista muy especial que ya con doce años jugaba como los ángeles. Por ello este clásico marcado por las dudas generadas en el equipo, muy especialmente durante su ausencia, podría tomar un cariz diferente gracias a su regreso, a su presencia. Precisamente para un futbolista que rezuma pasión contenida, las palabras justas para definir la elegancia de un tango, es un momento ideal para recordar que por el bien del espectáculo y el fútbol por fin vuelve. También para remarcar que para el aficionado azulgrana era demasiado complicado superar la insalvable nostalgia de no ver a Xavi, como para también tener que soportar la ausencia de Don Andrés Iniesta. Por todo este cúmulo de razones que se agolpan en el rodar del balón y en la antesala de un clásico que no será definitivo, pero que en las sensaciones previas deja la impronta de que el Madrid de Zidane llega en mejor momento que el Barcelona de Luis Enrique, es idóneo celebrar el regreso de un mago que desprende la letra de Alfredo Le Pera y la voz de Carlos Gardel.

Vuelve Don Andrés

Con el tango Volver, uno de los más conocidos y hermosos de la historia grabado en 1935, cuya letra evoca lo más puro de la nostalgia, quizás aquello que sienten los aficionados culés cuando no ven reconocible al Barça. Pues como dice la letra, como canta Gardel, y aunque Leo se empeñe en hacer de Xavi y de Messi, Andrés Iniesta puede tener en sus botas muchos de los códigos que vuelvan a hacer del Barcelona un conjunto reconocible. Y es que en la primera estrofa se adivina el parpadeo, de las luces que a lo lejos, van marcando su retorno. Para en la segunda recordar cuanto en falta se le echó, pues son las mismas que alumbraron con sus pálidos reflejos hondas horas de dolor. Y aunque Gardel cantara que no quiso el regreso, en el caso de Iniesta, el aficionado siempre vuelve al primer amor. Porque el interior izquierdo, es la vieja calle del ocho en la que se cobija la elegancia, suya es su vida, suyo es su querer. Bajo el burlón mirar de las estrellas, que con indiferencia le verán volver. Pues es Don Andrés la llama que mantiene encendida un fútbol que convirtió el balón en metáfora del placer. Posiblemente y aunque todo pueda parecer demasiado precipitado con solo un tercio de competición disputado, el aficionado azulgrana necesita de Iniesta para creer que el estilo sigue ahí, reinterpretado y evolucionado, pero muy presente, no como participio del verbo disfrutar.

Volver a ser reconocibles

Es inevitable que el paso de los años cubra al Barça de un halo de nostalgia, de ahí que cobre tanta vigencia e importancia el tango de Gardel, la estrofa: Volver con la frente marchita, las nieves del tiempo, platearon mi sien. Porque pese a todo la magia de Iniesta sigue intacta, constituye el sentir que es un soplo la vida, que veinte años no son nada (desde que llegó al Barça Andrés) cuando el manchego agarra la pelota y el juego del Barça puede volverse a reconocer. Puede que a Luis Enrique y a los suyos, que superaron un inmenso recuerdo con un aluvión de títulos, les cueste vivir, jugar y volver a demostrar que sigue siendo posible ilusionar a una afición que sueña con el alma aferrada a un dulce recuerdo, que lloró otra vez. Por eso la vuelta de Don Andrés supone el olvido del miedo del encuentro con el pasado que siempre vuelve para enfrentarse con la realidad. El olvido del miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenaron el soñar. Simplemente porque Iniesta es el estilo, la elegancia de un Barça con el fútbol como nombre, en cuyos pasos de tango y ballet guarda escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna del corazón culé. Y todo porque en el callejón del ocho todo se reduce a sentir que es un soplo la vida de una jugada, que veinte años no es nada, cuando la febril mirada, errante en las sombras le busca y le nombra, simplemente con la añoranza y el entusiasmo de volverle a ver. Pues en el Barça, en el clásico, todo se reduce a 'Volver'....