La última vez que Leo Messi le marcó al Real Madrid, los blancos tenían nueve Copas de Europa en sus vitrinas. Florentino Pérez deseaba la ansiada Décima, Carlo Ancelotti vivía en una montaña rusa de la que ni él sabía como escabullirse y Zinedine Zidane vivía unos tiempos plácidos como acompañante del estandarte italiano en los banquillos. Desde que el 10 argentino batiera hasta en tres ocasiones a Diego López en el Bernabéu, dos de ellas de penalti, han pasado dos años. De 2014 a 2016. Es paradójico que el máximo goleador de La Liga, de los clásicos y el máximo asistente del campeonato nacional acumule una racha tan larga sin perforar unas redes. Seis partidos, casi lo mismo que le pasó con Peter Cech. A la séptima, en el Emirates, el gigante checo sucumbió. A la séptima, de momento y si nada cambia, le tocará el Bernabéu a Messi.

No deja de ser curioso que el Leo Messi más voraz de los últimos años sea incapaz de batir a Keylor Navas. Y decimos Keylor Navas porque ha sido quien ha defendido la meta blanca en los últimos años, más allá de un par de partidos con Iker Casillas bajo los palos. Un Leo Messi que el año pasado marcó más goles que nadie, que actualmente lleva nueve dianas en Liga y que parece haber recordado al Messi goleador de la época de Pep Guardiola. Una racha que no tiene fin, y ahora con el brazalete de capitán.

La baja de Andrés Iniesta dejó a Leo como capitán de los azulgranas en el Camp Nou. Fue la primera vez que el rosarino se puso el brazalete contra el eterno rival, un hecho que no deja de ser anecdótico, pero que podría significar un antes y un después en su particular racha negativa. El crack culé se sacrificó por todos sus compañeros, brindó algún pase entre líneas y tuvo una buena ocasión para batir a Keylor en su intento número 32. Pero el balón, cabezota como él solo, no quiso coger portería. Quizá es el destino, o quizá una mala racha. La realidad es que Messi lleva tiempo, mucho tiempo sin marcarle al Madrid. Y eso, en Can Barça, empieza a preocupar. 

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