Platón dejó sellado en un sinfín de obras que, a su parecer y con total seguridad, la Atlántida se hundió en el océano después de que sus habitantes intentaran conquistar el Mediterráneo hace 11.000 años y fueran derrotados por los atenienses. Esta inmensa isla ubicada en el centro del océano Atlántico. No se equivocaba el filósofo griego con sus palabras al decir que sus habitantes querían conquistar el Mediterráneo, pero sí al decir que la Atlántida se hundió.
Aún quedan los restos, los hijos de aquel impetuoso continente que flotaba cerca de las costas españolas. Los supervivientes que dejaron para siempre algunas migas de la Atlántida y que siguen compartiendo un solitario océano. Los últimos puntillos que no fueron engullidos por el poderoso Poseidón y su control de los mares, las partes más fuertes y vigorosas de esta tremenda isla.
Algunas de estas islas vigorosas y rocosas no son otras que las Islas Canarias. Poseidón no pudo con ellas y, por tanto, siguen formando parte del océano Atlántico, de su océano Atlántico. Si ni un dios griego fue capaz de batirlas, ya pueden visitar estas islas grandes colosos europeos, con más de una decena de imperios conseguidos, que no lo van a poner fácil.
En su misión de conquistar el Mediterráneo, este archipiélago ha encontrado nuevos aliados, al quedarse prácticamente solo tras el derrumbe de su continente padre. Sus aliados son compañeros mediterráneos, y tienen un enemigo común al que, siempre que pueden, se unen para batirlo. No obstante, las fuerzas se han desequilibrado, y las Canarias no dominan esta alianza, sino que lo hacen sus aliados mediterráneos, los llamados y conocidos por todo el mundo barcelonistas. Las batallas que nos han brindado contra el enemigo blanco vienen de antaño.
Tenerife quedó marcado para siempre
Cabe viajar hasta 1992 para vislumbrar la primera pelea a dos bandas, con un objetivo: el título de Liga. Última jornada de batalla, tinerfeños y madridistas por un lado, barcelonistas y bilbaínos por otro. Aunque todo parecía que iba a terminar con el título pintado de blanco, Tenerife sacó la casta que aún conserva de la Atlántida para remontar dos golpes en contra y dejar la batalla en tablas. Solamente tocaba cumplir al Barcelona, su aliado isleño ya había cumplido de sobras. Y tampoco falló. Un guerrero nombrado Hristo Stoichkov logró un doblete para proclamar rey de la competición liguera de la temporada 1991/92 a su escuadrón azulgrana.
El destino no tuvo suficiente con una vez, así que pasados 365 días volvió a repetir la misma escena. Madrid en Tenerife, Barcelona en la Ciudad Condal ante un equipo vasco. Los guerreros azulgranas necesitaban que su aliado corriera la misma suerte que en el año anterior, y no fue así. La suerte fue aumentada. Los tinerfeños lograron hundir la flota de la capital española en sus aguas tras dos zarpazos letales. En las orillas de La Barceloneta, el mismo guerrero búlgaro que había dado la victoria en el año 1992, repitió con menor efectividad pero con igual éxito anotando el gol que le daba el triunfo liguero al Barcelona ante la Real Sociedad.
El último ataque isleño
No es extraño, entonces, que este doble capítulo donde la capacidad de fuerza canaria ayudara al Barcelona a hacerse con el título viniera a la cabeza de los amantes del fútbol este pasada jornada intersemanal. Y es que se está repitiendo la historia, la historia de un conjunto canario que le ha dado el liderado al escuadrón barcelonista puntuando ante el Madrid.
Aún es muy temprano para equipararlos al mismo nivel y, aunque el Barcelona acabase ganando LaLiga, tampoco serían comparables. Lo que sí es cierto es que el conjunto culé ha encontrado en las Islas Canarias un buen guerrero, independientemente de la isla a la que toque enfrentarse. Las Palmas enmudeció el Bernabéu con su empate, y eso no lo consigue cualquier equipo del montón. Eso no lo consigue un equipo sin una fuerza especial, sin una fuerza atlántida.
Aristóteles dijo que la Atlántida desapareció cuando alguien la soñó. Pues el sueño y la Atlántida siguen muy vivos, ya que los hijos de aquel inmenso continente no cesan en sus batallas contra agua y marea. Barcelona ha sido, en varias ocasiones, el gran beneficiado de esta alianza, aunque quién sabe si la suerte puede cambiar. Quién sabe si la Atlántida puede despertar su poder dormido. Quién sabe si la Atlántida puede volver y conquistar el Mediterráneo. Que los enemigos estén preparados.